El testimonio de Mueller en el Congreso, última baza para el «impeachment»

carlos pérez cruz WASHINGTON / E. LA VOZ

ACTUALIDAD

JIM BOURG | Reuters

El fiscal del Rusiagate comparece hoy ante el Congreso en una sesión que marcará el futuro político de Donald Trump

24 jul 2019 . Actualizado a las 08:51 h.

Si le gustó el libro, ahora llega la película. Y si no es muy de leer, siéntese en el sofá y disfrute de la emisión de El informe Mueller. En EE.UU. será a la hora del desayuno, lo que no quita para que bares y pubs de la capital se hayan organizado para ofrecer la comparecencia del exfiscal especial Robert Mueller en pantalla grande, con menús y bebidas ad hoc. La hora tan temprana no impide que uno pueda beberse un Moscow Muellers. O unos cuantos. La comparecencia de Mueller, que lideró durante casi dos años la investigación sobre la posible conspiración de la campaña de Donald Trump con Rusia en las elecciones del 2016, se prolongará, cuando menos, cinco horas.

Origen de la investigación

Despido en el FBI. Apenas cinco meses después de su llegada a la Casa Blanca, Trump despidió al director del FBI, James Comey. Con el tiempo reconoció que fue por su gestión de una investigación sobre la relación entre Rusia y su campaña que la agencia de inteligencia había comenzado en el verano del 2016, en plenas presidenciales, después de que WikiLeaks filtrara miles de correos electrónicos robados del servidor del Comité Nacional Demócrata. Los demócratas apuntaron a Rusia.

Antes del despido de Comey, y para malestar de Trump, el entonces fiscal general, Jeff Sessions, se recusó de la responsabilidad de supervisar la investigación tras conocerse que había ocultado al Congreso dos reuniones con el embajador ruso. Su segundo, Rod Rosenstein, nombró en mayo del 2017 a Robert Mueller como fiscal especial para el Rusiagate. El presidente, según desveló la investigación, entró en pánico: «Dios mío. Es terrible. Es el final de mi presidencia. Estoy jodido», lamentó.

Imputaciones

Discreta investigación. Durante los casi dos años de trabajo, el fiscal especial y su equipo evitaron las filtraciones. La única forma de intuir por dónde caminaba la investigación fue siguiendo el goteo de las 34 imputaciones emitidas: 26 fueron a ciudadanos rusos y 6 a personas del entorno de Trump, cinco de las cuales o bien fueron condenadas o se declararon culpables, fundamentalmente por mentir a los investigadores. Mueller certificó un centenar largo de contactos entre Rusia y personal de Trump.

Conclusiones

Diferencias con Barr. El 22 de marzo, Mueller entregó su informe al actual fiscal general, William Barr. Dos días después, este hizo públicas sus conclusiones: 448 páginas resumidas en tres folios y medio. La investigación, explicó, certificaba los intentos rusos de interferir en las elecciones, pero concluía que no había elementos que explicaran una conspiración con Rusia ni que el presidente hubiera obstruido la investigación (tampoco lo contrario). Barr zanjó por su cuenta y eximió a Trump de un delito de obstrucción. Mueller le hizo llegar después una carta de protesta porque su exposición pública «no capturaba plenamente el contexto, la esencia y el contenido» de su informe.

Una vez publicado el original, parcialmente censurado, el paisaje adquirió muchas más tonalidades. La investigación había encontrado «numerosos vínculos» con Rusia, pero no logró determinar «coordinación».

Mueller asegura que Rusia «percibió que se beneficiaría de una presidencia de Trump y trabajó para ese resultado». En cuanto a la obstrucción a la Justicia, el fiscal escribió: «Si tuviéramos la confianza […] de que el presidente claramente no cometió obstrucción a la Justicia, lo diríamos». Incluso va más allá: Trump trató de «influir en la investigación», pero su empeño fue infructuoso «en gran medida porque las personas que rodeaban al presidente se negaron a ejecutar sus órdenes o acceder a sus peticiones». Mueller se retiró sugiriendo que es el Congreso el que tiene la facultad de concluir si la supuesta obstrucción es merecedora de un impeachment.

Mueller en el Congreso

Preferiría no acudir. Mueller habló por primera y última vez a finales de mayo y Mueller expresó entonces su deseo de no comparecer ante el Congreso. «Ningún testimonio de esta oficina irá más allá de nuestro informe», aclaró. Hoy se enfrentará a las preguntas de dos comités de la Cámara de Representantes. Si se atiene a su palabra, será difícil sacarle mucho más de lo que ya contienen las 448 páginas. Con la Casa Blanca torpedeando la investigación demócrata, su testimonio es clave para determinar la viabilidad de un juicio político de destitución. Pero es necesaria la complicidad del Partido Republicano. A pesar de las pruebas, los republicanos siguen abrazados a Trump y Robert Mueller ya anticipó: «El informe es mi testimonio». ¿Lograrán sacarle de ahí?