Bélgica empieza a rendir cuentas por su pasado colonial

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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Cristina Porteiro

Bruselas dedica una plaza a Patrice Lumumba, asesinado por defender la independencia del Congo

01 jul 2018 . Actualizado a las 09:23 h.

«Justicia histórica. Es una victoria y espero que esta plaza sea el inicio de una nueva relación entre el Congo y Bélgica», clamó emocionado Roland Lumumba. El hijo del histórico revolucionario congoleño asistió ayer a la inauguración de la plaza que Bruselas le ha dedicado a su padre, Patrice, a quien apenas conoció. Y lo hizo el mismo día en que se conmemoraban los 58 años de la independencia del Congo.

Una placa situada en la entrada del emblemático barrio de Matonge recuerda las palabras del líder africano, que todavía retumban en la memoria de los más viejos: «Ninguna brutalidad, maltrato o tortura me ha doblegado jamás porque prefiero morir con la cabeza en alto, con la fe inquebrantable y una profunda confianza en el futuro de mi país, a vivir sometido y pisoteando principios sagrados». Junto a ella, se alza una escultura de Patrice. En sus manos porta el pasional discurso de independencia que pronunció en 1960 frente al rey Balduino de Bélgica.

Durante su lectura hizo una encendida defensa de la soberanía congoleña y pasó revista a las atrocidades, la explotación, el expolio, las humillaciones y crímenes salvajes que sufrió su pueblo bajo el control del sádico rey Leopoldo II (1865-1909) y los sucesivos gobiernos belgas. «Fue el momento clave que definió su carrera, su valentía», explica la artista escultora, Rhode Makoumbou.

Sabe muy bien de qué habla. Patrice, ex primer ministro del Congo, había enviado un mensaje claro a los dominadores europeos. Su país no volvería a ser una colonia satélite de ninguna potencia imperialista. Esa actitud desafiante le costó la vida. Firmó su sentencia de muerte. El 17 de enero del 1961, Lumumba fue torturado, mutilado y asesinado con la complicidad de su opositor Mobutu, el Estado belga y las fuerzas de inteligencia estadounidenses.

Bélgica pidió perdón, pero las heridas siguen sin cerrar. A nivel político, las relaciones todavía no se han normalizado y los familiares de Patrice exigen que se aclare su asesinato. «Este es un paso adelante. Hemos luchado desde hace 15 años para tener una plaza en honor a Lumumba. Es un héroe nacional. Se ha convertido en un símbolo internacional de la libertad de los pueblos. Es más que un congoleño. Él hoy es brasileño, español, belga», asegura la presidenta de la asociación Bamko asbl, Mireille-Tsheusi Robert, responsable de la organización del evento.

Los jóvenes belgas pretenden revisar el legado del sanguinario rey Leopoldo II La comunidad congoleña de Bélgica, que representa el 60 % de los 250.000 africanos que residen en el territorio, creen que el país todavía tiene que ajustar cuentas pendientes con su pasado. No quieren que las nuevas generaciones olviden la historia y exigen un ejercicio de revisión para que no se siga blanqueando la imagen de genocidas como Leopoldo II. El rey belga fue responsable de la muerte de millones de personas en sus plantaciones de caucho, donde se convirtió en norma la amputación de extremidades como castigo por no alcanzar la cuota fijada. Se acepta que su reinado constituye el trasfondo de El corazón de las tinieblas, la novela de Joseph Conrad que mejor refleja la brutalidad colonial.

Los vínculos del monarca con el esclavismo no fueron un obstáculo para que las autoridades belgas le erigieran una estatua en el señorial Boulevard du Regent. El debate sobre su retirada hierve con posiciones encontradas desde hace años. Mireille-Tsheusi se conformaría con que se explicase en una placa quién fue y qué hizo: «Defendemos la memoria inclusiva», sostiene. Bruselas ha dado un primer paso reconociendo el legado y la lucha de Patrice Lumumba. Su sociedad está cambiando. «Este es un bonito homenaje para ese gran hombre», celebró ayer el alcalde de Bruselas, Philippe Close, poniendo el broche a un día histórico para Bélgica.