Una tutora muere y 10 alumnas españolas, heridas en un accidente en Costa de Marfil

Mercedes Lodeiro REDACCIÓN / LA VOZ

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El grupo del colegio mayor Bonaigua, el jueves, antes de partir a Costa de Marfil. Arriba, a la derecha, la coordinadora fallecida, Teresa Cardona
El grupo del colegio mayor Bonaigua, el jueves, antes de partir a Costa de Marfil. Arriba, a la derecha, la coordinadora fallecida, Teresa Cardona

Acababan de llegar al país desde Barcelona para desarrollar un proyecto de voluntariado

24 jun 2019 . Actualizado a las 07:57 h.

La subdirectora del Colegio Mayor Bonaigua de Barcelona, Teresa Cardona, de 42 años, murió y diez estudiantes, también de Barcelona, resultaron heridas en un accidente de tráfico el sábado en Costa de Marfil, país al que acaban de llegar para realizar labores de voluntariado.

El grupo de treinta personas, a cargo de Teresa Cardona y dos monitoras más, una de ellas de Costa de Marfil que se acaba de doctorar en Barcelona, había salido el pasado viernes de esta ciudad y, tras un día en Abiyán, se dirigía a Yamusukro repartido en dos microbuses cuando el segundo de los vehículos se salió de la autopista y volcó.

La víctima mortal, que también era subdirectora del colegio Canigó de la Ciudad Condal, y las heridas viajaban en este vehículo, en el que se desplazaban 13 personas. Eran las seis de la tarde (dos horas más en España) cuando las ocupantes del otro bus que les precedía se percataron de lo sucedido. El chófer paró y ellas mismas fueron las primeras en socorrer a sus compañeras, sacándolas del interior del microbús. Enseguida se detuvo otro autocar en la autopista, asegura una de las monitoras, y toda la gente colaboró. Estaban a dos horas de Abiyán y las ambulancias trasladaron a las heridas a un hospital local, al igual que al chófer.

Muy afectadas

Fueron ellas mismas las que comunicaron en la tarde del sábado al colegio Bonaigua lo sucedido, donde las residentes no daban crédito a lo sucedido. «Están todas muy afectadas», asegura una compañera de la residencia. «Estamos en shock», corrobora otra de las amigas.

El grupo se dirigía a Yamusukro a realizar un campo de trabajo consistente en pintar una escuela, formar a niños en idiomas a base de juegos, y desarrollar un proyecto de hábitos higiénicos. Es el segundo año que Teresa Cardona organizaba el proyecto

La treintena de voluntarias tienen entre 17 y 20 años. De las diez heridas, ocho fueron dadas de alta en el hospital en el que fueron atendidas de diversos cortes, a primera hora de la tarde de este domingo, mientras que otras dos fueron trasladadas en ambulancias a uno de Abiyán. Una permanece en observación por un golpe en la espalda, y la otra ha sufrido muchos cortes por cristales, pero no corre peligro y ha hablado con sus padres.

Se da la circunstancia que hace unos días, el cónsul de Costa de Marfil en Barcelona,. Andrés Carasso Vendrell, acudió al Colegio Mayor Bonaigua para conocer a las voluntarias y allí se fotografió con parte del grupo. Pese a que el programa era permanecer en el país subsahariano hasta el 6 de julio, tras el percance habido, según la dirección de la residencia estudiantil, intentarán repatriar a la treintena de alumnas, tanto a las universitarias como a las de bachillerato del colegio Canigó y del Vall de Sant Cugat. En este sentido, han querido mostrar su agradecimiento a la labor del cónsul de Costa de Marfil, del Ministerio de Exteriores y de la autoridades diplomáticas españolas en el citado país subsahariano, al que ya se ha desplazado personal de Bonaigua, la directora del Canigó y el hermano de la profesora fallecida.

La Casa del Rey, el Gobierno y los líderes de los principales partidos han enviado su pésame a los familiares de la fallecida, así como al colegio mayor y al centro educativo, y expresado sus deseos de una pronta recuperación de las heridas.

«Las niñas se volcaron en ayudar, indicaban ‘saca a esta, a esta otra’, y se dieron cuenta de que Teresa había muerto y la taparon» 

«Fue increíble. Cuando se cayó el autobús, le dije a las chicas que iban en el mío que no bajaran, y no se movieron; fuí corriendo y enseguida paró otro y la gente se puso a ayudar», relata una de las monitoras que viajaba en el otro vehículo del colectivo y que no quiere que se facilite su nombre. Intenta mostrar tranquilidad. Habla desde la ambulancia que traslada a la herida más grave, a la que acompaña. «Estamos bien, vamos asumiendo lo sucedido; enseguida vinieron las ambulancias, la policía, el cónsul de España está en el hospital desde ayer [por el sábado] con nosotras», relata y se deshace en elogios hacia la colaboración tanto de su país como de las autoridades españolas.

 Está impresionada por la reacción de las jóvenes tras el accidente. Tienen entre 17 y 20 años. «Las niñas se volcaron en ayudar a las demás; a los señores que nos echaron una mano les indicaban ‘saca a esta, a esta otra’ y se dieron cuenta enseguida de que Teresa estaba muerta y le pusieron algo en la cara para taparla», afirma esta testigo con la voz cansada después de tantas horas de dolor y gestiones.

«La situación era dramática y las que estaban con heridas más leves se pusieron a ayudar a las demás. Ahora están serenas y es que lo que nos ha pasado es grave, pero asumido lo sucedido, ahora pensamos que es Dios que ha hecho que no haya sido peor», se consuela.

También resalta cómo las estudiantes se preocuparon por el chófer, que resultó herido y aún así colaboró en el rescate. Luego ellas preguntaban por él y lo fueron a ver. Asegura que no paraban de decirle: «Tranquilo, sabemos que no es tu culpa». «Es muy fuerte», resume la monitora compañera de la fallecida. Precisamente, sobre esta asegura que «de Teresa tenemos que pensar y recordar el bien que ha hecho durante su vida». Y es que a esta profesora la describen quienes la conocieron como «comprometida y vital». Le gustaba el deporte, cantar y tocar el acordeón. Era una persona entregada a la juventud, dedicaba sus vacaciones a campos de trabajo como el de Costa de Marfil y se lo pasaba muy bien haciéndolo. Eso dice mucho de ella, asegura una amiga desde Bonaigua. «Era muy alegre; exageraba mucho las cosas y le decíamos que era porque tenía el corazón muy grande. Lo vivía todo con pasión», recuerda la citada compañera tutora.