El SPD rechaza los centros de tránsito y amenaza a Merkel con abrir otra crisis

patricia baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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La canciller anuncia que los migrantes permanecerán en ellos un máximo de dos días

05 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La canciller alemana respira aliviada tras haber acercado posturas con el ministro del Interior y jefe de la CSU bávara, Horst Seehofer, que amagó con dimitir y hacer estallar la gran coalición. Pero ahora la pelota está en el tejado del SPD. El tercer socio de Gobierno debe dar su visto bueno para que pueda entrar en vigor el acuerdo migratorio al que llegaron el lunes los conservadores, pero ayer ya rechazó uno de los pilares del plan, la creación de centros para realojar a los refugiados en la frontera con Austria mientras las autoridades tramitan su devolución al primer país europeo por el que entraron al continente.

«Tienen que ser suficientes 48 horas, como dice la Constitución», explicó ayer Angela Merkel en una entrevista con ARD durante la cual reveló detalles de su propuesta. Después de pasar un máximo de dos días bajo vigilancia policial en los llamados «centros de tránsito», que según recalcó serán edificios que tendrán siempre las puertas abiertas en dirección a Austria, los demandantes de asilo serán derivados a albergues comunes. La jefa de la bancada conservadora intentaba así convencer al SPD, de cara a la reunión que tienen previsto mantener hoy los tres socios de coalición.

«Con nosotros no va a haber campos cerrados», subrayó sin embargo la líder socialdemócrata, cuyo partido ya se opuso a un concepto similar en 2015 y que acaba de elaborar un plan migratorio propio al hilo de lo pactado en la última cumbre europea. «Nuestra guía es el acuerdo de coalición», afirmó Andrea Nahles ante el Parlamento durante el debate sobre los presupuestos generales. Un debate que estuvo centrado en la política migratoria y el pulso que mantuvieron Merkel y Seehofer hasta el último minuto.

«Por eso dividen y echan por tierra su inestable Gobierno. Y en última instancia, su partido. ¡Pongan fin a este drama y hagan el favor de dimitir!», instó Alice Weidel. Su formación, la ultraderechista AfD, no deja de sumar votos tras capitalizar el rechazo de la población a la llegada de extranjeros. Es más, aspira a quedar segunda en las elecciones regionales de octubre en Baviera, después de haber logrado el tercer puesto en las generales de septiembre.

«El manejo que le demos a la crisis migratoria es decisivo para la futura supervivencia de Europa», respondió Merkel, que ha ido endureciendo el asilo a medida que perdía respaldo por su política de acogida. A día de hoy, la canciller apuesta por la protección de fronteras y la devolución de inmigrantes a través de pactos bilaterales, como el sellado con al menos 13 países, entre ellos España y Grecia.

Ayer mismo, Hungría se mostró dispuesta a acoger a los refugiados que se hubieran registrado primero en su territorio, si Berlín firma primero un tratado similar con el Gobierno austríaco. «El orden tiene que ser: negociaciones entre Alemania y Austria y después entre Austria y Hungría», dijo al Bild el primer ministro, el nacionalista Viktor Orbán, que está de visita oficial en la capital alemana.

Por su parte, Viena anunció que impondrá controles fronterizos durante cinco días en julio y septiembre, coincidiendo con la reunión de ministros de Interior de la UE y la cumbre de jefes de Estado del bloque, que tendrán lugar en su territorio. Una decisión ajena el plan de Berlín, insistió el Ejecutivo de Sebastian Kurz, un día después de amenazar con blindar su frontera si su vecino le devuelve refugiados. Por primera vez los controles se extenderán a la región del Tirol, limítrofe con Alemania.

Bruselas advierte a Berlín y Viena de que deberá autorizar cualquier acuerdo bilateral fronterizo 

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«Efecto dominó», es el gran temor que alberga Bruselas. Si se cumple el guion previsto, Berlín y Viena cerrarán de forma consecutiva sus fronteras para evitar los movimientos secundarios de migrantes entre los dos países. La canciller Angela Merkel se comprometió a ello con sus socios bávaros de gobierno. Su plan incluye desplegar centros de detención fronterizos. El líder austriaco, Sebastian Kurz, no quiere que ese tapón en el flanco norte obligue a su país a hacerse cargo de los migrantes así que hará lo suyo en la frontera sur, con Italia. Viena todavía no ha notificado sus intenciones a Bruselas.

La Comisión Europea está a la espera pero, por si acaso, su portavoz, Natasha Bertaud, advirtió ayer de que cualquier acuerdo bilateral fronterizo deberá contar con el visto bueno del Ejecutivo comunitario. «No tenemos muchos detalles. Estamos siguiendo de cerca el desarrollo de los acontecimientos. Sabemos que muchas cosas son posibles bajo la legislación de la UE, pero cualquier acuerdo bilateral debe ser consultado con la Comisión y ver su compatibilidad con las reglas europeas», indicó.

También tuvo palabras de reproche para la actitud desleal de los dos países que, ajenos a los problemas de sus vecinos del sur y concentrados en la política casera, han proyectado unos planes de contención migratoria que podrían poner en serio riesgo la libre circulación en el espacio Schengen. «El enfoque europeo acordado es que para evitar los movimientos secundarios hay que cooperar entre los países miembro, no tomar medidas unilaterales», insistió Bertaud, quien sí considera legal la creación de centros cerrados de detención.

«Los Estados miembro tienen la posibilidad de restringir el movimiento si se justifica que hay riesgos». Bruselas demandará a Berlín y Viena argumentos sólidos para dar forma a sus planes de blindaje, como ya hizo desde que la ruta de los Balcanes quedó bloqueada. El «efecto dominó» provocó que miles de migrantes quedasen atrapados en tierra de nadie, sin atención ni perspectivas de acogida. Y lo más peligroso: Puso contra las cuerdas la libre circulación en la UE.

Bruselas también tuvo que salir ayer al paso de las críticas vertidas por los guardacostas libios, quienes denuncian que el dinero comprometido por la UE a cambio de hacerse cargo de las labores de vigilancia y rescate en el Mediterráneo no les está llegando. «Les hemos dado entrenamiento y equipamiento. También apoyo para reparar sus embarcaciones y vehículos. Hay proyectos específicos en marcha aunque es posible que se refuercen en el futuro en vista de las necesidades sobre el terreno», defendió ayer la portavoz de Exteriores de la Comisión, Maja Kocijancic.