Un bastoncillo para los oídos provoca una infección en el cerebro

Raúl Romar García
R. Romar REDACCIÓN

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Diy13

Transmitió una bacteria a un joven británico que fue hospitalizado con convulsiones y al borde del colapso

20 mar 2019 . Actualizado a las 19:27 h.

Ingresó en el hospital con fuertes convulsiones. Estaba confundido, adormecido, con la conciencia alterada. A punto de colapsar. Los médicos no sabían a qué se enfrentaban. Hasta que un tac en el cráneo del paciente, un hombre de 31 años aparentemente sano, reveló el secreto. Tenía abscesos llenos de pus en el tejido que rodeaban su cerebro. Y pronto encontraron el culpable de la infección: la peligrosa bacteria Pseudomonas aeruginosa. A partir de ahí el diagnóstico fue fácil: tenía una otitis externa necrotizante, una infección que se origina en los tejidos blandos del conducto auditivo externo, aunque rara vez, como fue el caso, causa complicaciones intracraneales.

Pero ¿cómo llegó la bacteria al cerebro del paciente? El culpable fue un bastoncillo de algodón utilizado por el joven para limpiarse los oídos. Los médicos tuvieron que intervenirlo quirúrgicamente para retirarle el trozo de algodón que había en el canal auditivo externo. El paciente se le diagnosticó un tratamiento a base de antibióticos y a las diez semanas ya se encontraba bien, sin déficit neurológico y sin síntomas residuales en el cerebro. Antes de ser hospitalizado reveló que sentía dolores de cabeza regulares y que durante varios días tenía dificultad para recuperar nombres, además de sentir dolor en el oído izquierdo y una pérdida de audición. El caso, único en sus características, fue documentado en la revista científica British Medical Journal (BMJ).

Los bastoncillos de algodón son, según los especialistas, un claro factor de riesgo de afección en el canal auditivo externo, una inflamación también conocida como oreja de nadador. Pero nunca hasta ahora se había documentado en la literatura médica que pudieran provocar otitis externa necrotizante. Fue causada por la bacteria Pseudomonas aeruginosa, pero el verdadero culpable fue el bastoncillo que la transportó al oído hasta superar la barrera intracraneal.

«Al término de su ciclo de antibióticos, el paciente permaneció sistemáticamente bien, sin déficit neurológico y sin síntomas residuales del oído», según escriben los autores del artículo en BMJ.

El joven británico aprendió la lección: no más bastoncillos de algodón para limpiar los oídos, sobre cuyo uso perjudicial ya vienen alertando desde hace tiempo los otorrinos. «El uso de bastoncillos de algodón dentro de las orejas es común y, desde hace mucho tiempo, se reconoce que causa complicaciones como traumatismo, perforación de la membrana timpánica, cerumen impactado, infección y retención del objeto», apuntan los médicos en su informe. «El presente caso -añaden- reitera aún más los peligros del uso de bastoncillos de algodón y la importancia de la eliminación de los cuerpos extraños si se identifican en el canal auditivo externo».

La cera, aunque se asocia a suciedad, es, en realidad una sustancia que produce el cuerpo para proteger el oído, un filtro para evitar que entren elementos del exterior, desde la suciedad a insectos. La mayoría de las personas generan un cerumen blando que, en realidad, no necesita ser eliminado. De hecho, la OMS sostiene que el oído es un órgano que se limpia por sí solo y que no necesita una limpieza activa. Solo tiene que lavarse por fuera y sin introducir ningún objetivo ni líquido, porque los oídos tienen su propio sistema de limpieza. De este modo, eliminarla con un bastoncillo es poco recomendable, ya que más bien produce el efecto contrario: se empuja la cera hacia adentro, lo que puede causar dolor de oído, zumbido, pérdida auditiva o incluso infecciones. Y desde ahora también se sabe que puede generar otitis externa necrotizante.