Víktor Orbán descose a la familia conservadora de la Eurocámara

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / CORRESPONSAL

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GEORG HOCHMUTH | afp

El PPE cede al chantaje del húngaro para afrontar a los ultras en los comicios del 2019

23 sep 2018 . Actualizado a las 09:39 h.

¿Dentro o fuera? El Partido Popular Europeo decidió el pasado miércoles, a regañadientes, dividido y con cierto atisbo de vergüenza, mantener al partido del primer ministro de Hungría, Víktor Orbán, en la familia. Ni las evidencias en torno a la falta de independencia de la Justicia húngara, la negativa del Gobierno a acatar las normas europeas, el secuestro de los medios, las cortapisas a las oenegés o la discriminación de la minoría gitana lograron vencer las defensas del PPE que se resiste a expulsar a su oveja negra. Ni siquiera tras el varapalo que recibió Orbán en la Eurocámara, donde miembros de su propio grupo votaron a favor del informe Sargentini, en el que se solicita la activación del artículo 7 de los Tratados (suspensión de voto en la UE) por constatar que la democracia está en peligro.

El enfado y la indignación se han propagado por algunas delegaciones conservadoras del norte que demandan desde hace tiempo la expulsión del Fidesz. «Esta vez, Víktor Orbán ha ido demasiado lejos», se llegó a quejar la diputada sueca del PPE, Anna Maria Corazza Bildt. La familia conservadora se descose y lo hace ante la impertérrita mirada del líder ultranacionalista, quien tiene en su mano la llave del partido. El PPE ha cedido al chantaje de Orbán para «evitar un mal mayor». ¿Que puede ser peor que mantener habilitado a un primer ministro autoritario y cleptócrata? Que se acabe sumando a las filas ultras en las elecciones europeas de mayo del 2019. La xenófoba Liga Norte italiana y el ultraderechista FPÖ austríaco ya lo han cortejado. «Orbán no es fácil, eso lo sabemos todos», admitió el presidente del partido europeo, Joseph Daul, quien se escuda en el proceso abierto en el Consejo contra Hungría para posponer la decisión. Voces dentro del partido sostienen que es mejor mantenerlo dentro para contener sus pulsiones eurófobas.

A nadie le convendría que la situación en Hungría se precipitase hacia un referendo de permanencia. Pero, ¿dónde ha puesto la línea roja el PPE? Los conservadores ya la han movido varias veces para acomodar al líder húngaro, quien todavía cuenta con defensores en Bruselas. «Ha sido elegido democráticamente», trató de justificar el líder de Los Republicanos franceses, Laurent Wauquiez. Lejos de hacer autocrítica, como exigen los conservadores nórdicos, los cómplices de Orbán han intentado desviar la atención hacia los Gobiernos socialdemócratas de Malta, Eslovaquia y Rumanía, en el punto de mira. «Nos equivocamos si expulsamos a Orbán de Europa o del PPE», insistió el galo, favorable a la línea dura de Hungría con las cuotas de refugiados.

El bochorno es mayor cuando se pasa la lupa a las delegaciones nacionales. Eurodiputados franceses, españoles, italianos, eslovenos, croatas, rumanos, eslovacos y búlgaros intentaron frenar la iniciativa de la Eurocámara, que sí respaldaron los conservadores belgas, holandeses, suecos, daneses, finlandeses y austríacos, entre otros.

Apoyo del PP español

El dilema ante la votación y posterior demanda de expulsión del Fidesz también provocó fracturas dentro del PP español. Pilar Ayuso, Carlos Iturgaiz y Gabriel Mato tendieron la mano a Orbán. El resto se abstuvo. ¿Por qué este capote al húngaro? «Cuando España ha solicitado apoyo para encarar el proceso independentista, siempre ha estado con España», explicó el líder del partido, Pablo Casado. Para los populares no se trata de velar por el Estado de derecho sino de devolver favores prestados.