Podemos acusa su división interna y pende de la decisión de Pedro Sánchez

Susana Luaña Louzao
susana luaña REDACCIÓN /LA VOZ

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Flanqueado por la cúpula del partido morado, Pablo Iglesias valoró los resultados en el madrileño teatro Goya
Flanqueado por la cúpula del partido morado, Pablo Iglesias valoró los resultados en el madrileño teatro Goya J. P. Gandul | Efe

Queda por detrás de Ciudadanos, pero sigue aspirando a ser la llave de gobierno

29 abr 2019 . Actualizado a las 08:35 h.

Pablo Iglesias fracasa en su intento de decidir el gobierno de España y depende de lo que determine Pedro Sánchez. Los 35 escaños logrados, que suben hasta 42 con los 7 de los comunes catalanes, son insuficientes para una coalición de izquierdas y queda lejos la posibilidad de ser llave para favorecer la gobernabilidad. Será el PSOE quien decida sus socios preferentes y si abre o no la puerta de la Moncloa a su principal apoyo en la moción de censura. Pese a ello, el líder de la formación morada no renuncia a formar gobierno y así se lo trasladó a Sánchez. «Hemos quedado en hablar», dijo en su comparecencia tras saberse los resultados.

Podemos salvó los muebles con una campaña que se basaba, precisamente, en la moderación. Logró ilusionar de nuevo a los suyos; de hecho, la coalición Podemos-IU-Equo logró 35 escaños, cuando en el 2016 fueron 45 -en porcentaje de votos pasó de un 13,4 % a un 11,9 %-, pero el desgaste no le pasó factura solo a la formación morada; sus principales socios, los comunes catalanes, pasaron de 12 a 7, y la fractura con En Marea y con Compromís cortó alas a las aspiraciones de Iglesias. A todo ello se suma el desgaste por la ruptura con Íñigo Errejón y con Manuela Carmena y la fuga de votos al PSOE. Podemos ya no será tercera fuerza en el Congreso de los Diputados; ese puesto se lo cede a Ciudadanos y la posibilidad de influir en un gobierno de Sánchez queda en el aire.

Por eso, las declaraciones de los líderes de Podemos en las redes sociales en cuanto salieron los primeros datos fueron cautas, y cuando a las 23.15 horas comparecieron sus dirigentes, tanto Alberto Garzón como Pablo Iglesias reconocieron que hubiesen preferido unos mejores números. Con todo, el secretario general de la formación morada aseguró que se habían cumplido sus dos principales objetivos: «Frenar a la extrema derecha y construir un gobierno de coalición de izquierdas». Para eso, «nuestros resultados son suficientes», advirtió. Por eso, tal y como avanzó el líder de IU, «debemos evitar la tentación naranja», en relación a la posibilidad de que el PSOE prefiera un pacto con Ciudadanos. Iglesias añadió que había llamado por teléfono a Sánchez para felicitarle y transmitirle su voluntad de alcanzar un pacto de gobierno: «Hemos quedado en hablar, tenemos mucho trabajo por delante, llevará mucho tiempo y requiere de cierta discreción», por lo que pidió «paciencia».

En todo caso, y pese a las caras largas de un estrado en el que, entre otros, estaban Irene Montero y Pablo Echenique, recalcó: «Somos una fuerza imprescindible para que haya un gobierno de izquierdas en España».

La estrategia es apelar a una mayoría de votos progresista

 

Pablo Iglesias ya avanzó cuál será su estrategia para convencer a Pedro Sánchez de que apueste por un gobierno de izquierdas.

en el gobierno

Una suma muy justa pero suficiente. El PSOE con Podemos, En Comú Podem, el PNV y otras fuerzas menores sumaría los 176 escaños que otorgarían una mayoría en el Congreso, y con esa baza negociará Pablo Iglesias, que se considera socio preferente de Sánchez tras haberle abierto las puertas de la moción de censura. No les harían falta siquiera los independentistas catalanes, aunque eso tampoco sería una barrera infranqueable para Podemos.

en la oposición

Una larga travesía marcada por la división interna. Si finalmente no llega a un acuerdo de gobierno con el PSOE, Podemos quedará muy debilitado. Por una parte, pasará de los 71 escaños que tenía junto con sus confluencias a los 42 que tiene ahora sumados los comunes catalanes. Por el medio se han quedado los socios gallegos y los valencianos. Y detrás vienen las municipales y las autonómicas, con las heridas abiertas en varias comunidades, pero, sobre todo, en Madrid, con la fuga de Errejón al partido de Carmena. Se habla incluso de un posible relevo en la dirección, a la que podría aspirar Irene Montero.