Un español en Shangai: «Nos controlan con un código QR para saber de dónde vienes»

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Este asturiano nacido en Lugo, que lleva ocho años viviendo en China, relata cómo poco a poco están regresando a la normalidad

28 mar 2020 . Actualizado a las 15:42 h.

Lalo sigue de cerca las noticias que estos días llegan a China desde España. Su familia y él se han intercambiado los papeles, si antes eran ellos los que se preocupaban por él, ahora es él, el que teme por los suyos. Mientras aquí nos preparamos para afrontar los días más duros, en Shanghái, donde reside, paulatinamente tratan de recuperar la normalidad. Él, incluso, ya ha vuelto a tomar algo con sus amigos. «Sí, la primera vez dijimos todos: ‘Por fin’», explica este joven ovetense nacido en Lugo.

A día de hoy «estamos al 70 %», cuenta. Todavía no se han retomado las clases, ya que los colegios y universidades permanecen cerrados, aunque cada vez hay más restaurantes abiertos, la paquetería trabaja a la perfección y el metro funciona como siempre. Explica que de manera progresiva se está volviendo a la vida normal, viendo qué empresas pueden abrir y cuáles no. En los trabajos se mide la fiebre dos veces al día, se lleva un recuento de quién entra y quién sale... «Lo que están es controlando muchísimo la circulación de gente en ciertos sitios, cuando vas a un lugar de riesgo, como el metro, el autobús, o un hotel... hay un control de temperatura, y en muchos casos un código QR que se produce a través de una aplicación, en la que se cruzan un montón de datos y, en función de eso, pueden decirte si eres paciente de riesgo o no. Pueden saber en todo momento tus movimientos, dónde has estado y, en caso de que hayas estado en un punto con peligro de contagio, te pueden poner en cuarentena», explica este español que lleva ocho años residiendo en China.

Mientras que en Hubei no se puede salir y hay que pedir la comida a casa, y en otras provincias aledañas se permite bajar a la calle cada ciertos días, en Shanghái, donde el virus no ha actuado con mucha virulencia —de hecho, solo se han registrado tres muertos y 300 contagiados—, las medidas que pasaban por evitar concentraciones de personas se han cumplido a rajatabla, la ciudad se vació por completo. «Nos cogió a todos en medio de las vacaciones, por lo que Shanghái estaba vacío, había el 50 % de la gente que vive habitualmente y, a diferencia de la cultura latina, esta es muy de unidad. Si se dice que no se sale, no se sale, no hace falta prohibirlo. Eran las primeros compases, tampoco sabíamos a qué nos estábamos enfrentando y la gente pues se quedaba en casa», señala Lalo. Este joven asturiano nunca llegó a estar del todo confinado,ya que en todo momento durante la cuarentena pudo salir a la calle.

«Pero una cosa es salir a la calle —aclara— y otra salir un día normal. Las calles estaban vacías, yo estaba solo porque mis amigos se habían ido de vacaciones a sus casas, no podía ir a tomar algo, ni relacionarme con gente, pasaba mucho tiempo en casa, solo salía a grabar vídeos o le iba a dar de comer al gato de un amigo. Salía, pero no podía hacer vida normal, como vosotros ahora».

Un ingeniero «youtuber»

Para evadirse de la situación, Lalo se centró en grabar vídeos de lo que estaba pasando y colgarlos en su canal de Youtube, que ya han sido vistos por 90.000 personas y salido, incluso, por televisión. «Vi que uno de Oviedo me funcionó y me dije: pues voy a seguir. Pensé: «¿Qué hago?». Aquí solo están pasando cosas del coronavirus, pues hago uno del coronavirus. Funcionó bien, hice otro y yo que tenía un canal en el que me veían mis amigos y mis padres, de repente un vídeo lo vieron 90.000 personas, cogí bum y me animé», dice este ingeniero de caminos, que se plantea valorar esta salida profesional en el futuro.

 

Aunque editar y montar los vídeos le sirvió para que los días pasaran más rápido, explica que psicológicamente no fue tan sencillo. «Mis amigos me dicen: "Ahora me siento mal, no me daba cuenta de lo que pasaste"». Me pilló en una época en la que, además, hacía mal tiempo, estaba todo triste, si te venías abajo estando solo pues te hundías, el propósito era mantenerse arriba, yo me evadí con los vídeos, pero a la vez no dejaba de estar aquí solo sin contacto con nadie, son muchas emociones... Ahora veo la luz, pero al mismo tiempo estoy preocupado por lo de España», dice este joven, que a miles de kilómetros de la pandemia, solo notó un día —el que se decretó el cierre de Wuhan— algo de desabastecimiento en el supermercado. «En la zona de vegetales, los productos frescos estaban vacíos, pero un día, nada más», dice.