«Tengo cuatro hijos de tres padres»

ACTUALIDAD

CESAR TOIMIL

FAMILIAS CON HERMANOS DE DIFERENTES PADRES Son resultado muchas veces de las segundas o terceras oportunidades que da la vida. Hogares donde más allá de la sangre o de los apellidos, se reivindica el roce por encima de todo

28 ene 2019 . Actualizado a las 20:17 h.

Ángela es madre de familia numerosa. Tiene 34 años y un máster en crianza. La vida, que es muy caprichosa, ha querido ponerla en apuros, pero ella siempre ha tirado pa´lante y hoy puede decir que está feliz y orgullosa de la familia que ha formado. Tiene cuatro hijos, Elisa de 17 años, Dae de 12, Leo de 5 y Gio de 2. Es el ejemplo perfecto de las nuevas familias que se están formando en la sociedad de hoy en día, en la que los hermanos no comparten al cien por cien a los progenitores. En este caso, tuvo a Elisa con una pareja, a Dae con otra, y a los pequeños con otra. «Sí, tengo cuatro hijos de tres padres».

Cuando se conocieron Ángela y Miguel, Elisa tenía 9 años y Dae 4. «Él lo encajó superbien, no le dio ningún tipo de importancia, como si fuera todo muy natural», dice ella. Miguel le quita hierro al buen entendimiento con las hijas de su pareja: «No he hecho nada que no me parezca normal, si empiezas con una chica y tiene hijos, pues como haría cualquier persona».

Eso sí, en la primera cita «lógicamente fue lo primero que le dije, que tenía dos niñas y que estaba separada», comenta ella. Miguel no le dio importancia, le dijo que él también estaba separado pero que no tenía hijos. Al poco tiempo, ella lo invitó a comer a casa de sus padres y le presentó a las pequeñas. La aceptación por parte de ellas también fue enorme. «A la pequeña la acogió como una hija, era muy pequeñita, la mayor tenía otra edad, la figura paterna ya no le hacía tanta falta, ya se había acostumbrado a no tenerla. Ella no le llama papá directamente, pero si se refiere a él fuera de casa o en el colegio sí lo hace», explica Ángela.

Fruto de la inocencia de alguien que todavía no ha cumplido los cinco añitos, se produjo un gesto tan tierno como espontáneo que todavía recuerdan. «No sabemos por qué, pero Dae un día nos preguntó: ‘¿Yo le puedo llamar papá?’. Se lo preguntó a él directamente, Miguel le dijo que sí, y desde ese mismo momento», cuenta Ángela: «Ella no concibe otro padre, aunque le hablemos de mi ex marido, para ella su padre es Miguel».

CAMBIO DE APELLIDOS

Poco a poco la relación se fue afianzando, y el día a día llevó a Miguel a tomar decisiones en el hogar familiar del mismo modo que lo hacía Ángela. «Tengo que reconocer que ahí fui un poco egoísta y al principio me costaba mucho, porque yo siempre había estado sola con las niñas y estaba acostumbrada a tomar las decisiones yo sola», confiesa. Le costó abrirse y dejarle que participara en algunas cosas, incluso reconoce que a día hoy todavía a veces lo piensa aunque se retrae, pero poco a poco la situación fue cambiando. «Con Dae yo tenía como una sensación de protección total, como una carcasa que me había hecho a mi alrededor y me costó dejarlo entrar», explica.

Al principio Miguel no tenía muy claro que quisiera tener más niños, pero años después ya convencido, vino al mundo Leo. Al poquito de nacer, Dae tuvo un pequeño conflicto. Cuando estaban tramitando los papeles para apuntarlo a la guardería, Dae vio que Leo tenía otro apellido, algo que no cuadraba en la cabeza de una niña 7 años. «No le gustó, no entendía por qué si era su hermano tenía otro apellido diferente, y mira que Elisa tenía otro apellido, pero no sé, igual como era mayor no le llamó nunca la atención. Con Leo fue distinto, de hecho lo sigue diciendo a día de hoy». Cuando nació el pequeño Gio, la perplejidad fue a más, entonces ella misma pidió tener «el apellido de papá». Y en esas están, porque en breve tienen previsto iniciar los trámites para que todos lleven los mismos.

La normalidad es un habitante más en casa de los Gómez Redondo. Las normas son para todos igual, tengan el padre que tengan. «Mi marido es cuadriculado, es de la Armada, y ya te digo que es así. No hay vuelta de hoja, lo que es, es», dice Ángela. Algo que Miguel confirma. «Cuando hay que reñirles se les riñe, y cuando hay que premiarles se les premia». Y es que después de tantos años de convivencia, Miguel siente a los cuatro como suyos. Es de la opinión de que el padre es el que está día tras día.

