La campaña de los dilemas éticos... y de los intolerantes

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Los partidos se mueven por coordenadas prudentes en lo que respecta a cuestiones morales. Pero no todos

16 abr 2019 . Actualizado a las 07:30 h.

No es cuestión de meterse con la ética de otros, pues es en ese respeto, en ese frágil equilibrio, donde todos se juegan su libertad. También parece poco pragmático, electoralmente hablando, retirar normas o derechos que ya se han consolidado, como puede ser la propuesta de Vox de anular el matrimonio homosexual o la del PP de Pablo Casado de tantear la vuelta a otras edades en lo que respecta al aborto. La diversidad también acecha en partidos de amplio espectro como el Popular, así que cualquier intento de marcha atrás en algunos asuntos también puede generar contestación interna.

De ahí, quizás, la exquisita ambigüedad con la que algunos partidos abordan estas cuestiones, haciendo equilibrismo entre su posición ética original y ese pragmatismo electoral que exigen casi todos los asesores. Los programas son libros de textura blanca, poco propicios para sesudos debates sobre ética y libertad individual. Así, el PP no menciona la palabra aborto en su programa, y pergeña frases como esta: «Fomentamos y defendemos la cultura de la vida, la maternidad y las familias, posicionándonos del lado de las mujeres y evitando dejar solas a las que reclaman asistencia de las instituciones». Su candidata a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, se muestra más beligerante en este asunto, llegando a proponer con cierta inseguridad que el «concebido no nacido» sea un miembro más de la unidad familiar.

El PSOE tampoco menciona el aborto en su programa, ni siquiera cuando aborda los temas relacionados con el feminismo, dando a entender que está satisfecho con la actual normativa, aprobada por el último Ejecutivo de Zapatero. En esta misma onda de no tocar la actual normativa, que despenaliza totalmente el aborto en las 14 primeras semanas, se sitúa Ciudadanos, que blande estas posiciones como una forma de mostrarse más laico que el PP.

Unidas Podemos insiste en la necesidad de que las mujeres puedan interrumpir su embarazo sin trabas en la sanidad pública. Vox, por contra, aspira a suprimir en la sanidad pública las intervenciones quirúrgicas «ajenas a la salud», entre las que incluyen el aborto y el cambio de género. Preconizan «la defensa de la vida desde la concepción hasta la muerte natural».

El debate sobre el concepto genérico de libertades públicas -muy amplio y heterogéneo- llegó para quedarse ya en precampaña con el trágico suceso que abrió el debate sobre la eutanasia -el suicidio asistido de María José Carrasco-, obligando a los partidos a posicionarse. Tanto el PSOE como Unidas Podemos enseguida recogieron el guante para situarse en la vanguardia de la reivindicación de una «muerte digna». El PSOE lo llevaba claramente en sus 110 propuestas, donde defienden el derecho a elegir «con libertad hasta el último minuto de nuestra vida». El PP no oculta sus dudas al respecto, de tal manera que solo habla de extender los cuidados paliativos. El BNG y En Marea se alinean con la necesidad de regular la eutanasia.

El concepto de respeto a las libertades también está en auge en esta campaña, con los sabotajes totalitarios de jóvenes airados que llaman fascistas al resto cuando son ellos los que ejercitan el fascismo cotidiano. Y llama la atención que partidos como Podemos, tan críticos con la ley mordaza, sean después tan comprensivos con estos boicots inaceptables.

Ley mordaza

En este sentido, los socialistas plantean aprobar una nueva ley de seguridad que sustituya a la aprobada por el Gobierno de Rajoy. «Es posible mayor libertad con mayor seguridad», alegan, coincidiendo con Podemos, En Marea y BNG en la necesidad de derogar esta normativa. Mientras, los populares se ponen como objetivo luchar «contra toda forma de odio por causa de la orientación sexual o los sentimientos religiosos». Visto lo que está sucediendo en esta campaña quizás habría que añadir a la lista las ideas políticas. Y recordar aquella frase de John Locke, el padre del liberalismo moderno, cuando decía que la libertad significa «no estar sometido a la voluntad inconstante, incierta, desconocida y arbitraria de otro hombre».