El enfriamiento de la economía marca el arranque de la campaña electoral

Ana Balseiro
Ana balseiro MADRID / LA VOZ

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El presidente del Gobierno en funciones y secretario general dle PSOE, Pedro Sánchez, el jueves en Sevilla
El presidente del Gobierno en funciones y secretario general dle PSOE, Pedro Sánchez, el jueves en Sevilla Julio Muñoz | EFE

El PIB crece un 0,4 %, su menor avance en tres años, y hiere la creación de empleo

01 nov 2019 . Actualizado a las 10:26 h.

«Es la economía, estúpido». El lema que le abrió a Bill Clinton las puertas de la Casa Blanca en 1992 amenaza con ser la china en el zapato de Pedro Sánchez en esta recién estrenada campaña de reválida electoral. España no se libra del contagio de un panorama internacional lleno de incertidumbres que no se despejarán a corto plazo: desde el brexit a las guerras arancelarias, pasando por el frenazo de la economía europea, aún con la duda de si Alemania ha entrado ya en recesión técnica. Aunque el Gobierno en funciones apenas ha reconocido el enfriamiento económico y, por supuesto, niega que estemos en la antesala de una crisis -el mismo diagnóstico lo hizo este viernes el exministro Luis de Guindos, ahora vicepresidente del Banco Central Europeo-, la ralentización del crecimiento del país es evidente, como advierten los analistas y confirma un incesante goteo de indicadores: 

PIB

El crecimiento frena. El FMI, la OCDE, el Banco de España, la Fundación de las Cajas de Ahorros (Funcas), el servicio de estudios del BBVA y, ayer mismo, el Observatorio Financiero del Consejo General de Economistas, han rebajado en las últimas semanas sus previsiones de crecimiento de la economía, situándolas, en el mejor de los casos, en el 2 %. El empuje del PIB ha perdido brío y, aunque sigue tirando el doble que el de la eurozona, el Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó este viernes que la economía avanzó un 0,4 % en el tercer trimestre -su menor ritmo en tres años-, lo que se traduce en un 2 % anual, muy por debajo del 2,5 % o incluso el 3 % de pocos trimestres atrás.

El Ejecutivo, que rebajó su previsión de crecimiento una décima (hasta el 2,1 % este año y al 1,8 % el que viene), insiste en que el «enfriamiento es internacional» y aleja el fantasma de una crisis. Pero la ciudadanía no lo tiene tan claro, como muestra el desplome sufrido por el índice de confianza del consumidor, que pasó del 102,3 en junio al 80,7 en septiembre. 

EMPLEO

El peor verano desde el 2012. Que el motor económico está al ralentí y que ese impacto ya se nota en el mercado laboral lo confirmó hace unos días la última Encuesta de Población Activa (EPA): el pasado verano se crearon 69.400 empleos y el paro bajó en 16.200 personas, unas cifras que, pese a ser positivas, son las más bajas de los últimos siete años -desde el 2012-, cuando el país aún estaba en recesión.

Los datos de contabilidad nacional trimestral publicados ayer por el INE abundan en la lectura negativa, ya que en el tercer trimestre la creación de empleo apenas creció un 1,8 %, siete décimas menos que en el período anterior, y el menor registro desde el 2014, cuando se comenzaba a salir de la crisis. Los 332.000 empleos equivalentes a tiempo completo que supone el porcentaje distan mucho de los 450.000 contabilizados doce meses atrás. 

EXPORTACIONES

Las ventas al exterior, en niveles de hace un lustro. Las luces rojas también se iluminan en las exportaciones, que sirvieron de motor para superar la crisis. Y es que el déficit comercial fue de 21.183 millones hasta agosto, un 1,4 % más que hace un año, debido al frenazo de las ventas al exterior, que apenas repuntaron un 1,1 % (la menor tasa en un lustro), cuando en el mismo período del 2018 crecían por encima del 4 %.  

CONSUMO

Ni coche, ni casa, ni crédito. Las heridas de la crisis fueron profundas y la ciudadanía se resiste a que se le reabran. Esto explica que, por ejemplo, se hayan desplomado las ventas de viviendas (incide también la reforma de la ley hipotecaria) y de automóviles (el sector está en plena transformación verde) y, en consecuencia, también las solicitudes de crédito (la demanda se ha contraído por primera vez en seis años). Por contra, en este escenario de miedo y desconfianza, lo que crece es el ahorro. Por si vuelven las vacas flacas. 

La caída en la recaudación del IVA confirma el parón del consumo

Otro de los indicadores de que la economía pierde músculo es la recaudación del IVA, que sirve para radiografiar la fortaleza del consumo. Según los últimos datos de la Agencia Tributaria (AEAT), hasta septiembre los ingresos por este tributo habían crecido un 2,4 %, un ritmo cinco veces inferior al registrado en el mismo período del año anterior, cuando la recaudación repuntaba a doble dígito.

Otra cifra para la preocupación es la del consumo eléctrico de la industria, que continúa encadenando meses en rojo. El pasado junio registró la peor caída de toda la serie histórica (un retroceso superior al 8 %), y aunque el último informe de Red Eléctrica, de septiembre, muestra una ligera moderación, se mantiene la tendencia descendente iniciada hace casi dos años y que confirma que el sector industrial languidece.

Sin margen ante una crisis

Con un déficit que los sucesivos Ejecutivos no llegaron a corregir aprovechando los años de bonanza, Bruselas ha vuelto a tirar de las orejas al Gobierno en funciones, advirtiéndole de que su plan presupuestario disparará el desfase entre ingresos y gastos. Aunque desde el Ejecutivo restaron importancia a la advertencia, escudándose que era «previsible» al ser las cuentas enviadas a la Comisión Europea una prórroga de las del 2018, no cambia el hecho de que el déficit (que esperan cerrar este año en el 2 %) y la abultada deuda pública (cercana al 100 % del PIB), fulminan cualquier margen de maniobra fiscal en caso de crisis.