Francisco J. Ayala, apartado por acoso sexual de la Universidad de California

Raúl Romar García
R. ROMAR REDCCIÓN / LA VOZ

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CESAR QUIAN

El científico español más reconocido fue denunciado por cuatro colegas

30 jun 2018 . Actualizado a las 09:22 h.

Estudió en los Dominicos de Salamanca y en 1961 llegó a ordenarse como sacerdote. Pero la verdadera vocación de Francisco J. Ayala, era la biología. Y el mismo año que se puso los hábitos los acabó colgando para irse a Estados Unidos, donde se convirtió en el mayor referente mundial de la biología evolutiva y, muy probablemente, en el científico español más influyente en las últimos décadas. Ayala (Madrid, 1934) tocó el cielo de la ciencia. La Universidad de California en Irvine, donde desarrolló la mayor parte de su carrera, lo había subido en un pedestal y convertido en un héroe. No en vano fue su mayor benefactor, con donaciones en becas para estudiantes superiores a los diez millones de euros. Incluso cedió para ello la cuantía íntegra de 1,2 millones de euros del premio Templeton, el de mayor valor económico del mundo, y que le concedieron en el 2010. Pero tras el santo benefactor se escondía un supuesto demonio. O al menos así lo han denunciado.

La misma universidad que lo consagró le acaba de retirar todos los honores y puestos que aún mantenía por un presunto caso de abuso sexual a cuatro mujeres que trabajan en la institución académica. Lo denunciaron en diciembre pasado, semanas después de que saltara el caso de Harvey Weinstein, que conmocionó los cimientos de Hollywood, lo que motivó ya desde ese momento la apertura de una investigación que concluyó el mes pasado.

Ahora, tras haber entrevistado a más de sesenta testigos, se han presentado las conclusiones. Y el genetista que revolucionó la teoría de la evolución de Darwin al introducir en ella la biología molecular, no salió bien parado. «El comportamiento del profesor Ayala desafió nuestras creencias fundamentales y fue inconsistente con nuestras políticas, pautas y capacitación requerida», lamentó en un comunicado el rector de la institución académica, Howard Gillman. «Dada la cantidad y la amplitud de las acusaciones fundamentadas y las diferencias de poder en juego, decidí que mantener el nombre del profesor en una posición honorífica sería un error», añadió. El nombre del biólogo evolutivo será eliminado de la Escuela de Ciencias Biológicas y de la Biblioteca de Ciencias, así como de las becas de posgrado, los programas académicos y las cátedras de investidura. Fue forzado, además, a presentar su dimisión con fecha 1 de julio y «se abstendrá de futuras actividades universitarias». Las denunciantes, que han querido que su nombre se haga público, son Kathleen Treseder, profesora y jefa del departamento de Ecología y Biología Evolutiva; Jessica Pratt, profesora ayudante; Benedicte Shipley, vicedecana, y Michelle Herrera, estudiante graduada.

«Una decisión valiente»

«Agradezco y felicito a nuestros colegas que informaron sobre esta mala conducta», dijo el rector, que calificó la decisión de las mujeres de «extremadamente valiente», aunque en ningún momento concretó en qué circunstancias se produjo el acoso.

Ayala, que ahora tiene 84 años, fue asesor científico del expresidente Bill Clinton, presidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, la organización de investigadores más importante del mundo, y recibió los más importantes premios.

El biólogo lamenta que sus «modales de caballero» hayan molestado a sus compañeras

Francisco J. Ayala, obligado a dimitir de todos sus puestos en la Universidad de California en Irvine (UCI), lamentó ayer «profundamente» que sus «modales» de caballero hayan sido malinterpretados e incomodaran a sus compañeras, según se recoge en un comunicado al que ha tenido acceso la agencia Efe.

«Lamento profundamente que lo que siempre he creído como buenos modales de un caballero europeo -saludar a las compañeras mujeres de manera cálida, con un beso en ambas mejillas o hacerles cumplidos sobre su belleza- haya hecho sentirse incómodas a colegas que respeto», afirmó Ayala. «Nunca fue mi intención hacerlo», agregó el científico, quien apuntó que no desea colocar a estas mujeres, a su propia familia y a la universidad en medio de un «largo proceso de investigación adicional, audiencias, apelaciones y demandas».

«Tengo mucho respeto por ellos y mucho trabajo todavía por hacer. Continuaré con mis investigaciones con renovado vigor y agradezco el apoyo de los compañeros en todo el mundo», dijo.

Camilo J. Cela-Conde, profesor de evolución humana y coautor de varios libros junto a Ayala, criticó la decisión de la universidad, a la que acusó de «falta de imparcialidad» en la investigación. «Hasta donde yo sé fue culpado por hacer comentarios educados sobre la apariencia de estas compañeras», dijo.