Sánchez exhibe un perfil más institucional para huir del cerco político

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

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El presidente opta por intentar pactos con fuerzas progresistas

24 abr 2019 . Actualizado a las 07:11 h.

Pedro Sánchez afrontó el lunes el primer debate electoral siendo uno más de los cuatro protagonistas y, en el celebrado anoche, se convirtió, quizás a su pesar, en el foco principal de la discusión, en la diana a la que fueron a parar los dardos de todos sus contrincantes, algo que el aspirante socialista intentó combatir exhibiendo un perfil más institucional y anunciando varios compromisos de gobierno.

Para abrir boca, el debate exploró la posición de los candidatos sobre las alianzas y acuerdos de gobierno, una cuestión con la que Pedro Sánchez no se quiso comprometer en exceso, aunque fue más explícito que la víspera y dijo que no está en sus planes pactar con un partido que ha puesto un cordón sanitario al PSOE, en alusión a Ciudadanos, y sí valora entenderse «con fuerzas progresistas», dijo, aunque sin precisar a cuáles se refería. «Hablamos del día 29, pero se nos olvida el 28», matizó Sánchez, antes de dejar claro que su propuesta de gobierno se puede truncar si la noche electoral consiguen sumar «las derechas con la ultraderecha» de Vox, pues aplicarían lo que están ensayando en Andalucía.

Cataluña no tardó en ser invitada a la mesa. Fue mentada por el propio presidente del Gobierno en el bloque inicial a modo de defensa preventiva, pues temía, como así ocurrió, que tanto Pablo Casado como Albert Rivera iban a intentar echarle en cara el diálogo que entabló con las fuerzas independentistas para mantenerse en el Gobierno. «Nunca pacté con los independentistas, no es no y nunca es nunca», proclamó Sánchez con tono tajante, algo que intentaron desmontar en los minutos siguientes sus adversarios.

El repaso por los diferentes temas del programas deparó también algunas novedades. El candidato socialista dejó claro que la derogación de la reforma laboral realizada por el PP ya no es una prioridad para él, pues su apuesta ahora consiste en aprobar un nuevo estatuto de los trabajadores y en conseguir que los autónomos tengan «la misma protección» que los trabajadores por cuenta ajena. Con las pensiones, Sánchez marcó perfil frente a algunos cantos de sirena lanzados desde la derecha para explorar un modelo privado o mixto, y lanzó uno de sus principales compromisos, que consiste en impulsar una reforma constitucional para blindar la actualización de las pensiones según el IPC.

Y no fue ese el único compromiso esbozado por Pedro Sánchez para un futuro Gobierno, pues se encargó de salpimentar el debate con varias promesas. Como un plan para disponer de 20.000 viviendas de alquiler social que permitiría corregir la «desamortización», dijo, de vivienda pública realizada en favor de los fondos buitre. O una reforma del Código Penal para «tipificar mejor» el delito de agresión sexual.

Sánchez no perdió la oportunidad de hacer un ejercicio de ficción de lo que podría hacer la derecha si gobierna en España con Vox, al sacar a relucir el asunto de las «listas negras» de Andalucía contra quienes luchan contra la violencia machista. Vox, la fuerza ausente, fue de nuevo el motor de propulsión de Sánchez.

LO MEJOR La imagen presidencial que intentó exhibir al desgranar sus compromisos de gobierno

LO PEOR Las interrupciones que provocó para escapar de los asuntos más espinosos, como Cataluña