España encara una fuerte subida de impuestos en plena desaceleración

Ana Balseiro
ana balseiro MADRID / LA VOZ

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Juan Carlos Hidalgo | Efe

Presionado por sus alianzas, Bruselas y sus promesas electorales, el Gobierno suda para intentar cuadrar las cuentas con subidas y nuevos impuestos justo cuando el crecimiento se frena

07 oct 2018 . Actualizado a las 10:01 h.

Entre la espada y la pared. Así está el Ejecutivo de Pedro Sánchez, tratando de cuadrar los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para el 2019, para que cuenten con una triple bendición. La de sus aliados políticos (principalmente, Unidos Podemos); la de Bruselas, a quien debe enviar el borrador de las cuentas antes del próximo día 15; y la de su electorado, que le reclama el cumplimiento de las promesas socialistas. Tal alquimia económica parece imposible, ya que las exigencias de la formación morada disparan el gasto público hasta dinamitar el objetivo de déficit fijado por la Comisión Europea -muy molesta ya por el precedente de Italia-, y la imposibilidad de flexibilizarlo deja como única salida una inminente subida de impuestos, precisamente cuando la economía española comienza a frenarse.

Los organismos internacionales avisan del riesgo. Esta misma semana lo hizo el FMI, que rebajó su previsión de crecimiento y alertó del peligro de revertir las reformas o subir las pensiones con el IPC sin hacer otros ajustes. Pero Sánchez mira para otro lado mientras anuncia, a cuentagotas, una sacudida fiscal considerable. Quiere gravar más a las rentas altas, el diésel, la compra de acciones, a las grandes tecnológicas, a la banca y a la economía colaborativa para compensar un incremento de gasto que supera los 5.000 millones.

A continuación, un chequeo a los impuestos que vienen... condicionados por los Presupuestos.

IRPF

Subida para las rentas más altas. Los dos nuevos tramos en el IRPF que el Gobierno proyecta no afectarán a la inmensa mayoría de los contribuyentes: se implementarán para rentas superiores a 140.000 euros y a partir de 300.000, elevando el progresivamente el marginal en cuatro puntos, hasta un tipo máximo del 52 %. Las críticas se centran en la escasa cuantía que recaudará (sumada también a una subida fiscal de las rentas del capital, podría suponer unos 1.500 millones), ya que menos del 0,5 % de los españoles ganan más de 140.000 al año.

Un mínimo del 15 % para las grandes empresas. Otra de las dianas del Ejecutivo en lo que respecta a aumentar la recaudación fiscal son las grandes empresas. De hecho, uno de sus primeros anuncios fue la imposibilidad de que se aplicaran deducciones que rebajaran más del 15 % del impuesto de sociedades. Esta misma semana, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, defendió la «revisión» de la tributación empresarial porque, «aunque el volumen de negocio desde el 2007 ya se ha recuperado, la recaudación es la mitad que entonces».

En este sentido, Montero también anunció que estudia gravar con un 5 % los beneficios conseguidos en el exterior por las multinacionales españolas, con lo que la recaudación se elevaría más de 1.000 millones. Las grandes firmas (todo el Ibex) y los asesores se oponen, alertando de que crea dobles imposiciones.

Tecnológicas

Impuesto del 3 % para las plataformas digitales. Es otro de los anuncios de esta semana. Montero defendió gravar a las grandes plataformas tecnológicas -sobre todo en los sectores del transporte o el alojamiento, como Uber o Airbnb- con facturación global superior a los 750 millones en España, con el argumento de que es preciso diseñar una «nueva fiscalidad para el siglo XXI». Y la economía colaborativa no puede quedar al margen.

Gravamen a la compra de acciones. Aunque el impuesto a la banca parece aparcado, su mero anuncio generó una fuerte contestación del sector: la banca sostiene que ya paga impuestos, que su rentabilidad sigue siendo muy baja y que tal impuesto acabaría trasladándose a los clientes, a través de créditos más caros, más comisiones y menos rentabilidad en sus depósitos. Lo que sí está ultimado es el impuesto a las transacciones financieras, bautizado como tasa Tobin, que pasaría por aplicar un impuesto del 0,2 % a la compra de acciones si son de compañías de gran tamaño. Quedará exenta la renta fija.

DIÉSEL

Equiparado a la gasolina. Enmarcado en la lucha contra el cambio climático y la necesidad de una transición hacia el uso de energías limpias, quienes compraron un coche diésel para ahorrar en combustible deben despedirse, ya que el Gobierno equiparará el precio del gasoil al de la gasolina. El Ejecutivo sostiene que no afectará a los profesionales del transporte, pero sí al resto de los bolsillos, es decir, desde la clases humildes hasta las medias y las altas. Para compensar el roto habrá un nuevo plan renove, pero no antes del 2020.

y más gasto

Pensiones, suspensión del impuesto a la generación eléctrica o IVA reducido para la higiene femenina. Junto a las subidas fiscales para cerrar la brecha de 10.000 millones que exige Bruselas, el otro hándicap está en el cumplimiento de los compromisos electorales, que se traducen en más gastos o menos ingresos. Ejemplo de esto último es la suspensión temporal -seis meses- del impuesto a la generación eléctrica que se carga en la factura de la luz y que pasará del 7 % a prácticamente cero. Menores ingresos supondrá también rebajar al 4 % el IVA de los productos de higiene femenina, mientras que la proyectada revalorización de las pensiones según el IPC disparará un gasto ya desbocado.

Y aunque soplar y sorber son incompatibles, Montero aseguró el jueves que «es posible cumplir los compromisos contraídos con los ciudadanos y con la UE».