Kim Jong-un echa un pulso a Washington

Sara R. Estella PEKÍN

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Piongyang exige que no se le «acorrale» para que se deshaga de su programa nuclear

17 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras cinco meses exhibiendo su mejor cara, Kim Jong-un ha dado un golpe sobre la mesa de negociaciones para equilibrar el pulso nuclear. Cuando parecía que Washington ponía las condiciones y Piongyang las acataba, el régimen lanzó el órdago calculado de amenazar la cumbre histórica entre el dictador y Donald Trump. Corea del Norte advirtió que la desnuclearización no seguirá «el modelo libio». El acatamiento del fin de su programa nuclear no evitó que Gadafi fuera derrocado años después.

«Funcionarios de Casa Blanca y la Secretaria de Estado incluyendo a John Bolton, asesor nacional de Seguridad, andan soltando afirmaciones sobre el llamado programa de desarme al estilo Libia», afirmó en un comunicado Kim Kye-gwan, viceministro de Exteriores y hombre clave del régimen en las negociaciones. Bolton, impulsor de la guerra de Irak, aseguró en una entrevista que EE.UU. pretende que Corea del Norte se deshaga por completo de su arsenal nuclear como lo hizo Libia. Se refiere al acuerdo entre Trípoli y Washington del 2003 por el cual el régimen de Gadafi, que fue derrocado en el 2011 con el apoyo de la OTAN, eliminó su programa de armas de destrucción masiva y entregó su arsenal a cambio de incentivos económicos.

«Si Estados Unidos nos acorrala y exige unilateralmente que nos deshagamos de nuestro programa nuclear, dejaremos de tener interés en las conversaciones y tendremos que reconsiderar si aceptamos la próxima cumbre estadounidense-norcoreana», añadió el texto.

Este comunicado deja en evidencia las diferencias entre lo que Piongyang y Washington entienden por desnuclearización. Mientras que la Administración Trump presiona para que Corea del Norte se deshaga de sus armas nucleares, Piongyang se compromete a la «desnuclearización de la península», es decir, que Estados Unidos retire parte de su arsenal desplegado en Corea del Sur.

Para los analistas esta amenaza norcoreana es en realidad parte de su estrategia. Saben que pueden asumir cierto riesgo calculado para exigir a Washington que mueva ficha, especialmente después de que el régimen haya liberado a tres prisioneros estadounidense y haya empezado a desmantelar las instalaciones donde llevó a cabo sus seis pruebas nucleares.

«Es una táctica diplomática», aseguró a France Presse el profesor de la Academia Nacional Diplomática de Corea, Kim Hyun-wook. «Kim Jong-un aceptó las demandas estadounidenses de «la desnuclearización primero» pero ahora está tratando de cambiar su posición. Tras haber normalizado sus relaciones con China, Piongyang ya se ha asegurado ayuda económica», añadió.

La próxima semana, si no ocurre algo inesperado, será clave para saber por dónde van las intenciones del hermético régimen comunista. Piongyang terminará de desmantelar y clausurará las instalaciones de Punggye-ri, donde ha llevado a cabo sus seis pruebas nucleares. Sus declaraciones o sus movimientos a partir de entonces serán de gran trascendencia de cara a la cumbre histórica entre Kim Jong-un y Trump en junio.

Al grito de «asesinos, asesinos» fueron recibidos el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, y su esposa y vicepresidente, Rosario Murillo, a su llegada a la sede donde inició ayer el diálogo nacional. El exguerrillero enfrentó las críticas de estudiantes, sociedad civil y de la Iglesia Católica tras un mes de protestas que dejan ya entre 58 y 65 muertos, según las fuentes.

Los estudiantes, que se han las protestas callejeras contra el Gobierno, tomaron primero la palabra, saltándose el protocolo. «En un mes usted ha desbaratado el país, y (el exdictador) Somoza tardó años», espetó al presidente Lesther Alemán, el representante estudiantil en los diálogos. «Exigimos que ordene el cese inmediato a la violencia, que libere a nuestros presos políticos. Ríndase», añadió.

Daniel Ortega, por su lado, dijo que los jóvenes mantienen armas en algunas universidades y aseguró que la Policía tiene orden de no disparar: «Vamos a demostrarles que no hay ni un solo desaparecido, que no hay ni un solo preso, que todos fueron liberados», apuntó el presidente en el inicio de unos diálogos que inician con mucha desconfianza en todos los frentes.