La concesión de créditos espera con prudencia la reactivación de la actividad

J. M. Camarero REDACCIÓN / LA VOZ

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Marcos Míguez

La banca constata que se está produciendo una desescalada de las hipotecas

29 jun 2020 . Actualizado a las 08:41 h.

Quienes se acerquen estos días por las sucursales de los bancos, o llamen por teléfono para informarse, se estarán percatando de una realidad muy diferente a la que muchos de esos ciudadanos vivieron hace una década. Entonces, las restricciones de las entidades a la hora de autorizar un crédito eran extremas por la crisis financiera. Hoy, aun con las cautelas que el sector ha ido asumiendo a lo largo de la última década, esas exigencias no serán mucho más restrictivas a pesar de que hay otra crisis de por medio. Aunque, eso sí, tendrán muy en cuenta la situación por la que atraviesan determinadas familias o empresas al autorizarles financiación.

La crisis del coronavirus ha supuesto un abrupto punto de inflexión con respecto al modelo crediticio que venía desarrollando el sector en España en los últimos años de recuperación económica. Hasta mediados de marzo. Entonces, el crédito al consumo se había convertido en un pilar básico para incrementar el stock que tenían en los balances, aupado por el dinámico consumo de las familias en sus compras diarias. Las hipotecas seguían un camino ascendente, aunque muy lento y condicionado por las amortizaciones realizadas para quitarse deuda de encima por parte de las familias. Y los préstamos a empresas seguían una trayectoria más plana.

Ahora son estos últimos tipos de crédito los que sostienen el mercado, gracias a los avales del ICO; las hipotecas comienzan a tomar posiciones; y el crédito al consumo sigue desplomado tras el confinamiento.

Esta vez hay liquidez

En este contexto, los bancos tienen «bastante apetito por prestar», según explica Francisco Uría, socio de Servicios Financieros de KPMG. «Esta crisis es completamente distinta a la anterior, y los bancos están bastante fuertes en solvencia y liquidez, y tienen todos los incentivos para prestar». Uría considera que «competirán ferozmente para hacerlo, aunque manteniendo siempre una gestión prudente el riesgo, la gran lección de la pasada crisis», apunta. En cualquier caso, Uría admite que tras la crisis del coronavirus «los bancos están dependiendo de acontecimientos que no dependen de ellos», en referencia a la menor demanda de crédito hipotecario y la caída del consumo.

Es decir, no habrá manga ancha, aunque tampoco restricciones como las de hace diez años. «Hasta entonces se había cometido un error, el de dar crédito a cualquiera durante la burbuja y de ahí llegaron las graves consecuencias que vimos», explica Antonio Pedraza, presidente de la comisión financiera del Consejo de Economistas.

Francisco Uría sostiene que la banca va a prestar «todo lo que pueda» aunque con muchas diferencias dependiendo del sector que se trate y del tipo de financiación solicitada. Fuentes del sector sugieren que serán más proactivos en el crédito al consumo, el que más ha sufrido en las últimas semanas.

Sin embargo, las entidades son conscientes de que los perfiles de clientes que se aproximaban a las sucursales hasta marzo son en muchos casos radicalmente diferentes a los que había hasta mediados de marzo. La pandemia ha cambiado el contexto. «Cuando pase el verano y los ERTE vayan agotándose, veremos la realidad laboral del país», apuntan desde una importante entidad financiera. Y de ahí deriva la solvencia de cada ciudadano que quiere un crédito para comprar una casa, un vehículo o invertir. El panorama que se encuentran es de una demanda debilitada y con sectores económicos muy tocados, como el turismo, la construcción y los servicios, y esa situación la tienen que valorar las entidades.

Condiciones inamovibles

Las hipotecas para adquirir vivienda serán la primera prueba de fuego que librará el sector para testar el grado de aceptación de las solicitudes tras el parón económico de la pandemia. Los últimos datos del Consejo General del Notariado reflejan que los bancos conceden importes de hasta un 75,4 % del valor de tasación de la vivienda.

Además, y como ya venía ocurriendo en los últimos años, el importe mensual de la cuota no debe superar un tercio de los ingresos de la unidad familiar, así como los precisos avales para completar la operación con garantías. Además, hay que tener en cuenta la realidad de un mercado como el hipotecario en el que la modalidad a tipo fijo supera a las variables. En concreto, hasta abril, el 51 % de las hipotecas se contrataron con la modalidad de una cuota estable frente al 49 % de los recibos cuyo importe depende de la evolución del euríbor, el índice más utilizado como referencia hipotecaria. Además, el euríbor ya ha cortado el ascenso iniciado con el estallido del coronavirus. El índice ha retomado las caídas en junio y la media mensual provisional se sitúa en el -0,13 % tras haber cerrado mayo en el -0,08 %. El 20 de mayo registró una tasa diaria mínima anual del -0,05 %. El tipo hipotecario se acerca a los niveles previos a la pandemia una vez la extraordinaria situación a raíz del virus tiende a normalizarse.

Una realidad diferente será por la que atraviese la concesión de créditos al consumo. Hasta ahora, los ciudadanos deben 93.400 millones de euros, lo que supone un 8 % más que a finales de 2018. De hecho, el Banco de España ya ha advertido sobre el impacto que supone para las entidades el incremento de la morosidad de los créditos al consumo ya que la falta de pago estos préstamos «está asociado a un incremento significativo de la probabilidad posterior de no pagar el préstamo hipotecario», según se explica en el Informe de Estabilidad Financiera de Primavera.

La concesión realizada en el punto de venta, a través de Internet o mediante todo tipo de facilidades de acceso puede convertirse ahora en un problema de morosidad si la tasa de paro alcanza niveles como los estimados hasta en el 20 %.