La disputa entre los soberanistas catalanes se cuela en la investidura

Ramón Gorriarán MADRID / COLPISA

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El presidente de la Generalitat, Quim Torra y su vicepresidente, Pere Aragonés, durante el pleno del Parlamento catalán
El presidente de la Generalitat, Quim Torra y su vicepresidente, Pere Aragonés, durante el pleno del Parlamento catalán Andreu Dalmau

El enfrentamiento entre Esquerra y Junts per Catalunya ante la previsible inhabilitación de Torra entorpece a última hora la negociación de los republicanos con los socialistas

29 dic 2019 . Actualizado a las 13:04 h.

A medida que pasan los días se entienden mejor las prisas de Pedro Sánchez para ser investido presidente del Gobierno antes de fin de año. Casi cada jornada hay un sobresalto que ralentiza el proceso. Ahora, cuando parecía que la negociación del PSOE con Esquerra estaba encarrilada, la escalada del enfrentamiento de los republicanos con sus socios de Junts per Catalunya amenaza, una vez más, con desandar el camino hecho. El motivo de la disputa en esta ocasión es la previsible inhabilitación del presidente de la Generalitat, Quim Torra, ya sea por la Junta Electoral Central (la próxima semana) o por el Tribunal Supremo (dentro de unos meses), tras haber sido condenado por desobediencia. La inhabilitación lleva uncida que el vicepresidente, en este caso el republicano Pere Aragonès, asuma el mando del Gobierno, y convoque un debate de investidura en el Parlamento catalán con otro candidato. Si en dos meses no fuera posible elegir un nuevo presidente de la Generalitat, posibilidad muy plausible por la división independentista, tendría que convocar elecciones. JxCat, sobre todo Carles Puigdemont, no quiere de ninguna de las maneras que Esquerra pilote esa transición y que aproveche su posición preeminente para sacar rédito electoral. Torra se guarda, además, la carta de provocar una crisis en su Gobierno para colocar un vicepresidente primero por encima de Aragonès, lo que conduciría a la ruptura total entre los socios.

Esta disputa doméstica amenaza con hacer trastabillar la negociación para la reelección de Sánchez. Para Esquerra, la prioridad absoluta es Cataluña. La gobernabilidad de España es un asunto menor en el que interviene en la medida que puede mejorar su posición política en el tablero catalán. Negocia con el PSOE en Madrid pero juega la partida de verdad en Barcelona.

Los republicanos han visto en la investidura una oportunidad para desatascar el conflicto en Cataluña mediante una mesa de negociación entre gobiernos. Si este foro bilateral se materializa podrían exhibir un trofeo muy potente en el escenario político catalán. Le abriría la puerta a ser el pal de paller (piedra angular) que fue la Convergència de Jordi Pujol, y ocuparía el espacio central del soberanismo.

Los vientos electorales arrecian en Cataluña y Esquerra quiere rentabilizar en esta ocasión su papel negociador y posibilista. Pero si los acontecimientos se precipitan y la Junta Electoral Central en su reunión del próximo viernes resuelve que Torra debe ser inhabilitado, los republicanos se encontrarían en mitad del río, sin un acuerdo para la mesa de diálogo entre gobiernos y con el sambenito de botifler (traidor) para la causa soberanista.

La ley electoral

Aunque la Junta Electoral de Barcelona ya desestimó el 24 de diciembre una petición similar de PP, Ciudadanos y Vox para la inhabilitación inmediata de Torra, el árbitro principal de los procesos electorales puede opinar diferente. La junta barcelonesa desestimó la demanda porque la condena por no retirar los lazos amarillos y las pancartas de solidaridad con los presos de edificios de la Generalitat no es firme al estar recurrida ante el Supremo. Pero la Junta Central puede acogerse al artículo 6.2 de la Ley Orgánica del Régimen Electoral, que establece que es «inelegible» quien esté condenado, aunque sea sin sentencia firme, por delitos contra la Administración o contra instituciones del Estado.

El desenlace se conocería en pleno debate de investidura si se cumple el calendario que maneja la Moncloa de abrir el debate el jueves 2 de enero y cerrarlo el domingo 5. Si la Junta desestima la demanda, no pasaría nada y Esquerra facilitaría con su abstención la reelección de Sánchez. Pero si el presidente catalán es inhabilitado, los republicanos se verían en una encrucijada. La experiencia indica que ante cualquier circunstancia sobrevenida (véase la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea obre Oriol Junqueras) Esquerra congela todo trato con el PSOE.

La eventual inhabilitación de Torra no es el único de los escollos para la negociación entre socialistas y republicanos. Están al caer las alegaciones de la Abogacía del Estado ante el Supremo por la sentencia de la corte europea, y Esquerra considera que ese informe será la prueba del algodón de las intenciones del Gobierno respecto al «conflicto político» en Cataluña. En la Moncloa esperan que el texto se conozca el lunes y satisfaga las expectativas republicanas.

Tampoco está despejado el marco jurídico para la mesa de diálogo entre ambos gobiernos. La reunión de los negociadores del pasado viernes en Madrid, la cuarta desde el 28 de noviembre, tampoco cerró el asunto. Los equipos del PSOE y Esquerra tienen previsto volver a sentarse este fin de semana para cerrar «los flecos». La pretensión socialista es tener cerrado el grueso del acuerdo para el lunes y que la presidenta del Congreso convoque el martes el pleno de investidura para el 2 de enero. Descartada la mayoría absoluta a favor de Sánchez en la primera votación, la segunda, en la que es suficiente la mayoría simple, se celebraría el domingo, víspera de Reyes.