La situación de bloqueo deja en evidencia a Rivera por negarse a dialogar con Sánchez

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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Albert Rivera compareció muy irritado ante los medios en el Congreso de los Diputados
Albert Rivera compareció muy irritado ante los medios en el Congreso de los Diputados VICTOR LERENA | Efe

El líder de Ciudadanos pone su interés político por delante y rechaza plantear el único Gobierno estable, que tendría 180 escaños

10 jul 2019 . Actualizado a las 11:45 h.

El fracaso de la cita entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias eleva aún más la responsabilidad de Albert Rivera en el fracaso de formar de un Gobierno estable que impida una repetición de las elecciones muy perjudicial para España. Pero, a pesar de que un Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Ciudadanos garantizaría esa estabilidad con una mayoría de 180 escaños capaz de aprobar las reformas necesarias sin depender de populistas e independentistas, Rivera se niega siquiera a tratar de hacer valer sus 57 escaños. 

Error político

Confunde consultas con negociaciones. La decisión de Rivera de no acudir a las reuniones convocadas por Sánchez es incomprensible y constituye un grave error político. «Deje de confundir su papel. No es el rey ni el jefe de Estado. Usted no hace rondas de consulta, las hace el rey», declaró para justificarse. Pero es precisamente Rivera quien confunde las consultas con el jefe del Estado, cuya única misión es proponer a un aspirante a la investidura, con las necesarias negociaciones posteriores de este para forjar una mayoría. La obligación de cualquier político es participar en esos contactos exponiendo sus planteamientos. Autoexcluirse previamente del diálogo indica que su rechazo a hablar con Sánchez es una cuestión personal, no ideológica. 

Incoherencia

Sin explicaciones. Rivera no ha explicado por qué un partido que se llama liberal, que nació para luchar contra el nacionalismo y se declara abiertamente antipopulista, está forzando al líder del PSOE a un pacto con Unidas Podemos que, incluso en caso de salir adelante, no tendría mayoría y daría lugar a un Gobierno en permanente dependencia del independentismo de ERC, no solo para la investidura, sino para aprobar los Presupuestos. Con Sánchez en minoría, Rivera estaría en disposición de pactar con él una política económica reformista y garantizar la igualdad de derechos y libertades de todos los españoles. Que se abstuviera para que el PSOE gobierne con Unidas Podemos carecería de sentido. Pero que planteara a Sánchez un pacto de Gobierno a dos tendría toda la lógica. 

Precedentes

Tiene ya un programa de Gobierno firmado. La posición que adopta Rivera es totalmente contradictoria con la que sostuvo tras las elecciones del 2015. Entonces, no solo accedió a reunirse en numerosas ocasiones con Sánchez, sino que pactó un completo programa de Gobierno con más de doscientas medidas, a pesar de que, al contario que ahora, cuando entre ambos suman 180 escaños, entonces solo alcanzaban 130. Para demostrar su coherencia y tratar de poner contra las cuerdas a Sánchez, a Rivera le bastaría presentarse a la reunión con el jefe del Ejecutivo con ese programa de Gobierno en la mano, que contemplaba reformas necesarias para España y un rechazo rotundo a cualquier tipo de consulta independentista en Cataluña. Si Sánchez se negara ahora a aplicar ese mismo programa con una mayoría de 180 escaños, sería él quien quedaría retratado, y no Rivera.

Inmadurez política

Incapaz de gestionar su poder. Rivera es el líder político que más tiempo lleva al frente de su partido (13 años). Pero se muestra como un dirigente inmaduro cuyo cesarismo está destruyendo a su propia formación, e incapaz de gestionar el capital político que le entregan en las urnas. Tras ganar las elecciones en Cataluña, renunció a intentar una investidura de Inés Arrimadas que, más allá de su previsible fracaso, habría demostrado que existe una alternativa al régimen excluyente del independentismo catalán. En lugar de ello, Ciudadanos no solo no hizo nada, sino que Rivera descabezó el partido en Cataluña llevándose a Arrimadas a Madrid. El resultado es que la fuerza política que ganó las elecciones general en Cataluña no obtuvo una sola alcaldía en las municipales. Ahora está repitiendo ese error.