Detectar un cáncer veinte años antes de que surja, un sueño que toma forma

Raúl Romar García
RAÚL ROMAR LA VOZ EN CHICAGO

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R.R.

El mayor estudio en pulmón a partir de una muestra de sangre revela que es posible

03 jun 2018 . Actualizado a las 09:23 h.

«Ayer caminé 20 kilómetros aquí en el congreso. Y lo tengo medido por el móvil». La frase de Rafael López, jefe del servicio de Oncología del Complejo Hospitalario Universitario de Santiago (CHUS) y responsable del grupo Oncomet, no es una exageración, sino que responde a una realidad con nombre propio: Asco 2018. El congreso de la Sociedad Americana de Oncología Médica es una ciudad dentro de otra, Chicago, ocupada por una riada humana de más de 40.000 especialistas de todo el mundo que fluye continuamente a lo largo de una pasarela de más de medio kilómetro que une varios edificios con sus correspondientes salas en las que estos días se presentan más de 6.000 estudios en fase avanzada con una aplicación directa en clínica a corto plazo.

Este no parece un año de avances revolucionarios, pero sí de apuntalar un área de la oncología que ha despuntado en las últimas ediciones: la inmunoterapia, el reforzamiento del sistema inmune para que pueda defenderse de los tumores. Continúa siendo, junto a las terapias dirigidas que avanzan hacia la medicina de precisión, el futuro del tratamiento del cáncer. Un futuro que también pasa por la biopsia líquida, el análisis del ADN de las células muertas de un tumor que no solo sirve para perfilar el mejor tratamiento en cada caso y comprobar la evolución del paciente a través de una muestra de sangre, sino también para identificarlo en sus fases más tempranas, cuando aún está empezando a manifestarse. El sueño de cualquier oncólogo. Esta última alternativa, que todavía no está en clínica, dio ayer un paso de gigante con la presentación de un estudio realizado en 15.000 personas de Estados Unidos y Canadá en el que se ha probado que es posible la identificación temprana del cáncer de pulmón. Falta tiempo para su traslación rutinaria a los pacientes, pero el futuro empieza ahora. Y luego vendrán otros tumores.

«Estamos un paso más cerca de poder detectar el cáncer de pulmón a partir de un simple análisis de sangre. Aunque queda mucho por hacer antes de que el ADN circulante de las células de la sangre pueda usarse a gran escala, esta investigación sirve como un bloque de construcción para el desarrollo de futuras pruebas», destacó el experto del congreso Asco David Graham. «Estamos entusiasmados ante estos resultados iniciales», apuntilló el autor principal del trabajo, Geoffrey R. Oxnard, profesor en el Dana-Farber Cancer Institute y el Harvard Medical School en Boston.

Rafael López, un veterano en el congreso, coincide en el diagnóstico. Y va más allá. Un tumor nace de una simple célula y cuando la enfermedad se detecta ha formado ya una masa de un billón de células malignas en un proceso que se extiende durante 15, 20 o 30 años según los casos. Detectar esas primeras células y diagnosticar la enfermedad con veinte años de antelación es un sueño lejano, pero posible. «Es aún el futuro lejano, pero lo llegaremos a ver», constata Rafael López, que desde Santiago ha iniciado el reclutamiento de 500 pacientes, en colaboración con otros hospitales, para probar la biopsia líquida en mama, colon, pulmón, páncreas y próstata para, en principio, determinar qué tratamiento es mejor para cada paciente. También permitirá descartar, por ejemplo, qué pacientes necesitan quimioterapia y cuáles no, pese a que presenten mutaciones. «Conocer con tanta antelación si alguien va a desarrollar un cáncer nos permitirá monitorizar al paciente y, cuando presente unos determinados valores, tratarlo o no», explica López. Los tumores no desaparecerán, pero se podrán curar.

El acento gallego, un método que clasifica el riesgo de recaída de pacientes gástricos

Los investigadores gallegos han vuelto a estar presente en el mayor congreso mundial de oncología clínica. Lo hacen con cerca de veinte ponencias que se presentarán hasta el próximo martes realizadas tanto desde la comunidad como en colaboración con otros hospitales españoles. El Complejo Hospitalario Universitario de Santiago es el que más trabajos presenta, junto con el Chuac de A Coruña, aunque también hay participación del hospital de Pontevedra y de la Universidade de Santiago. A ello hay que sumar la intervención de científicos gallegos que trabajan fuera de la comunidad, como el experto en cáncer de pulmón Luis Paz Ares, que trabaja en el 12 de Octubre de Madrid.

