«Que en España existan 17 normativas hoteleras diferentes es un disparate»

Javier H. Rodríguez / R. R. REDACCIÓN / LA VOZ

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hotel patio

La legislación por autonomías se ha convertido en un problema para empresarios y huéspedes

29 jul 2019 . Actualizado a las 10:34 h.

Cuando uno entra por la puerta de un hotel de una estrella podría esperar una habitación pequeña, con escasos servicios, sin wi-fi, con las toallas justas o incluso tener que acceder a un baño compartido. Pero nada más lejos de la realidad. O quizás habría que matizar que la realidad es tan diversa como la dispar legislación que rige en las distintas comunidades a la hora de regular el sector hotelero. Un ejemplo paradigmático es el establecimiento rural El Patio, levantado en Tenerife en un edificio del siglo XVI, reformado, con piscina, acceso privado a la playa y con un sinfín de comodidades. Y solo tiene una estrella. ¿Por qué? Porque carece de ascensor lo que, según la ley canaria, le impide subir de categoría. Pasa en Canarias y el algunas otras autonomías, pero en muchas otras no.

La realidad es que las normativas hoteleras en España son un quebradero de cabeza para empresarios y huéspedes que, en pleno desarrollo de las redes sociales, no pueden comprender cómo un hotel que en Booking o Tripadvisor tiene la puntuación máxima, no le alcance ni para un par de las reputadas estrellas.

«En plena era de revolución tecnológica, ¿quién elige un restaurante por el número de tenedores que aparecen dibujados en la puerta?». Así ejemplifica el secretario general de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos, Ramón Estalella, las contradicciones de la actual vigencia de unas normativas elaboradas cuando Internet todavía era una cábala de unos universitarios soñadores de California.

Liberalizar la normativa facilitaría la creación de nuevos alojamientos

«Que en España existan 17 normativas hoteleras diferentes es un disparate», asegura Ramón, que añade que desde la CEHAT creen que es un error ceder las competencias de la clasificación hotelera a las comunidades autónomas y que perjudica tanto a empresarios, como a clientes.

En nombre de los gerentes de las cadenas hoteleras, el secretario general explica que «se debe caminar hacia una liberalización del mercado» para «seguir los pasos de 16 países de Europa, desde Alemania hasta Suecia», que cuentan con un sistema de puntuación basado en el cumplimiento de diferentes tipos de servicios, pero que, a diferencia del español, «este sistema solo suma y en ningún caso pueden poner limite a la puntuación final». Es decir, basar el sistema «en la ponderación y no en las exigencias».

Esto facilitaría la creación de nuevos hoteles que ahora ven entorpecidos sus proyectos por «exigencias que limitan la actividad empresarial, pero que, por supuesto, no están reñidas con las normativas de sanidad, accesibilidad y seguridad». Estalella hace hincapié en que «los turistas vienen de estos países europeos y ya están acostumbrados a guiarse de esta manera» por lo que les resulta chocante cuando la clasificación clásica y la de las webs de búsqueda de alojamiento difieren de manera sistemática.

Un modelo agotado

El turismo es un fenómeno global y es por eso que «la legislación autonómica no puede limitar la capacidad de una empresa turística de adaptarse al mercado».

«La irrupción de las nuevas viviendas de uso turístico -como las incluidas en Airbnb- hace que se haya creado otra especie de viajero que demanda un tipo de oferta que a nosotros no nos permiten ofrecer», denuncia Estalella que, además, se pregunta: «¿Por qué las habitaciones de hotel no pueden ser para 5 personas y las de este tipo de viviendas sí?». La realidad es que las leyes no están adaptadas todavía ni al desarrollo de Internet, ni a la irrupción de las viviendas turísticas.

Solo la norma gallega garantiza Internet, jabón y champú

¿Sabías que Galicia es la única región del Estado donde puedes exigir champú en tu habitación de hotel? ¿O que en Madrid solo podrás desayunar en la habitación si el sitio que has elegido tiene 5 estrellas? Los derechos de los huéspedes a lo largo de España varían de una punta a otra.

Estas diferencias las ha sacado a la luz Legálitas en su informe comparativo sobre las normativas hoteleras vigentes en España.

Pese a los lujos de las grandes ciudades, los huéspedes de los hoteles gallegos son los mejor tratados de toda España. Derechos como la conexión a Internet en zonas comunes, el jabón de manos o el champú están garantizados en cualquiera de las categorías, algo que solamente sucede en Galicia.

Y aunque es cierto que los derechos de los huéspedes alojados en hoteles gallegos destacan entre los del resto de España, hay algo que destaca todavía más y son sus exigencias.

De compras en helicóptero

Caprichos de la fama. Cuentan desde uno de los hoteles de mayor renombre de Vigo que un mítico personaje popular español (que prefieren mantener en el anonimato) llamó a recepción para pedir un helicóptero privado para «ir a hacer unos recados a Valencia». Pese a que el cliente siempre tiene la razón y que la compañía estudió los costes y la viabilidad de este surrealista deseo, el huésped no estaba dispuesto a pagar el coste del recado.

Del bosque a la nevera

Un cazador preocupado. En el NH Finisterre de A Coruña no dudan de que la historia más descabellada que han vivido ocurrió cuando un cazador preguntó a una trabajadora si podían habilitar un congelador para guardar «una cabeza de ciervo», a lo cual se negaron por razones de salud.

«Han robado la mascota»

Una historia de borrachos. Algo más típica es esta otra historia en la que un grupo de amigos que habían estado toda la noche de fiesta decidieron llevarse con ellos a un nuevo compañero: una mascota corporativa gigante de peluche.

Comer como en casa

Excentricidades de artistas. Otro conocido artista a nivel mundial pidió expresamente a la dirección de uno de los hoteles más grandes de Galicia que le instalasen una cocina en su suite. La presión fue intensa y los trabajadores y trabajadoras del recinto se vieron en la obligación de estudiar seriamente el caso. Finalmente, y contra los deseos del artista, tuvieron que negarse a desarrollar la compleja instalación «solo por la salida de humos».