Apenas cuatro de cada diez trabajadores registran su jornada un año después de ser obligatorio

a. b. MADRID / LA VOZ

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Óscar J.Barroso | Europa Press

Antes de que la pandemia disparara el teletrabajo, al cierre del año pasado aún era una fórmula residual

13 jun 2020 . Actualizado a las 09:21 h.

Un año y un mes después de que el registro de la jornada laboral se convirtiera en obligatorio por ley, los datos publicados ayer por el INE confirman que su cumplimiento dista de ser general. Apenas cuatro de cada diez trabajadores (el 38 % de los 16,6 millones de asalariados contabilizados, es decir, 6,3 millones) respetaban la norma y registraban su presencia y las horas trabajadas.

Según los datos recogidos en el módulo sobre organización y duración de la jornada laboral de la encuesta de población activa, en el 2019 casi el 26 % (4,3 millones) no llevaban ningún control ni de presencia ni de horas de actividad, mientras que otro 28,18 % (casi 4,7 millones) tan solo registraban su presencia.

El grado de incumplimiento se incrementa con la edad, como muestra que en la franja de 16 a 34 años solo el 22,73 % no registrara su jornada y que el porcentaje se elevara hasta casi el 31 % a partir de los 55 años. También hay diferencias por sectores, siendo el agrario el más laxo para documentar las horas trabajadas (el 36,71 % no las registró) y el industrial el que más cumplió, prácticamente la mitad del total.

El teletrabajo, aún residual

El INE también revela que, antes de que la pandemia disparara el teletrabajo, al cierre del pasado año aún era una fórmula residual, ya que únicamente la usaban de forma habitual 352.500 trabajadores, el 1,78 % del total de asalariados. Por contra, más de 15,5 millones trabajaba a diario desde las instalaciones de su empresa, lo que se acerca al 80 % del total, mientras que el 9,17 % (1,8 millones) desarrollaban su labor en los locales de los clientes y el 7,68 % carecía de lugar fijo.

El módulo de la EPA también pone de manifiesto la escasa flexibilidad de horarios de la que disponen los trabajadores, ya que menos del 30 % (5,6 millones) podía decidir el comienzo o el final de su jornada laboral, aunque fuera con restricciones.