A punto de estrenarse el desenlace de la serie, salen a la luz detalles de un primer episodio original que nunca llegó a emitirse. Y menos mal

Tuvo que ser reformulado de arriba a abajo. David Benioff llegó incluso a confesar que el primer visionado con público -un preestreno con sus mejores amigos- acabó siendo «una de las experiencias más dolorosas» de su vida. Tras este pase, solamente un 10 % del piloto original de Juego de Tronos se salvó de la tijera. El 90 % restante nunca llegó a ver la luz, ni siquiera existe copia alguna despistada en la que poder regodearse, pero sí un guion, archivado en una pequeña biblioteca de Texas, donde George R.R. Martin lleva años guardando manuscritos y materiales relacionadas con la saga literaria.

Al texto tuvo acceso el pasado septiembre un periodista de The Huffington Post: tras revisarlo a fondo constató que hasta los genios hacen primeras versiones nefastas. Ahora, en vísperas de desenredarse el nudo de la que resultó siento, tras la puesta a punto, una de las ficciones más aclamadas de la última década, se ponen en circulación los detalles que aquella pieza que entonces fue tachada de «pedazo de mierda» y que hoy, visto el giro de 180 grados, debería ser de culto. Hay en ella, además, elementos que anticipan hacia dónde nos llevará la historia y otros que, directamente, podrían haber averiado por completo todo lo que vino después.

(Ojo, a partir de aquí puede haber spoilers de las siete temporadas de la serie)

Cersei y la pluma 

Lo primero que hace Ned Stark al llegar a Invernalia en el primer capítulo de Juego de Tronos es visitar junto a su amigo Robert Baratheon la cripta de su hermana Lyanna. Al descender a la cuevas subterráneas, Robert le pide a Ned que sea su nueva Mano del Rey y coloca una simbólica pluma de colores en la mano de la estatua de su amada, Lyanna. En el episodio original, Cersei (nueva esposa de Robert) salía a continuación del sótano con la pluma escondida en una de las mangas de su vestido y mandaba quemarla. Varias lecturas se desprenden de este gesto, posteriormente eliminado. 

En primer lugar, sin él, la pluma seguirá desempeñando un papel fundamental en el resto de Juego de Tronos: volvió a aparecer en un capítulo de la quinta temporada, cuando Sansa visita las criptas, y ahora, a las puertas del desenlace, regresa de nuevo en el avance de la última entrega: la pluma cae al suelo y se congela al paso de Jon Nieve por las cuevas de Invernalia.

Las aves, tal y como explica Bill Bradley en su artículo (el periodista del Huffington que dio con el guion traspapelado), desempeñan además un papel fundamental en el relato de los Siete Reinos: la red espía de pajaritos de Varys, el Gorrión Supremo, el Cuervo de tres ojos y Sansa, a quién a menudo suelen referirse como «pajarillo». Apunta Bradley que todos estos personajes tienen en común que suelen ser mal entendidos, subestimados y, con frecuencia, poseedores de poderosa información. ¿Podría Lyanna responder a este perfil?

En segundo lugar, el fuego: algunas voces sostienen que la escena inicial (Cersei haciendo cenizas la pluma) podría haber sido suprimida para evitar pistas futuras. Desde luego, revelaría pronto la afición de la Lannister por las llamas, incluso por los fogonazos en los subterráneos, pero quizá también anticiparía el destino que le espera a Jon Snow cuando se encuentre con ella.  

La primera vez de Daenerys y Khal Drogo

Es difícil no acordarse de la noche de bodas entre Daenerys Targaryen y su recién estrenado marido, Khal Drogo, que más que un encuentro sexual resultó ser una violación en toda regla. En el piloto las cosas eran muy diferentes: la madre de los dragones estaba más que dispuesta al revolcón y acepta encantada el acoplamiento, sonriendo, tan dispuesta ella. La versión que finalmente emitió HBO muestra a una Dany aterrada que acaba viviendo un momento traumático. 