A priori, uno puede pensar en el Tetris que tiene que montar Ángela si quiere disfrutar de todos sus hijos a la vez. Pero no, por diversas circunstancias con los padres de las niñas todos los menores conviven con Ángela y con Miguel. «Me siento realizada como madre en este aspecto, creo que he elegido bien para ellas. Estoy muy orgullosa de mi familia». Por cierto, ambos aclaran que con cuatro se plantan.

Khady: «Desde que tengo hermanos no paro de reírme»

Le brillan los ojos al pronunciar la palabra hermanos. «Antes no me reía tanto: desde que tengo hermanos no paro de reírme, me encanta su sonrisa». La pequeña Khady (primera por la izquierda) tiene solo diez años. Tiempo suficiente para pasar, casi en un abrir y cerrar de ojos, de ser hija única a tener tres hermanos, cada uno diferente y con una historia detrás. «Es muy divertido, siempre tengo a alguien con quien jugar», confiesa. Para seguir su árbol genealógico hay que prestar atención: por parte de madre, Khady tiene una hermana pequeña, Valentina, la niña de sus ojos, que le robó el corazón hace poco más de siete meses. También una «hermanastra», Sara, de diez años, hija de la pareja de su madre Ana. «Sara vive en Madrid y me encanta ir a verla. Estamos buscando una forma de llamarnos porque no nos gusta la palabra ‘hermanastra’». Por parte de padre, Khady tiene un hermano pequeñito: Serigne Saliou, de 17 meses. Vive en Senegal y le habla por videollamada, «pero estoy deseando que venga para llevarlo conmigo al cole y hacer de hermana mayor».

PENSÓ QUE ERA UNA BROMA

En la agenda de Khady siempre hay algún compromiso: las Navidades las repartió entre casa de sus abuelos maternos, en A Coruña, y la familia del novio de su madre, Valentín, en Madrid. «Le encanta ir porque se lo pasa genial. Antes solo tenía un primo y ahora tiene 19», apunta su madre, Ana. «Da igual a qué casa vayamos: mínimo siempre puedo jugar con dos primos», sonríe Khady. El tiempo lo reparte entre toda su familia. Y siempre tiene palabras bonitas para sus hermanos: «Quiero ejercer de hermana mayor y ser un ejemplo para ellos. Portarme bien y asumir esa responsabilidad». Y lo dice solo con diez años. Khady recuerda cuando recibió la noticia de que iba a dejar de ser hija única: «Pensé que era una broma». Y ahora vive por y para ellos: «Me encanta cuidar de Valentina, ayudar a mi madre a cambiarla, a darle la comida…». «Es curioso porque nunca pidió un hermano. Y ahora, por ejemplo, de la pequeña, Valentina, siempre me dice: ‘Nunca pensé que me fuese a gustar tanto’», apunta Ana. Este año vivirá una nueva experiencia: la boda de su madre. «Ya le dije que quería llevar los anillos».

Marcos Míguez

María Brandariz: «En WhatsApp somos 'Modern Family'»

¿Cuántas familias caben dentro de una gran familia? Le traslado la difícil pregunta, aunque muy acorde con los tiempos de hoy y las particulares situaciones domésticas, a María Brandariz (A Coruña, 1984). «No sé cuántas», responde. «Yo en la mía considero que ya hay tres o cuatro», sonríe. Tiene un pequeño que esta semana cumplía los 4 años, Anxo, con su pareja actual, el vigués Emilio Cea. Y cuando se conocieron en la capital herculina él ya tenía otra hija, Miriam, actualmente de 12, fruto de su anterior matrimonio con Ana, también coruñesa, de la que se había separado antes. Llevan ocho años juntos, encajando bien las piezas de este puzle familiar: «La custodia de Miriam la tiene su madre. Nos llevamos todos bien». De hecho, para poder organizarse y compartir momentos tienen el grupo de WhatsApp bautizado Modern Family, como la conocida serie. «Lo utilizamos sobre todo para poner cosas de los niños», señala.

«ME LO PUSO MUY FÁCIL»

Es toda una lección de organización, cooperación y empatía estar entre «dos familias» y trabajar día a día por el buen rollo. Miriam y Anxo son hermanos por parte de padre y cuando el benjamín de la casa vino al mundo ella, cuenta María, tenía ocho años y «estaba superilusionada». «Entre ellos la relación va muy bien. Siempre le trae alguna cosita a su hermano cuando se va de viaje», señala. Además, de la ex de su pareja, María solo tiene palabras de elogio: «En todo momento, cuando entré en sus vidas y me fui a vivir con mi chico, ella conmigo genial. Me lo puso muy fácil».

Además, se da la circunstancia de que aunque no exista ningún vínculo de sangre directo, la adolescente se relaciona estupendamente con la familia de María: «Miriam también le llama abuelo Ramón a mi padre, porque es también el abuelo Ramón para Anxo. Y considera que la bis de Anxo también es su bis, porque la tratan como si fuera su bisnieta». O cuando Ana también tiene «detalles» con Anxo, atención a la que María le da valor. «La clave en todo esto es la educación y el respeto», finaliza.