La UE y Japón asestan un nuevo golpe a Trump con un tratado de libre comercio

Cristina Porteiro
cristina porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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El primer ministro nipón, flanqueado por los líderes europeos tras sellar el acuerdo de Tokio
El primer ministro nipón, flanqueado por los líderes europeos tras sellar el acuerdo de Tokio KOJI SASAHARAPOOL

Juncker se reunirá el día 25 con el magnate para desactivar la guerra arancelaria

18 jul 2018 . Actualizado a las 07:53 h.

«Gran trabajo», aplaudía ayer el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, mientras sonreía y apretaba satisfecho la mano del primer ministro japonés, Shinzo Abe. Acababan de firmar un acuerdo comercial que pasará a la historia. No solo por su volumen económico (los dos bloques concentran el 28 % del PIB mundial), sino también por el momento oportuno en el que llega. En plena oleada proteccionista, instigada por el presidente de EE.UU., Donald Trump, cuya ofensiva arancelaria sigue escalando y amenaza con alcanzar a los automóviles, uno de los principales motores de exportación de la UE.

«(El acuerdo) es una luz en la creciente oscuridad de la política internacional, enviamos un mensaje claro de que podéis contar con nosotros. Somos predecibles, responsables y continuaremos defendiendo un mundo basado en reglas, libertad, transparencia y sentido común», sostuvo Tusk durante la rueda de prensa. La puesta en escena, cuidadísima, entonaba con la evidente sintonía entre los líderes. Después de lidiar con los exabruptos y el temperamento caprichoso de Trump, el encuentro con Abe fue un bálsamo para el polaco y el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker.

El luxemburgués se reunirá el próximo día 25 con el presidente norteamericano en Washington para discutir en torno a la guerra arancelaria que ha desatado el magnate contra sus «enemigos» comerciales y sobre las maniobras unilaterales que ha emprendido en el terreno político.

Tokio dejó claro ayer que cerrará filas con Bruselas para plantar cara al inquilino de la Casa Blanca y para defender el orden internacional y el libre comercio. «Hoy es un buen día, no solo para los japoneses y los europeos, también para la gente razonable que cree en el respeto mutuo y la cooperación», deslizó Tusk. El polaco se mostró satisfecho por lograr sumar a los dos gigantes asiáticos (China y Japón) a su cruzada contra el desmantelamiento de la arquitectura del comercio global, respaldada ayer por la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).

El líder del Consejo rechazó todas las críticas sobre el riesgo potencial que este acuerdo puede tener para el empleo: «¿Queréis saber cuál es el verdadero riesgo para los trabajadores y empresas? La incertidumbre política, las guerras tarifarias, la retórica agresiva, la imprevisibilidad y la irresponsabilidad», indicó. En otras palabras: el riesgo se llama Trump. Y su sombra se extiende a todos los ámbitos, también a la política exterior, la seguridad e incluso el climático.

La UE trata de mantener vivo el Acuerdo de París, esa alianza mundial para lograr reducir las emisiones de CO2. Abe se comprometió a no abandonar a los Veintisiete, arrancando un agradecimiento de sus aliados europeos. «No hay protección en el proteccionismo ni unidad en el unilateralismo», recordó Juncker a modo de reproche al norteamericano a solo ocho días de verse cara a cara. El líder de la Comisión y su equipo preparan la cita con minuciosidad aunque será difícil mover al magnate hacia posiciones más flexibles. Las cifras hablan por sí solas. De las cinco grandes potencias comerciales, solo EE.UU. registra una balanza comercial deficitaria y ese desequilibrio se debe en buena medida a su relación con la UE.

Los 28 mantienen un saldo positivo que asciende a 118.700 millones de euros.

Rusia recibe otro varapalo del Tribunal de Estrasburgo

A Rusia le llueven las condenas del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH). No es la primera vez que el país es amonestado por este órgano de Justicia internacional, con sede en Estrasburgo, por conculcar derechos fundamentales, desatender requerimientos procesales, emitir sentencias abusivas con pruebas amañadas o reprimir a la oposición. Esta vez, los fallos atañen a dos asuntos que generaron mucha polémica y tuvieron enorme repercusión mediática, la investigación sobre el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya y la sentencia contra las integrantes del grupo punk Pussy Riot.

En el primer caso, el Tribunal de Estrasburgo condenó ayer al Estado ruso a indemnizar con 20.000 euros a los familiares de Politkóvskaya por daños morales. Los jueces han concluido que, si bien varias personas implicadas directamente en el atentado recibieron penas de cárcel, no se hizo lo suficiente para esclarecer quién dio la orden de perpetrarlo y por qué. A juicio de los magistrados, no fueron tenidas en cuenta las alegaciones de la familia, que considera que hubo connivencia de los servicios secretos rusos y del presidente checheno, Ramzán Kadírov.

En cuanto a las tres componentes de Pussy Riot, Nadezhda Tolokónnikova, María Aliójina y Ekaterina Samutsévich, el TEDH ha resuelto que fueron objeto de un trato «humillante» y «excesivamente severo». El conjunto musical se plantó el 21 de febrero de 2012 en el altar de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú e interpretó una «plegaria» implorando a la Virgen María que librase al país de Vladimir Putin. Protestaban contra Kiril, el patriarca de la Iglesia Ortodoxa, que había pedido el voto a favor del presidente ruso en las elecciones de aquel año. La broma les costó una condena de dos años de cárcel. Fueron, no obstante, amnistiadas pocos meses antes de cumplir la pena.

Propaganda homosexual

El año pasado, Estrasburgo dictaminó también que la ley vigente en Rusia contra la «propaganda homosexual» entre los menores es «discriminatoria» y «alienta la homofobia». Los magistrados han dado asimismo la razón a varios opositores en sus recursos contra la Justicia del país eslavo, entre ellos el bloguero anticorrupción Alexéi Navalni y el excampeón mundial de ajedrez, Garry Kaspárov. A causa de ello, Moscú ha amenazado varias veces con abandonar la Convención Europea de Derechos Humanos y el TEDH.