El ascenso, ¿una condena de divorcio?

G. Lemos REDACCIÓN / LA VOZ

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SANDRA ALONSO

Un estudio sueco concluye que las promociones aumentan el riesgo de ruptura, aunque solo entre las mujeres

17 ene 2020 . Actualizado a las 09:03 h.

Hay miles de muestras de la brecha de género que aún sufren las mujeres en el ámbito laboral. Desde la desigualdad salarial a la falta de paridad, no solo en consejos de administración y altos cargos directivos, sino también en las escalas de mandos intermedios.

Pero, por si costara poco ir quebrando ese techo de cristal, un estudio acaba de probar ahora que, para romperlo, las mujeres tienen que pagar un peaje personal mucho más alto que si el elegido para el ascenso es un hombre. Así lo afirman los investigadores suecos Olle Folke y Johanna Rickne, que concluyen que «los ascensos a puestos directivos aumentan exponencialmente la probabilidad de divorcio en el caso de las mujeres, pero no afectan a los matrimonios de los hombres».

En concreto, los dos profesores analizaron una amplia muestra de mujeres suecas tanto en el sector público (alcaldesas y diputadas) como en el privado (directoras generales). Y los hallazgos son similares en ambos casos. En las empresas, más del 10 % de las mujeres promocionadas se divorciaron en los tres años siguientes a su ascenso, duplicando, de largo, la tasa de ruptura matrimonial de los hombres que llegan a los mismos puestos. En el caso de las elegidas para cargos públicos, las cifras son incluso más elevadas (sobre un 15 % de divorcios en los tres primeros años y hasta un 25 % a los ocho), aunque la tendencia es la misma, ya que se duplican las tasas masculinas, lo que permite a los investigadores identificar un patrón nítido.

No solo es que las mujeres sean las únicas que pagan un peaje personal tras un ascenso (las cifras de rupturas matrimoniales entre los hombres promocionados se consideran las habituales al margen de cualquier circunstancia extraordinaria), sino que los divorcios son más frecuentes en las directivas que responden a una serie de rasgos. En concreto, en aquellas que tienen una mayor diferencia de edad con sus parejas o que viven en hogares en los que, con su ascensos, la distribución de ingresos escapa del modelo habitual de dominancia masculina (esto es, que la mujer pasa a aportar más del 40 % de la renta familiar). Sin embargo, los investigadores no detectan «un efecto en los divorcios en aquellas parejas en las que hay menos diferencia de edad y en aquellas con una distribución menos paritaria de los ingresos» (en la que los hombres contribuyen con más del 60 % de la renta del hogar).

La dificultad para conciliar

Frente a las conclusiones rotundas de los investigadores suecos, la decana de Socioloxía de la Universidade de A Coruña, Raquel Martínez Buján, tira de prudencia y asegura que, aunque de la muestra analizada se pueda trazar una correlación entre los ascensos y un aumento de la tasa de divorcio en las mujeres, esto no quiere decir que haya causalidad; esto es, que las rupturas sean consecuencia de la promoción profesional.

En ese sentido, recuerda que hay otros estudios que dicen que las mujeres con niveles educativos más altos o posiciones más elevadas en el mundo de la empresa acostumbran a escoger parejas con características similares, mientras «que eso no sucede en el caso de los hombres».

Escéptica sobre las conclusiones de la investigación sueca, y sobre todo sobre su traslación a la realidad española y gallega, se muestra también la presidenta de Executivas de Galicia, Carla Reyes. Admite, sí, que las mujeres pagan un peaje personal más elevado por desarrollar su carrera profesional, pero cree que no es tanto en términos de rupturas matrimoniales como de retraso en la edad de maternidad o, directamente, de renuncia a tener hijos para no ver truncadas sus posibilidades de ascenso.

«Sí conozco casos de mujeres que han optado por no tener pareja estable o por no tener hijos para apostar por su carrera profesional», expone Reyes, que lamenta que, en el caso de la maternidad, «la época de mayor fertilidad coincide también con un momento crucial en el ámbito laboral». Lo que no solo está retrasando la edad a la que se es madre por primera vez, sino que también reduce el número de hijos por mujer. «Hay quien se ve obligada a elegir entre ser una excelente profesional o formar una familia y ser madre, a mí me parece muy triste», concluye.