La actriz que interpreta este personaje, Emilia Clarke, contó en el 2016, durante una entrevista en la revista Glamour, la relevancia de esta agresión: «Se necesita esa parte de la historia para sentir empatía por Daenerys. Se la ve atacada por su hermano y violada por su marido, y luego dice, que se jodan todos, voy a gobernar el mundo». «Me han avergonzado y traicionado, violado y contaminado -le confiesa ella, ya metida en el papel, a Jon Snow en la temporada siete-. ¿Sabes qué me mantuvo de pie durante todos esos años en el exilio? Fe, no en ningún dios, no en mitos y leyendas. En mí misma, en Daenerys Targaryen».

Y la escena sexual de Jaime y Cersei

Tras merendarse el piloto, los amigos de los creadores de Juego de Tronos ni siquiera acertaron a adivinar que Jaime y Cersei eran hermanos, mucho menos gemelos. Nada quedó muy claro en aquel primer capítulo, pero esta era, de todas, una información esencial sin opción a otras lecturas para entender la trama. La primera versión incluía una escena de sexo en el torreón mucho más cruda, sin apenas diálogo previo, todo muy destemplado y descarnado; puro aquí te pillo, aquí te mato. Los responsables de la ficción pronto se dieron cuenta que debían incluir una conversación que hiciese intuir qué clase de relación, además de la carnal, vinculaba a ambos personajes, y la reticencia de Cersei cuando el pequeño Bran los pilla in fraganti, justo antes de caer al vacío desde la torre.   

En la escena original, ella simplemente se negaba desde el principio -sin pistas mediante sobre su consanguinidad- y Jamie la ignoraba, mostrando una posición de superioridad sobre Cersei que no se corresponde con la que finalmente ocupa durante toda la serie, sometido constantemente a los deseos y caprichos de la arbitraria Lannister. El rol de los personajes hubiese sido completamente diferente.

Parlanchines Caminantes Blancos

Resulta hasta gracioso imaginarlos de palique mientras pasean más allá del Muro, pero los primeros Caminantes Blancos -no los originales de esta raza de hielo, sino los que en un primer momento ideó George R.R.Martin y luego David Benioff y D. B. Weiss adaptaron a la pequeña pantalla- contaban con un idioma propio. Aquel piloto recogía una de sus conversaciones: la jerga para tal charla había sido creada por David J. Peterson, constructor de lenguajes artificiales para cine y televisión -entre ellos, los Dothraki y Valyrio-, quien dijo haber ideado para estas criaturas y sonido similar al «crujido del hielo en un lago helado», tal y como se describe en los libros.

La cháchara no cuajó y el idioma quedó anulado, como el de los Niños del Bosque, preparado para usarse en la sexta temporada y que nunca vio la luz. ¿Estará reservándose esta lengua para un final dialéctico y no bélico? ¿Habrá tratado de paz en lugar de batalla?  

La borrachera de Jon Snow

En la adaptación que finalmente acabó siendo el capítulo uno, Jon Snow no forma parte de la gran escena del salón; se queda fuera a petición de Catelyn Stark, quien entonces, como todos los demás, cree que el chico nieve es un hijo bastardo de su marido, Ned. Sin embargo, en el piloto, Snow no solo participa en el sarao, sino que empina el codo como si no hubiese un mañana. La escena de aquel primer guion es fiel a la novela de Martin: Jon bebe de más y, al levantarse, tropieza y cae sobre una de las sirvientas. La imagen de tipo serio que el espectador se forma ya desde el primer minuto de Juego de Tronos hubiese saltado por los aires con esta melopea.

Catelyn, a favor de Joffrey

La personalidad de Catelyn Stark era en un principio muy diferente a ese carácter conciliador y amable que luego acabó singularizando a la Señora del Invernalia -conservó, aún así, un costado despiadado que solo asomó frente a Jon Snow-. El personaje inicial era mucho más contundente y calculador: en el primer episodio desechado, Cat insta a Ned a aceptar la oferta de compromiso de Robert entre Joffrey y Sansa, «pequeño detalle» que habría cambiado radicalmente la percepción del espectador. Los creadores de la serie optaron por quedarse finalmente con la imagen de matriarca, madre y esposa protectora.

El cameo de R.R.Martin

Menos importante, pero un rato curioso es el cameo del escritor que recoge el primer guion durante la boda de Daenerys, que además, se había filmado en Marruecos. Finalmente, el rodaje se trasladó a Malta y George R.R. Martin se diluyó de la escena. 

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