La recaudación tendría que crecer el doble que el año pasado para que salgan las cuentas

Gabriel Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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Hacienda prevé ingresar 20.000 millones más, de los que solo una cuarta parte proceden de los nuevos impuestos

12 ene 2019 . Actualizado a las 09:27 h.

La ecuación era complicada. Por un lado, había que elevar la partida del gasto social para trufar los Presupuestos de guiños al electorado, por la incertidumbre de cuándo habrá que poner las urnas. Por el otro, era necesario ceñirse al ajustado corsé que impone Bruselas, que la mayoría del PP y Ciudadanos en el Senado ha apretado todavía más, obligando a realizar un ajuste adicional de 6.200 millones para reducir el déficit cinco décimas más de lo previsto.

Un sudoku casi imposible que el Gobierno confía en resolver gracias a una recaudación récord. La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunció este viernes que los ingresos tributarios del Estado superarán este año los 227.350 millones de euros, un 9,5 % más que los 207.600 que, según el avance de liquidación, entraron en caja el año pasado, en el que por fin se superaron los registros previos a la crisis.

Para llegar a la cifra que necesita el Gobierno para cuadrar las cuentas, la recaudación debería crecer este año el doble de lo que lo hizo en el 2018 (casi 20.000 millones, frente a los 9.500 del ejercicio anterior). Pese a los tambores que anuncian una desaceleración progresiva de la economía española, que se comerá al menos una décima de crecimiento este año, la ministra defendió que se trata de un objetivo realista, al que el Gobierno prevé llegar por tres vías. La primera, la propia inercia del ciclo económico, que aumentará las bases imponibles y, por tanto, las cuotas de los diferentes impuestos. En ese sentido, defendió que en los últimos meses del año la recaudación repuntó más de un 11 %, muy por encima del crecimiento en la primera mitad del ejercicio, que cifró en un 4 %, lo que a su juicio desmonta los mensajes catastrofistas sobre la salud de la economía española.

Como esa inercia no era suficiente para financiar todos los gastos que se anuncian, el Ejecutivo incluye en su proyecto presupuestario toda la batería de novedades fiscales que ha ido anunciando desde la investidura de Pedro Sánchez, que según sus cálculos (para muchos analistas demasiado optimistas) permitirían recaudar unos 5.600 millones más este ejercicio, la cuarta parte de la inyección fiscal necesaria. Medidas entre las que se incluye la fijación de un tipo efectivo mínimo en el impuesto de sociedades (del 15 % con carácter general y del 18 % para bancos y petroleras), la subida de dos puntos en el IRPF para las rentas de más de 130.000 euros (que será de cuatro puntos para quienes ganen más de 300.000) o la creación de nuevos tributos para gravar las transacciones financieras y los servicios financieros (la bautizada como tasa Google), que el Consejo de Ministros aprobará la semana que viene pero que no entrarían en vigor hasta mediados de año. Menos concretas son las alusiones que se hacen en el documento a reforzar la lucha contra el fraude o la lista de morosos, aunque también se cuantifican económicamente.  

Ajustes en el IVA

En este escenario, el Ejecutivo estima que la recaudación por IRPF crecerá casi un 5 % este año, mientras que la de sociedades lo hará por encima del 14 %. Aunque en términos absolutos será el IVA, siempre según los cálculos de Hacienda, el que más ingresos adicionales inyectará: casi 8.200 millones adicionales (un 11,7 % más). De esta cifra, la parte del león procede del ajuste en la liquidación del nuevo sistema que emplean las grandes empresas para declarar el impuesto (SII), que permitirá al Gobierno contar con un colchón extra de 2.500 millones de euros (otros tantos se les transferirán a las comunidades), al imputar a este ejercicio trece mensualidades del impuesto, para compensar la pérdida de una de ellas en el primer año de aplicación del sistema.

El gasto social se lleva más de la mitad de los 365.000 millones del presupuesto  

Con esa recaudación récord que espera alcanzar, el Gobierno quiere financiar el incremento de las partidas sociales y las inversiones. Así, por ejemplo, el dinero destinado a dependencia se incrementa un 59 % hasta los 2.232 millones, y la dotación para infraestructuras aumenta casi un 40 % hasta los 7.572 millones de euros.

Con todo, son las pensiones las que se llevan la parte del León. Esa partida se come casi 154.000 millones, es decir, prácticamente tres cuartos de todo lo presupuestado por el ministerio de Montero. Las prestaciones subirán este año un mínimo del 1,6 %.

El castigo fiscal al diésel aportará el doble que la subida del IRPF a las rentas altas   

De que se aprueben o no los Presupuestos para el 2019 depende no solo la suerte de la legislatura, sino también el bolsillo de los trece millones de españoles que poseen un coche con motor diésel. Y es que el Gobierno lleva a las cuentas públicas la rebaja de la bonificación a este combustible, cuya tributación aumentará, una vez que se dé luz verde al cambio, en 3,8 céntimos por litro.

La ministra de Hacienda minimizó este viernes el impacto de la medida, asegurando que para un conductor medio que realice unos 15.000 kilómetros al año, el sobrecoste será de apenas tres euros al mes, unos 36 al año. Un sobrecoste en el que no incurrirán los profesionales que, como transportistas y agricultores, usan el gasoil en sus vehículos de trabajo, puesto que pese a justificar la subida fiscal por razones medioambientales (de hecho se etiqueta como fiscalidad verde), esta no se aplicará al gasoil profesional.

Aunque el impacto para el contribuyente es pequeño, para el Estado el castigo fiscal al diésel le permitirá recaudar 670 millones de euros, el doble de los 328 que prevé ingresar por la subida del IRPF a las rentas más altas.

De esa cifra, el 30 % se destinará, explicó Montero, a medidas de impulso a la movilidad sostenible, tanto a subvencionar la «fundamental» renovación del parque automovilístico como la política de transición hacia el coche eléctrico, «imprescindible» para ayudar a la industria automotriz a adaptarse al nuevo escenario.