La defensa del Chicle: «Parece que todo vale para castigar al monstruo»

ACTUALIDAD

José Enrique Abuín hizo uso de sus últimas palabras para «pedir nuevamente perdón»

26 nov 2019 . Actualizado a las 22:05 h.

Una frase. «Solo pedir nuevamente perdón». Así cerró José Enrique Abuín Gey el juicio oral por la muerte de Diana Quer. El único acusado, para el que Fiscalía y acusación particular piden la prisión permanente revisable por detención ilegal, violación y asesinato, se reafirmó en las palabras de su letrada, Fernanda Álvarez, quien tildó el proceso y la investigación de «una farsa», en la que el único objetivo era condenar a José Enrique Abuín Gey, el Chicle.

«Le han privado de nombre y apellido porque vende más. Es un ser humano al que han tratado como un monstruo», porfió la letrada, quien creó el esbozo de un proceso viciado desde la aparición del cuerpo. Afirmó sentirse denigrada, frustrada y aseguró que no se habían cuidado los derechos fundamentales del acusado. «Hoy está aquí José Enrique, pero mañana podemos ser cualquiera de nosotros», repitió en múltiples ocasiones: «Aquí lo que hay es una obsesión por incriminar al Chicle por una violación y un asesinato». «El dolor permanente no justifica la prisión permanente», dijo, en clara alusión la acusación particular.

Sabedora de que gran parte de las pruebas y testigos que han participado en el juicio dilapidan la versión del Chicle, la abogada se centró en tumbar el trabajo de cada uno de ellos: «Aquí no hubo un proceso acusatorio con pruebas rigurosas». Para Álvarez, la única verdad es la de José Enrique, quien afirmó haberse encontrado con Diana Quer en el callejón que desemboca en la calle Venecia. Allí la mató accidentalmente, la metió en su coche y la llevó a Asados para ocultar su cuerpo. Nunca para violarla.

Esta versión choca con la defendida por acusación y Fiscalía. Ambos consideran que la realidad es completamente diferente, y que es «prácticamente clonada» al caso de Boiro, en el que el Chicle intentó meter a otra joven el maletero de su Alfa Romeo, y por el que fue condenado por detención ilegal y agresión sexual en grado de tentativa. ¿Por qué entonces aquel 22 de agosto la historia fue diferente? Se preguntaron. Para Fernanda, «el caso de Boiro se condenó porque teníamos en la cabeza lo de Diana».

Herramienta de venganza

Aludiendo directamente al jurado, la defensora de Abuín les reclamó que «no pueden convertirse en una herramienta de la venganza [...] No hay ninguna prueba rigurosa de que hubiera detenido, violado y asesinado [a Diana]. Lo que hay son ganas de incriminar a José Enrique».

En la idea de una conspiración rondó durante todo su alegato final. Atacó la brida, la supuesta arma homicida, al recordar que terminó destruida, que no se midió, por lo que entiende que los investigadores fueron «acomodando los hechos a la versión que quieren dar», «Ellos quieren justificar que la brida fue utilizada por José Enrique para estrangular a Diana. Esa brida no estuvo nunca en el cuello de Diana».

El estudio de telefonía

Álvarez no dudó a la hora de tratar tumbar el informe del grupo GATO (Grupo de Apoyo Tecnológico Operativo) de la UCO (Unidad contra el Crimen Organizado), en el que se indicaba que Diana nunca se había metido por el callejón donde Abuín aseguró haberla visto. Afirmó que se quiso «meter con calzador que [Diana] estaba en el paseo marítimo cuando no lo estaba». «Lo más probable es que Diana se metiera por ese callejón».

La ausencia de signos de agresión sexual en el cuerpo de la joven fueron otro de los puntos en lo que trató de fundamentar su defensa. «No hay ADN de varón, no hay sangre, no hay semen», afirmó, además de evidenciar que el supuesto edema en las partes íntimas de Diana Quer se encontró a través de una fotografía de la Guardia Civil: «Aquí parece que todo vale para castigar al monstruo».

Falta de rigor

Álvarez también aseguró que se había manipulado el cadáver al cambiar la posición del pelo donde se encontró la brida. «No hay pruebas de que el Chicle la acechara», «Una cosa es ser un baboso, o un ligón baboso y otra ser un depredador sexual». En su alegato, atacó también el trabajo realizado por las cuatro psicólogas del Imelga que estudiaron a Abuín una vez que entró en prisión, así como el de los forenses, a los que acusó de «ofuscarse en la brida y en la tesis del estrangulamiento». «¿No es más razonable pensar que si fue a la nave fue por el pozo y no por los colchones?», preguntó al jurado.

Sobre lo que ocurrió en aquel edificio, destacó que sería imposible que Abuín bajara al sótano con Diana viva. «No vamos a construir una historia, vamos a intentar llegar a la verdad. Por eso les pido insistentemente justicia», replicó la letrada, que puso encima de la mesa que el cuerpo no había presentado lesiones, ni evidencias de agresión sexual: «¿Se puede violar sin violencia en una nave? No tenía heridas, ni hematomas, ni fracturas en los huesos».

La causa de la muerte

Para Fernanda Álvarez, la causa de la muerte no fue la fractura del hueso hioides con la brida, sino por una hiperflexión de la cabeza que seccionó la médula. También reflexionó sobre la foto de la tarde después de matar a Diana, en la que el Chicle aparece en la playa: «Ante la tragedia de haber matado a una niña, o te pegas un tiro, o confiesas y vas a la cárcel, o te callas e intentas hacer una vida normal. No todas las heridas sangran, puede existir dolor sin sangre».

Como cierre de su alegato, Álvarez defendió que si no fuera por la confesión del Chicle «no estaríamos aquí. [Los investigadores] no tenían ni idea de que en la nave de Asados había un pozo». «Es gracias a su confesión y a llevar a los investigadores al cuerpo, que se ha reabierto. Pudo haberse callado».

Lanzando una última crítica a los medios de comunicación, replicó que se «ha cometido una gran injusticia. Se ha creado un personaje sin el más mínimo rigor ni objetividad». Antes de volver a criticar todas las pruebas que desvirtúan y tumban las coartadas de su defendido: «Los forenses, nada relevante», «Los investigadores, todo es irrefutable cuando todo es refutable». «Aquí no estamos tratando de vengar a nadie», cerró dirigiéndose una última vez al jurado: «Defendí a José Enrique como me gustaría que me defendiesen a mí. Impartan justicia como les gustaría que se la impartieran a ustedes».