Carmen Villar: «Nadie está exento de que sus hijos se conviertan en acosadores o acosados»

Tamara Rivas Núñez
Tamara rivas A CORUÑA / LA VOZ

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CESAR QUIAN

Pretende visibilizar el problema y ayudar a padres y niños que hayan pasado por situaciones similares

08 jun 2019 . Actualizado a las 23:17 h.

Carmen Villar se atrevió a dar un paso adelante y contar el acoso escolar que sufrió su hijo cuando estaba en primero de la ESO con el objetivo de dar visibilidad al tema, ayudar a padres y niños que estén o hayan experimentado en sus carnes una situación similar y para tratar de cambiar unos protocolos, que en su caso, obviamente han fallado. Y lejos de hacerlo desde la rabia, el enfado o el resentimiento, lo hace lanzando un mensaje conciliador e invitando a la reflexión: «Nadie está exento de que sus hijos se conviertan en acosadores o acosados. Ambas partes son víctimas y hay que ayudarlas».

Esta madre coruñesa tiene claro que lo que falló en el caso de su hijo fue el protocolo de actuación, desde un principio y hasta el final. «Cuando el centro detectó un posible caso de acoso debería haber actuado inmediatamente y no esperar a ver qué pasaba. Cuando vas al médico con una infección te dan un antibiótico. Pues con esto igual. Ante un problema, hay que buscar una solución», explica. Sin embargo, con su hijo no fue así. A pesar de las reticencias que se encontraron desde el colegio a la hora de investigar lo que estaba sucediendo, el procedimiento siguió su curso. «Parece que si un colegio tiene abiertos varios protocolos es porque es peor, y es justo lo contrario, es porque es más consciente de la realidad y porque busca soluciones», comenta.

 ¿Qué se considera acoso?

Para que se determine que un niño ha sufrido acoso escolar tienen que cumplirse tres premisas: que se verifique la existencia de insultos, vejaciones o incluso agresiones, que estas se mantengan en el tiempo y que haya un desequilibrio de poder entre el acosador y su víctima, y «en nuestro caso dijeron que la tercera no se cumplía y se cerró el protocolo determinando que no existía acoso escolar».

Carmen Villar cree que cambiar a su hijo de centro, tal y como hizo, o expulsar a los acosadores no es lo ideal. Para ella la solución pasa por ayudar a ambas partes y enseñarles a convivir. «Son niños de 12 años y son recuperables. Pero de este modo a uno le estás enseñando que cuando hay un problema te tienes que marchar, y a los otros que cuando haces una cosa horrible no va a pasar nada», argumenta Carmen. Tras ver la reacción del centro, esta madre coruñesa optó por mover de colegio a su hijo y reconoce que tuvo miedo porque «cuando los niños no ven salida ni encuentran sentido a lo que sucede pueden desesperarse y llegar a hacer lo peor».

Por suerte, la situación mejoró con el cambio de colegio a pesar de que el pequeño comenzó el curso con el miedo a que la situación se repitiese. «Está yendo al psicólogo y la expectativa es que el recuerdo de ese acoso le va a acompañar de por vida, pero lo superará y acabará viéndolo como un capítulo pasado de su vida», analiza su madre, que anima a quienes estén pasando por una situación similar a recurrir a la ayuda de un profesional. «No puedes pretender que un niño se recupere solo de algo así porque puede cronificar la situación. Date cuenta que el acoso escolar suele pasar en un momento, en la adolescencia, en el que te estás formando como persona y en el que necesitas el apoyo del grupo», explica.

A pesar de todo lo vivido como madre de un niño acosado, Carmen asegura que entiende a las de los acosadores, porque «también sufren», y aunque a ella le ha tocado estar en un lado «no podemos culpar a los que abusan porque son niños y no podemos responsabilizarlos de algo así».