El tercer puesto será clave el 28A

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MARTINA MISER

Las provincias pequeñas castigan al cuarto y quinto y pueden decidir las generales

11 mar 2019 . Actualizado a las 07:59 h.

Las elecciones generales del próximo 28 de abril son sin duda las más atípicas de la democracia, porque está llenas de hechos inéditos. Por primera vez la campaña electoral se va a celebrar en plena Semana Santa, con casi toda España de vacaciones y prestando poca atención a la televisión. También por primera vez habrá hasta cinco partidos en un margen relativamente estrecho de votos. Y por primera vez, una formación de extrema derecha sobre la que apenas hay recuerdo de voto tiene posibilidades reales de entrar en el Parlamento con un grupo propio. El efecto de todas esas circunstancias es muy difícil de predecir en los sondeos. Y ello hace que las empresas demoscópicas reconozcan que, por ahora, están trabajando prácticamente a ciegas.

Pese a ello, se pueden extraer algunas conclusiones generales. Todas las encuestas apuntan a una victoria relativamente cómoda del PSOE y, aunque ha habido variaciones, en los últimos sondeos el PP se consolida ya como segundo. Esos estudios apuntan, sin embargo a que para el tercer puesto habrá una lucha enconada que será decisiva para el resultado final y hará que quien se haga con esa posición pueda sacar una gran diferencia en escaños respecto al cuarto y el quinto con una distancia relativamente escasa en el número de votos.

Vox sube y C´s y Podemos bajan

Esa batalla crucial se libra especialmente en las circunscripciones con menos de cinco diputados y que, por efecto de la Ley Electoral en donde solo hay tres escaños, y por el sistema d’Hondt de reparto de diputados en donde hay cuatro o cinco, pueden hacer que una gran parte de los votos a partidos que queden en cuarta y quinta posición se queden sin acta. Aunque hasta ahora se afirma que es a Vox a quien más perjudicaría esa situación, y por tanto al PP, al que el partido de Abascal roba votos que serían inútiles, lo cierto es que la mayoría de encuestas, con la excepción del CIS de Tezanos, siempre a contracorriente, apuntan a que Vox está creciendo mientras Ciudadanos y sobre todo Unidos Podemos caen respecto a estimaciones recientes. La batalla por el tercer puesto esté por tanto abierta. En caso de que esa tendencia se consolidara, el más perjudicado podría ser Podemos que, de pasar al quinto puesto de una forma más o menos homogénea en toda España, sufriría una importante debacle.

En las provincias con gran número de diputados el sistema se comporta de una manera casi proporcional, con lo que el método d´Hondt apenas influye y tanto Ciudadanos como Podemos y Vox rentabilizarían sus votos. Pero en las circunscripciones que reparten un máximo de cuatro escaños ocurre lo contrario. De entrada, hay ocho que distribuyen solo tres diputados, con lo que el cuarto y quinto quedan fuera automáticamente y todos sus votos se pierden. Son Ávila, Cuenca, Guadalajara, Huesca, Palencia, Segovia, Teruel y Zamora. En el 2016, todas ellas dieron dos escaños al PP y uno al PSOE, excepto Huesca, donde Podemos obtuvo uno. Una situación que difícilmente se repetirá ahora. Soria, que reparte solo dos, deja fuera directamente hasta al tercero. Y Ceuta y Melilla solo disponen de uno cada una.

Premio con poca diferencia

Pero incluso en las de tres escaños, por efecto de la d´Hondt si el tercer partido no obtiene un porcentaje importante de votos y el que quede primero le saca mucha distancia al segundo, el tercer escaño caerá en manos del que logre la victoria. Por el contrario, si el tercero en las provincias que reparten tres escaños, sea Ciudadanos, Podemos o Vox, consigue que ni el PSOE ni el PP le doblen en votos, se llevará un diputado. El mismo premio que populares y socialistas con muchos menos sufragios. Si el tercero es el mismo en las ocho provincias, y consigue que ni el PSOE ni el PP le doblen, sumaría solo ahí ocho escaños más que los que queden cuarto y el quinto aunque haya una diferencia pequeña de votos entre ellos.

La batalla es crucial también en las diez circunscripciones con cuatro escaños, que reparten por tanto 40 diputados. Son Albacete, Álava, Burgos, Cáceres, León, Lérida, Lugo, Ourense, La Rioja y Salamanca El quinto se queda fuera directamente en todas ellas. Y, por ahora, ese podría ser Unidos Podemos o Vox. Pero también aquí es crucial ser el tercero, porque el cuarto podría quedarse sin escaño si su distancia respecto al primero es muy grande. Si en estas provincias gana el PSOE y el voto de derechas se divide mucho, el cuarto escaño podría ser para los socialistas, con lo que la pérdida de Podemos y la subida de Vox jugaría en contra del bloque de centro derecha.

El dilema de PP y Podemos, un hecho que condiciona estrategias y listas

El PP tiene claro que si aspira a lograr una mayoría de centro derecha con Ciudadanos y Vox es vital impedir el crecimiento de estos dos partidos en las circunscripciones que reparten pocos escaños. No solo por hacerse con la primera posición en estas provincias, sino para impedir que el voto a estos partidos no se convierta en escaño y acabe dando diputados al PSOE. En el 2016, en provincias que reparten tres escaños, (Palencia, Teruel, Cuenca, Ávila, Segovia, Guadalajara y Zamora), el PP se llevó dos de los tres diputados en juego y el otro fue a parar al PSOE, lo que le permitió arrancar siete escaños de ventaja a los socialistas solo en estos territorios. La única excepción fue Huesca, en la que Podemos logró el tercer escaño. Ahora, si el voto a la derecha se divide, esa situación podría tornarse a favor del PSOE. De ahí que el PP se vaya a volcar especialmente en las circunscripciones de tres y cuatro escaños llamando al voto útil. Podemos es consciente también de que podría perder los siete escaños que logró en el 2016 en las circunscripciones que reparten tres y cuatro escaños. De ahí que en la dirección del partido morado se plantee trasladar de esas provincias a los cabezas de cartel del 2016 que eran afines a Pablo Iglesias para situarlos en otras listas con escaño asegurado.