Contundente victoria del ultra Bolsonaro

Miguel Piñeiro Rodríguez
Miguel Piñeiro BRASILIA / CORRESPONSAL

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NACHO DOCE

El nuevo presidente de Brasil supera en más de once puntos a Fernando Haddad y se dispone a gobernar un país fracturado socialmente y sumido en la incertidumbre política y económica

28 oct 2018 . Actualizado a las 23:54 h.

A lo largo y ancho de todo Brasil, las camisetas verdeamarelas con las que se atavían los simpatizantes de Jair Bolsonaro (apropiándose de los colores nacionales) comenzaron a salir a la calle, quemando tracas, tocando cláxones y llenando los bares. Los seguidores del candidato ultraderechista comenzaron a celebrar la victoria antes de las 19 horas (en Brasil, las once de la noche en España), cuando se conocieron los primeros datos del escrutinio oficial. Con más del 92 % de las urnas escrutadas, Bolsonaro se confirmó como nuevo presidente brasileño con un 55,7 % de los votos por 44,3 % de Fernando Haddad, una contundente victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que inclina a Brasil hacia la extrema derecha, después de cuatro comicios ganados de manera consecutiva por el Partido de los Trabajadores.

Bolsonaro se convierte así en el 38.º presidente del gigante sudamericano, que se sume ahora en la incertidumbre de una profunda fractura social y, sobre todo, ante los tics autoritarios de su nuevo líder. Brasil queda expectante ahora al día después de unos comicios que culminan años de tensión, con la sombra de la íntima relación de Bolsonaro con los militares, por más que la cúpula de los ejércitos intentara mantenerse al margen durante todo el proceso electoral. Mientras su coordinador del programa de Educación, el general Aléssio Ribeiro, llamaba en una entrevista a «una nueva bibliografía» para explicar la historia en los colegios, más preocupante resultaba que el actual presidente del Tribunal Supremo, Dias Toffoli, prefería referirse al golpe militar de 1964 como «movimiento». El ambiente de blanqueamiento de la dictadura militar brasileña es solo un síntoma más del ascenso imparable de Bolsonaro. 

Retos sociales y económicos

No obstante, Bolsonaro tendrá que enfrentarse a muchos retos, sociales y económicos, con un paro sin mejoría y un déficit galopante. El llamado a ser su vicepresidente, el general Hamilton Mourão (que reconoció haber dicho «muchas estupideces» en la precampaña), decidió hablar de economía por primera vez y decir que las pensiones serán la prioridad.

La segunda vuelta electoral transcurrió en lo que se entiende como parámetros de normalidad en Brasil, con casi 5.000 urnas electrónicas intervenidas, algún colegio con destrozos, un muerto el sábado en una manifestación pro Haddad en Ceará y casi un centenar de detenidos por diversos incidentes. No hubo problemas en Río de Janeiro, donde Bolsonaro emitió su voto. Escoltado por guardaespaldas, ejército y un coordinador de seguridad mando de la Policía Federal, el ultraderechista lució su sonrisa y confianza en la victoria que «se ve en las calles desde hace semanas». Poco después, los seguidores de Bolsonaro se concentraron cerca de la impresionante casa del excapitán, donde entonaron cánticos y pasearon un ataúd que representaba al PT.

Casi a la misma hora, sobre las 10 de la mañana, emitía su voto Fernando Haddad, el candidato del PT ungido por Lula. En la São Paulo que dirigió como alcalde durante un mandato, Haddad se encontró con manifestaciones de apoyo y también de rechazo en su colegio electoral. «Estoy esperanzado», dijo, tras hacer llamamientos a la paz social. La recta final de la campaña había dado cierta esperanza al grupo de Haddad, que recibió apoyos públicos como el del expresidente del Supremo Joaquim Barbosa, la candidata presidencial Marina Silva y muchas personalidades del imperio mediático Globo. Otros, sin embargo, lloraban la actitud de Ciro Gomes, llamado a ser tercera vía en el proceso, y que decidió inhibirse en la segunda vuelta. Pero fueron vanas esperanzas, como demostraron las urnas.

A votar con libros como «1984» y «Cómo mueren las democracias»

Partidarios de Fernando Haddad fueron a votar con libros bajo el brazo. Los títulos -Angustia, 1984 y Cómo mueren las democracias, entre otros- fueron elegidos cuidadosamente para expresarse ante la probabilidad de que el ultraderechista Jair Bolsonaro ganara la presidencia. En redes sociales, bajo las etiquetas #LivroSim y #ArmaNao (‘Libro sí, armas no’), protestaron contra la propuesta de Bolsonaro. Los votantes de Haddad publicaron fotos de los libros seleccionados: la internauta Fernanda Oliveira eligió Angustia, del brasileño Graciliano Ramos; mientras que @SraEsposito optó por Tá todo mundo mal, de la bloguera Jout Jout. También se unió a la campaña la diputada Maria do Rosario, quien optó por el libro Brasil: Nunca Más, escrito clandestinamente durante los llamados «años de plomo». Es «una valiente denuncia de la dictadura» militar, dijo. Cómo mueren las democracias, de Daniel Ziblatt y Steven Levitsky; Cómo conversar con un fascista, de Marcia Tiburi; o Unidos por la libertad, de Rafael Guimaraens, fueron otros libros seleccionados por los votantes. También algunos clásicos, como 1984 de George Orwell; y biografías de famosos luchadores por los derechos humanos, como la de Martin Luther King.

Un Congreso y un Senado profundamente divididos auguran una legislatura complicada

 La incertidumbre electoral de las últimas horas de campaña, dando emoción a un resultado que parecía claro una semana atrás, se trasladará enseguida a la gestión del próximo presidente en la Cámara de Diputados y en el Senado brasileños. Porque el líder de la república tendrá que pasar sus propuestas de leyes en el parlamento más fragmentado de la historia. Hasta 30 formaciones ocuparán alguno de los 513 escaños de la Cámara.

Y ningún escenario ofrece certezas. El PT es el que más representación tiene, a pesar de todos los reveses electorales y judiciales en los dos últimos años. Sus 57 diputados superan a los 51 del partido de Bolsonaro, el PSL, una formación hasta ahora intrascendente que en la anterior legislatura solo tenía un representante. A partir de ahí, un maremagno de siglas y de sensibilidades, en ocasiones transversales, como los llamados ruralistas, los evangelistas de diferente signo, la llamada bancada da bala con lobistas de las armas, y un largo y variado etcétera.

Aunque el cariz mayoritariamente conservador del parlamento parece facilitar el trabajo de Bolsonaro si llega a la presidencia, nada es seguro, como pudo comprobar el mandatario saliente Michel Temer, que sudó tinta para engrasar sus polémicas reformas económicas.

Lo mismo ocurre en el Senado, donde la ola Bolsonaro ha provocado la elección de muchos senadores de pasado discreto y escasa fama. Pero en un país donde los votos se negocian con dinero de manera pública, ningún apoyo está asegurado. El llamado centrão, una amalgama de varios de esos pequeños partidos en el Congreso, había prometido durante la campaña presidencial su apoyo al conservador Geraldo Alckmin antes de virar más aún a la derecha. Sea como fuere, Bolsonaro cuenta con una ventaja: la presencia de sus hijos Flávio y Eduardo en ambas cámaras. Qué mejores hombres de confianza para negociar con el cuchillo entre los dientes que tus hijos.