Maduro sofoca una sublevación en la rama del Ejército más leal al chavismo

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MIGUEL GUTIERREZ | EFE

Los militares que se atrincheraron en su cuartel fueron detenidos horas después

22 ene 2019 . Actualizado a las 07:58 h.

Un total de 27 miembros de la Guardia Nacional Bolivariana, considerada la rama castrense más leal a Nicolás Maduro, fueron detenidos en su comandancia, ubicada en el norte de Caracas, la mañana del lunes, luego de robar armas de otros dos comandos, atrincherarse en su regimiento y declararse en desobediencia contra el régimen. El pronunciamiento, que apelaba al «pueblo de Caracas» a salir a la calle y protestar, fue contenido por la Fuerza de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional y la Dirección General de Contrainteligencia Militar.

Parcialmente, los vecinos de Cotiza, la zona donde se encuentra el comando donde estaban los alzados, les tomaron la palabra y se registraron escaramuzas entre estos y las fuerzas de seguridad. Sin embargo, la situación se solventó sin fallecidos ni heridos y, al producirse en una zona relativamente aislada, no tuvo mayores repercusiones. En el resto de Caracas, la vida transcurría con la normalidad de cualquier lunes por la mañana, aunque con numerosos rumores, también atenuados porque el Gobierno de Maduro restringió el acceso a las redes sociales, como Twitter, a Youtube, y a los principales portales web venezolanos. Las televisiones y radios, por su parte, llevan años autocensurándose, ante las amenazas de cierre.

El arsenal que se habían llevado los sublevados y que fue incautado incluía 39 fusiles automáticos AK103, de fabricación rusa; 14 pistolas, 3.100 cartuchos de fusil, 103 granadas lacrimógenas y 10 chalecos antibalas, entre otro material militar. El Ministerio de la Defensa, en un comunicado oficial, tachó a los sublevados de «delincuentes», y aseguró que la actuación estuvo motivada por «oscuros intereses de la extrema derecha», como suele calificar el chavismo a la oposición venezolana.

Mientras tanto, Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional (Parlamento), autoridad enfrentada a Maduro, como la mayor parte de la comunidad internacional, señaló que «lo que sucedió ayer en Cotiza es el reflejo de lo que sucede en la Fuerza Armada Nacional», y pidió a esta, especialmente a la Guardia Nacional (que tuvo papel fundamental en la represión de las protestas contra Maduro en el 2017) «ponerse del lado del pueblo».

Más de 3.000 desertores

Los 27 detenidos, para los cuales el ministro de la Defensa, Vladimir Padrino, pidió que caiga sobre ellos «todo el peso de la ley», se suman a más de 150 oficiales de la Fuerzas Armadas que se encuentran presos, algunos desde el 2013, por diversas intentonas contra Maduro, que este ha abortado siempre. Más de 3.000 oficiales militares han desertado en sus seis años de Gobierno y se han exiliado.

Guaidó pidió a los militares que se desvinculen del régimen de Maduro, cuya legitimidad está cuestionada tras una reelección no reconocida internacionalmente. El Parlamento discutirá hoy una ley de amnistía que exonera de responsabilidades a los militares que «contribuyan con el rescate de la Constitución». Mientras, el Tribunal Supremo de Justicia, alineado a Maduro, amenazó con llevar a prisión a todos los diputados y a la disolución del Parlamento.

El sargento mayor Valdrén Figueroa, un desconocido que engrosa la larga lista de detenidos

Nadie conocía a Valdrén Figueroa. Pero probablemente a partir de ahora se sume a los más de 400 sobre los que todos los días se hace mención en las redes sociales como preso político. Figueroa, sargento mayor de la Guardia Nacional, apareció en un vídeo colgado en las redes sociales como líder de los sublevados. «Aquí estoy con mis guerreros, guardias nacionales (…) para desconocer completamente al Gobierno de Maduro y para luchar junto al pueblo venezolano para restituir el hilo constitucional», anunció.

Sin embargo, a diferencia de Óscar Pérez, el policía venezolano que hace un año fue asesinado por fuerzas del orden después de rendirse, y que se hizo popular por sus incursiones (todas incruentas) contra el Gobierno de Maduro, Figueroa tuvo una primera y última aparición. Lo mismo ocurrió con Juan Caguaripano, también de la Guardia Nacional, quien en el 2017 robó un arsenal en un fuerte en Carabobo, a 150 kilómetros de Caracas, que fue detenido meses después y es objeto de peticiones por parte de oenegés de derechos humanos: no ha sido visto por sus familiares desde agosto del año pasado, su juicio militar no arranca, y se denuncian, periódicamente, torturas y malos tratos contra él.

Para Rocío San Miguel, una de las analistas militares más conocidas en Venezuela, es difícil catalogar un acto aislado, ocurrido en un cuartel pequeño, desconectado incluso de la capital del país, y por un número de apenas 27 militares, como una «asonada militar». Sin embargo, la analista considera que la anteriormente (en apariencia) monolítica unidad de las Fuerzas Armadas con el chavismo comienza a mostrar grietas, ahora muy evidentes.

«Es muy difícil calificar esto de asonada cuando no está involucrado un oficial de comando», señaló (los sargentos pertenecen a la llamada «tropa profesional»). «Además, ocurrió en un sitio muy controlable por sus entradas y salidas (…) esto genera más dudas que respuestas», indicó. Sin embargo, la experta señaló que los llamamientos de la oposición, en el Parlamento, a «restablecer el orden constitucional», han introducido un nuevo escenario en el diálogo de la oposición con los militares. «Guaidó [presidente de la Asamblea Nacional] ha abierto espacios de conexión simbólica muy poderosos», indicó San Miguel.