«Es un congreso clínico, y desde Galicia participamos en ensayos clínicos, muchos en fase tres, que se presentan en el congreso para tumores como los de pulmón, vejiga y mama», explica Rafael López.

Uno de los trabajos más destacados fue el realizado por Nieves Martínez López, que ahora trabaja en el Chuac de A Coruña. «Analizamos el papel de dos biomarcadores, HER2 y HER3, en 106 pacientes sometidos a cirugía con intención curativa en el período 2007-2014», explica Martínez, que al final no pudo defender su investigación en Chicago porque se puso enferma.

Su análisis permite definir una nueva clasificación para pacientes operados por cáncer gástrico, basada en la combinación de la presencia o ausencia y el nivel de las proteínas HER2 y HER3. «Podemos dividirlos en seis categorías con distinto riesgo de recaída», señala. «Este trabajo -añade- sugiere que no todos los pacientes operados de un tumor gástrico tienen el mismo riesgo de recaída, y que podrían beneficiarse de una estrategia de tratamiento y seguimiento personalizada».

El problema del radón

Otro estudio, presentado por Ángeles Rodríguez, del hospital de Pontevedra, y realizado en colaboración con Alberto Ruano, de la Universidade de Santiago, se centró en la influencia del radón ambiental en un tipo agresivo de tumor de pulmón. «Como mensaje general, las personas con este tipo de cáncer de pulmón presentan más radón en su domicilio que la población general y parece que las personas con más radón en su domicilio son diagnosticadas antes de la enfermedad», señala Ruano. Los resultados todavía son preliminares.

Waldenström, un raro tumor para el que hay esperanza

Macroglobulinemia de Waldenström. Seguro que nunca ha oído este nombre. Es un tumor muy raro que afecta a los linfocitos B, un tipo de glóbulos blancos que provoca que las células inmunitarias B y T comiencen a dividirse rápidamente, una excesiva protección de anticuerpos que provoca que la sangre se espese, lo que hace difícil su circulación por los vasos sanguíneos. Una auténtica pesadilla para las personas que la sufren, entre 7,3 y 4,2 casos por millón en la Unión Europea, y para la que apenas existen opciones de tratamiento. Se desconocen las causas, pero afecta sobre todo a adultos en edad avanzada y es más frecuente en hombres que en mujeres. Para ellos existe ahora una esperanza, la combinación de un fármaco quimioterápico, ibrutinib, con rituximab, un anticuerpo monoclonal que se une a los linfocitos B para interferir en el crecimiento y la propagación de las células cancerosas. El estudio clínico Innovate, en fase III, redujo significativamente el riesgo de progresión de la enfermedad o muerte en un 80 % en comparación con la combinación del placebo con rituximab.

Los datos se presentaron ayer en una comunicación oral en el congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (Asco) y se publicaron simultáneamente en la revista científica New England Journal of Medicine, lo que revela su importancia. De hecho, el trabajo fue seleccionado como uno de los mejores del congreso.

«El tratamiento produjo una notable mejoría de la supervivencia sin progresión en pacientes con macroglobulinemia de Waldenström», destacó Meletios A. Dimopoulos, de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Atenas e investigador principal del proyecto, promovido por la compañía Janssen.

Estudio sobre cáncer de mama

En el congreso también se presentaron ayer varias novedades sobre el cáncer de mama. Un estudio inglés realizado en más de 4.000 pacientes apunta que es posible acortar a la mitad el tratamiento con trastuzumab después de la operación, para pasar de un año a seis meses. «Es muy importante porque supone un importante ahorro de costes y un importante alivio para el paciente, pero creo que aún habrá que esperar para que se convierta en un estándar, ya que tiene algunos aspectos en su diseño que en mi opinión hacen aconsejable aguardar para tener más resultados», matiza Javier Cortés, responsable de la unidad de cáncer de mama en el hospital Ramón y Cajal de Madrid.

Otro ensayo clínico en fase III reveló que un nuevo fármaco dirigido combinado con terapia hormonal mejora el tratamiento del cáncer de mama avanzado.