El padre del líder de la Manada: «Ella es la culpable, los niños sevillanos son muy chulos... ella fue a buscarlos»

La Voz

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«El tropiezo no lo tuvo él (El Prenda) y los cinco amigos, lo tuvo ella», insiste

29 may 2018 . Actualizado a las 15:16 h.

En el mismo día en el que el abogado de la víctima, el ayuntamiento de Navarra y el Gobierno foral coincidieron en recurrir la calificación de «abuso» en la sentencia de la Manada, por considerar que existió «agresión sexual», el programa El punto de mira, de Cuatro, se trasladó hasta el barrio de Amate, en Sevilla, cuna de los cinco amigos condenados a nueve años de cárcel por abusar sexualmente de una joven en los sanfermines del 2016.

Fue allí donde el reportero localizó al padre de José Ángel Prenda, el supuesto líder de la Manada, el primero que entabló contacto con la víctima, con la que coincidió en un banco de la plaza del Castillo de Pamplona. El padre de El Prenda, Pepe, un expanadero sevillano en silla de ruedas, no dudó en defenderlo y en culpar directamente a la joven madrileña de lo sucedido. «El tropiezo no lo tuvo él (su hijo), él y los 5 amigos; ella es la culpable, los niños sevillanos son muy chulos... ella fue a buscarlos, que los sevillanos eran muy guapos, que podía con 5 y con 25 sevillanos», sentencia ante la cámara. 

El padre del líder de la Manada, que tiene clara su versión de los hechos, asegura que confía en su hijo, «y en los amigos, también». «En lo que no confío es en la niña», remarca. 

También aclara cómo está su hijo al que no ve desde hace dos años y medio, cuando entró en prisión. «Él está bien. Lo sabemos por mi sobrina y por la familia, que van todas la semanas, 1.000 kilómetros para allá y 1.000 kilómetros para aquí», explica el padre. «Ahí estamos, a ver si nos lo podemos traer a Sevilla o a Huelva o Córdoba, que está más cerquita», apunta a continuación. Según su testimonio, es El Prenda el que lo cuidaba a él y a su madre.

«Espero que por una vez haya justicia», reclama, convencido además de que su hijo rechazaba los abusos a mujeres. «A la madre y a la hermana se lo ha dicho. Él protesta por eso, por los violadores. No los puede ver», defiende el sevillano. 

También es él el que revela de dónde viene el hombre de La Manada, apodo que con el que son conocidos estos sevillanos por ser el nombre del grupo de WhatsApp  del que formaban parte cuatro de los cinco condenados y en el que se llegaron a jactar de lo sucedido en Pamplona: «Follándonos a una entre los cinco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo».

El padre de El Prenda recuerda cómo se conocen desde niños y que fue la madre de una de ellos la que les puso el nombre de La Manada a estos jóvenes que siempre andaban juntos y que en sus inicios eran «lobitos».

El programa de Cuatro también habló con los vecinos del barrio de Amate, donde crecieron los miembros de La Manada. Casi todos aseguran conocerlos pero son pocos los que se atreven a hablar. Sostienen que por miedo. «Hay mucho miedo, aquí ha habido comentarios y hay quien te dice tssss, no hables» asegura una entrevistada. 

Del círculo de amistades de La Manada tan solo se recogió el testimonio de uno de sus más íntimos, que insiste en «no querer entrar más en este circo». Aún así, no duda en achacar a la víctima la responsabilidad de lo sucedido en un portal de Pamplona. «Yo entiendo que se han pegado una fiesta y se le fue de las manos. Le quitaron el móvil, se vio a las tres horas en una ciudad que no es la suya, sin poder comunicarse con sus amigos... y qué va a decir cuando le pregunten: no mira, que me he acostado con cinco».  Para él, «ya se le ha puteado la vida a los cinco», independientemente de los años que pasen en prisión.

Una conclusión a la que también llega otro vecino, un joven que resta credibilidad al relato judicial. «Yo te puedo decir que les puede gustar un porrito, unas cervezas, la fiesta... pero que violen a una muchacha, siendo uno guardia civil, otro con su mujer..., yo lo dudo mucho», sostiene. «Yo lo único que le digo a esa muchacha es que pare ya un poquito, que está arruinando la vida de los chavales», concluye. 

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