Los bebés de Viktor Orbán

Patricia Baelo BERLÍN

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TAMAS KASZAS

El Gobierno populista húngaro quiere fomentar la natalidad con subvenciones y regalos fiscales a las mujeres casadas que tengan hijos

25 feb 2019 . Actualizado a las 08:09 h.

Soluciones sencillas a problemas complejos. Esa es la receta básica del populismo que se extiende por toda Europa, especialmente por el Este. La última muestra llega de la mano del primer ministro húngaro, Viktor Orbán. Durante su discurso anual, el líder autócrata y xenófobo anunció un nuevo paquete de medidas económicas con el que pretende impulsar la natalidad y frenar el envejecimiento demográfico. Eso sí, desde una perspectiva ultraconservadora que le evite depender de la inmigración.

El programa de siete puntos, que entrará en vigor en julio, contempla créditos por valor de unos 32.000 euros para las mujeres menores de 40 años que se casen por primera vez. Una suma que no tendrán que devolver si tienen tres o más hijos. Con el cuarto nacimiento, quedarán además exentas de pagar el impuesto sobre la renta de por vida. Por otro lado el Estado húngaro, que desde el 2016 es el que más invierte en políticas familiares a nivel europeo, prevé ampliar las subvenciones a las madres para adquirir inmuebles y automóviles.

«Hay países occidentales que quieren solucionar el problema de la natalidad decreciente con extranjeros. Nuestra respuesta no es esa. Queremos niños húngaros. Para nosotros aceptar la migración supone rendirse», declaró Orbán. Al jefe del partido de extrema derecha Fidesz le preocupa el que su población caiga en picado desde hace cuatro décadas, habiendo pasado de 10,7 millones de habitantes en 1980 a 9,7 millones hoy. Es más, los expertos creen que para el 2070 la cifra podría llegar hasta los 6 millones de personas.

«Queremos un hermanito o una hermanita para Juli. Ahora serán quizás dos o incluso tres», admite Nora Koszeghy. La maestra, de 24 años y madre de una niña, es una de las muchas húngaras que aplauden el denominado Plan de Acción para la Protección de la Familia diseñado por Orbán, que, pese a sus sistemáticas violaciones de los derechos humanos, sigue siendo muy popular gracias al impulso económico que ha dado al país desde el 2010.

Sin embargo, muchas otras mujeres se niegan a servir de instrumento reproductor al mandatario. «No quiero traer al mundo bebés para Orbán», subraya Sarolta Szekely. Para esta periodista de 35 años, la calidad de la educación y de la sanidad pública importan más que los regalos fiscales. La prensa y los analistas también critican la ideología que subyace en el programa, que solo contempla subvenciones para las madres casadas. Con ello ignora que muchos niños nacen fuera del matrimonio, así como el papel del padre.

«Refleja un punto de vista profundamente conservador y tradicional, donde el trabajo de las mujeres está en detrimento de la maternidad», explica Dorottya Szikra, socióloga de la Academia de las Ciencias. Varios medios pronostican que, con el nuevo plan, muchas de las féminas de entre 25 y 40 años que integran el mercado laboral húngaro, estimadas en alrededor de un millón, lo abandonarán para siempre.

Tasa de natalidad

Ello agravaría la falta de mano de obra que sufre el país, que en el 2016 registró una tasa de natalidad de apenas 1,45 niños por mujer, debido en gran medida a la elevada emigración de trabajadores, que huyen de unos sueldos que figuran entre los más bajos de la UE, y al cierre total a la inmigración en la última década. El objetivo de Orbán, padre de cinco hijos, es llegar a una tasa de 2,1 niños por mujer. Pero la oposición le acusa de querer solo ganar votos.