Colombia busca a un presidente para la paz

HÉCTOR ESTEPA BOGOTÁ / E. LA VOZ

ACTUALIDAD

Ernesto Guzmán Jr | Efe

Los cuatro aspirantes intentan evitar la segunda vuelta, aunque ninguno parece capaz de llegar al 50 % hoy

27 may 2018 . Actualizado a las 09:10 h.

Colombia celebra este domingo unas elecciones presidenciales consideradas históricas. Cuatro candidatos se disputan el liderazgo de un país que concluyó hace apenas unos meses más de medio siglo de guerra con las FARC, aunque el cruento conflicto entre el Estado, grupos insurgentes y organizaciones narcoparamilitares asola varias de sus regiones.

Lidera todas las encuestas Iván Duque, candidato de la derecha uribista, con el 38 %. Le sigue, a unos nueve puntos, el exguerrillero Gustavo Petro, que pretende convertirse en el primer presidente de izquierda de la historia de Colombia.

La campaña se ha polarizado desde las legislativas de marzo en torno a los dos candidatos situados en los extremos, dejando a los representantes del centro político en fuera de juego, aunque en los últimos días sus candidaturas han crecido en las encuestas.

Sergio Fajardo, exalcalde de Medellín y candidato de la izquierda moderada, es tercero en los sondeos con un 15 %. Le sigue Germán Vargas Lleras, favorito del centroderecha, que registra alrededor del 6 % de intención de voto pero que cuenta con un as en la manga: su gran maestría en el manejo de la maquinaria. Fortaleza en el dominio de los entresijos electorales, dicen algunos, clientelismo, explican otros, pero que podrían situarle en segunda vuelta, según una encuesta.

La existencia en estas elecciones de candidatos para todos los gustos podría elevar la participación en Colombia. Una menor abstención podría favorecer a los candidatos izquierdistas.

El tema principal de campaña ha sido el proceso de paz con las FARC. Duque ha propuesto modificar el acuerdo de La Habana para impedir que los excombatientes puedan ser congresistas sin antes haber confesado sus crímenes y haber reparado a sus víctimas. Quiere, además, que el pacto deje de recoger el delito de narcotráfico como conexo al delito político -lo que, de facto, lo amnistía- y estipular la sustitución de cultivos como obligatoria y no voluntaria.

Duque es el candidato de quienes votaron en contra del pacto de La Habana en octubre del 2016 y consiguieron, por la mínima, imponerse en las urnas a quienes lo defendían.

Su posición se ha enfrentado de manera radical con la de Petro, Fajardo y Lleras, partidarios de mantener los acuerdos tal y como están, aunque con distintos niveles de exigencia y plazos.

En la cuerda floja queda la negociación en curso entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y el Ejército de Liberación Nacional (ELN), convertido ahora en la mayor guerrilla del país.

Seguir negociando

Duque plantea seguir negociando, estableciendo unas duras condiciones. «Si el ELN quiere desmovilización, desarme y reinserción, debe concentrarse previamente con supervisión internacional, debe suspender todas las actividades criminales, ajustarse a tiempos perentorios y puede haber reducción de penas, pero no la ausencia de ellas. Si esto no lo aceptan, se procederá con toda la firmeza del Estado», ha dicho el candidato uribista.

El debate en torno a la economía ha sido también relevante en Colombia, uno de los países más desiguales del mundo. Duque y Vargas lleras han prometido bajar impuestos para mejorar la competitividad de las pequeñas y medianas empresas. Fajardo quiere luchar contra el fraude fiscal y acabar con las exenciones a las grandes corporaciones. Petro quiere hacer una reforma fiscal para que quien más tenga, pague más.

El candidato izquierdista ha llegado a plantear un cambio en el modelo económico del país. Quiere que Colombia abandone el extractivismo para centrarse en las energías renovables y en la agricultura, una propuesta arriesgada en un país que ha basado su crecimiento en las últimas dos décadas en los beneficios del petróleo.

Ninguno de los candidatos cuenta con mayoría en el Congreso. A algunos les sería más sencillo que a otros obtenerla, pero la gobernabilidad no está asegurada.

Con las encuestas en la mano, es difícil que algún candidato pueda imponerse en primera vuelta. Duque y Petro han llamado a movilizaciones para intentar conseguirlo, pero las encuestas no muestran ese escenario.

