Mujeres y refugiadas, doblemente víctimas de la crisis migratoria

leticia álvarez MITILINI (LESBOS) / E. LA VOZ

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Elisabeth, de Camerún, llegó a Lesbos desde Estambul
Elisabeth, de Camerún, llegó a Lesbos desde Estambul Isabel Rueda

Según cifras oficiales de Naciones Unidas, en lo que va de año un 16 % de los migrantes que llegaron a Grecia fueron mujeres

08 mar 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Tratadas como un juguete de guerra, encarceladas y maltratadas, la lista de vejaciones es infinita. Para Turquía y Grecia son solo números. No hay esperanza, al menos de momento, para ellas, las refugiadas. El acuerdo migratorio entre la Unión Europea y Turquía pareció evaporarse. Además, el alto el fuego firmado entre Rusia y Turquía en la provincia siria de Idlib, que ayer cumplió su segundo día, está lejos de solucionar la emergencia humanitaria en las fronteras europeas.

A Elisabeth, 34 años, Camerún, le cuesta recordar el camino de penurias que la trajeron a Grecia. Fue víctima de un matrimonio concertado a los 16 años y maltratada por su marido. Cuando por fin logró quedarse embarazada, su hijo nació con un grave problema cardíaco. «Murió con ocho años; se podría haber salvado con una operación pero no la pude pagar», respira hondo. Fue entonces cuando decidió escapar del país. Primero viajó a Argelia y de ahí a Marruecos.

El plan inicial era llegar a España por mar, pero una oferta como camarera en Turquía lo cambió todo. «No era una mala opción. Además así no tenía que arriesgar mi vida», prosigue. Parecía que por fin podría empezar de cero lejos de las amenazas y malos tratos. Sin embargo, al llegar a Estambul la encerraron y la obligaron a prostituirse hasta que logró escaparse un año después. Elisabeth es un testimonio entre los cientos de miles que habitan en los campos de refugiados. Según cifras oficiales de Naciones Unidas, en lo que va de año un 16 % de los migrantes que llegaron a Grecia fueron mujeres.

«Ayer mismo hablé con una mujer que había sido esclava sexual en Kuwait», explica Isabel Rueda, coordinadora de Rowing Together, una oenegé española que provee asistencia ginecológica en Moria. «Mujeres y niñas son acosadas. Recibimos continuamente denuncias de abusos», denuncia el portavoz de la Agencia del Refugiado (Acnur) en Grecia, Boris Cheshirkow.

Sin servicios básicos

Los profesionales que trabajan en los campos de refugiados de Lesbos denuncian que la falta de acceso a los servicios sanitarios y de higiene básicos afectan en mayor medida a mujeres y niñas. Obligadas a convivir en campos saturados tienen que compartir duchas y sanitarios. La oenegé Human Rights Watch denunció que no se están siguiendo los protocolos de protección, lo que pone aún más en riesgo a las refugiadas.

Hoy, 8 de marzo, cooperantes, voluntarias y refugiadas en el campo de Moria siguen trabajando por reducir las desigualdades que de forma más virulenta afectan a las mujeres.

«Esto es una basura», dice Isabel, visiblemente agotada, intentando describir todas las historias recopiladas. Vino con su maleta de mano para pasar unos días y lleva 7 meses trabajando en Moria. «La risa es el nuevo llanto», describe sin perder de vista el móvil por si hay una emergencia.

En las islas del Egeo, donde permanecen más de 30.000 solicitantes de asilo, el número de llegadas ha disminuido desde que Turquía y Rusia anunciaron esta semana un nuevo alto el fuego, además de un corredor humanitario en Idlib, en el norte de Siria. De momento, y según informó el Gobierno de Ankara, la guardia costera turca retendrá a los migrantes en sus fronteras marítimas.