Germán Vargas: El delfín de Santos

Luisa González | DPA

Representa el continuismo con respecto al Gobierno saliente de Juan Manuel Santos. Fue su vicepresidente durante tres años. Recorrió el país entregando los apartamentos del amplio programa de vivienda pública del Nobel de La Paz.

Su partido, el Cambio Radical, es una fuerza clave en el Congreso y controla como ninguno la maquinaria electoral, lo que hace que no se le pueda descartar para segunda vuelta a pesar del insuficiente apoyo que muestran las encuestas.

Recibió el apoyo del santista Partido de la U a cambio de la promesa de respetar íntegramente el pacto de paz con las FARC que divide a buena parte del país y que ha sido un arma de campaña entre sus rivales. No le guarda rencor a los actores del conflicto armado, a pesar de que fue objeto de varios atentados. Una carta bomba acabó con varios dedos de su mano izquierda.

Es el favorito del espectro político de centroderecha, debilitado por la polarización de la campaña electoral.

Sergio Fajardo: Profesor con alma de líder

Leonardo Muñoz | Efe

La campaña de Sergio Fajardo (1956) ha sido una auténtica montaña rusa. Comenzó como el más fuerte en las encuestas. Cayó tras la irrupción de Petro y ha protagonizado una remontada en los días previos a la elección. Es el candidato de la izquierda moderada. Cuenta con el apoyo oficial del mayor partido progresista de Colombia, el Polo Democrático, aunque parte de sus bases y de sus líderes estén con Petro. Su campaña se basa en dos pilares: convertir la educación en el centro de la política de Colombia y acabar con la corrupción. Fajardo es profesor de matemáticas y su eslogan de campaña, repetido por sus seguidores en la calle, es un presidente profesor.

Fue alcalde de Medellín entre el 2004 y el 2007. Su gestión es considerada exitosa, y se ha convertido en ejemplo para otras ciudades que durante años fueron dominadas por el crimen organizado.

Plantea luchar contra la desigualdad para reducir la violencia y la ilegalidad, haciendo llegar oportunidades a los más desfavorecidos.

Gustavo Petro. El nuevo populismo

Leonardo Muñoz | Efe

Gustavo Petro (1960) está siendo el mayor agitador de la campaña. El polémico exguerrillero -militó en el extinto M19 en su juventud- se ha propuesto ser el primer presidente de izquierdas en la historia de Colombia. Comenzó su carrera política en los 80 como concejal en Zipaquirá, a las afueras de Bogotá. Pasó por la cárcel por su militancia insurgente. A su salida, y tras la desmovilización del M19, en 1990, logró un asiento en el Congreso.

Descubrió el escándalo de la parapolítica -los vínculos de paramilitares con diputados- a mediados de la década pasada y se convirtió en el político estrella. Como alcalde de Bogotá (2012-2015) fue polémico. Recibió premios por su buena gestión social, pero también críticas por gobernar sin escuchar y un cumplimiento deficiente del programa. Fue destituido por un período breve de tiempo por una crisis en el sistema de basuras. Es el predilecto de las clases sociales más desfavorecidas, pero genera dudas en el sector financiero, donde muchos le tachan de populista.

Iván Duque: La nueva cara del uribismo

Luisa González | DPA

Iván Duque es el favorito para convertirse en el próximo presidente de Colombia. Destaca su juventud. Tiene 41 años, una edad temprana para presentarse a unos comicios históricos en Colombia. Su experiencia en política es también exigua. Llegó al Congreso hace apenas una legislatura, tras haber pasado una década gestionando distintos puestos de relevancia en el Banco Interamericano de Desarrollo.

Cuenta, eso sí, con un valedor de fuerza: el expresidente Álvaro Uribe Vélez, que todavía es el político más popular del país -fue el candidato más votado al Senado en marzo- pero a la vez, también el más odiado.

Todo un aval para sus seguidores, que se cuentan por millones, pero un estigma para sus detractores, que le acusan de ser el títere del antiguo líder del país.

Duque se ha sacudido las críticas y ha logrado que se de su agenda. Pretende bajar impuestos, subir salarios y aumentar la competitividad de la economía colombiana. Quiere favorecer, con distintas medidas, el emprendimiento.