Los modelos matemáticos no son capaces de predecir el pico de la ola

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J.Hellín POOL

El enorme impacto y la variabilidad de las circunstancias complican el cálculo

02 nov 2020 . Actualizado a las 10:39 h.

El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES), Fernando Simón, fue demoledor en su primera comparecencia de la semana, tras el decreto del estado de alarma: «En la tercera semana de noviembre la situación será muy crítica para las ucis y en parte para la hospitalización en general. No sé si colapsará. No sabemos cuántas semanas va a durar esta progresión de la transmisión ni si las medidas tendrán efecto».

El análisis de datos cruzados a gran escala y los modelos matemáticos predictivos fueron claves en la lucha inicial contra el coronavirus. Sin embargo, esta herramienta no parece ser tan útil ahora. Simón añadió: «Será difícil la interpretación de los modelos predictivos en las próximas semanas. Con la variabilidad de las medidas, son ejercicios teóricos que hay que interpretar con prudencia».

Jesús Gómez Gardeñes, investigador del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos de la Universidad de Zaragoza y uno de los autores del algoritmo que permitió seguir la evolución de la epidemia en la primera ola explica que «es más difícil pero no por el virus, sino por nuestros mecanismos de contención. Por ejemplo, tuvimos que activar parámetros como el rastreo, que antes no existía». «Otro ejemplo es el número de PCR. Antes solo se realizaban a pacientes graves hospitalizados. Todos los demás no contaban como positivos. Ahora tras el estudio de seroprevalencia se sabe que el número de infectados era diez veces más. Estos parámetros, como la distancia social, el modo en que la gente interactúa según el entorno, grupos de edad... es información que tenemos que adaptar», describe.

«Quien diga una fecha ahora respecto a cuándo será el pico no está diciendo la verdad. Solo sabemos que estamos en el inicio de la ola», advierte, mientras ofrece otra clave: «La estacionalidad afecta menos a la propagación del virus que la relajación con las normas o el regreso apresurado a la actividad. Ahora sufrimos la herencia de los brotes veraniegos».

«En los próximos días veremos la verdadera segunda ola, porque el invierno obligará a convivir más en espacios cerrados, el sistema inmunitario se verá más tensionado por otros virus como el de la gripe. Una gran pregunta es cómo será esa convivencia de virus», expone.

Gómez Gardeñes augura «semanas y meses duros». «Estamos solo empezando. El virus tomará ventaja, como todos los que se propagan por vía aérea. Es difícil ni siquiera aventurarse a hablar de pico. Debemos tomar medidas más restrictivas cuanto antes. Es lo que tiene el crecimiento exponencial severo, que si lo dejan crecer, después cuesta mucho bajarlo», advierte. «Hay que redoblar los esfuerzos en el rastreo. Y cumplir las normas. Hay países que lo están logrando», concluye.

El catedrático de Análisis Matemático de la USC Juan José Nieto Roig, que predijo la evolución del coronavirus en la primera ola, confirma: «Estamos en ello, pero con las circunstancias tan cambiantes es imposible realizar una predicción a corto plazo». «Estamos todos un poco perplejos porque pensábamos que habíamos aprendido de la primera ola, pero no lo hemos hecho», añade. «Hace un mes estábamos en una situación que nada tiene que ver con la actual. A nivel España es muy preocupante», analiza. «Hay aspectos que no conocemos bien. Es peor de lo que pensábamos», concluye.

«Sigue el mismo patrón que en la gripe de 1918 y la letal segunda ola»

Álvaro Gómez Vieites, profesor asociado de IESIDE y consultor asociado de Inprosec, apunta que «los modelos clásicos se asientan en el brote en una ciudad, pero ahora está muy diseminado y la propagación de asintomáticos es elevada». «No se sabe el efecto de las medidas. Si frenas las fiestas, pero el transporte, comercios e interiores siguen llenos, el virus se propagará. Por eso en Wuhan se optó por un confinamiento domiciliario. Es lo único que frena la transmisión», plantea.

«Aunque los casos no sean tan graves, el peligro del colapso hospitalario es que puedes acabar muriéndote de cualquier cosa por desatención. La gente se ha relajado en verano. De todos los modelos que podamos consultar, el más claro es el de la gripe de 1918. Se sigue el mismo patrón. Hubo relajación de medidas en verano y en noviembre, al protegerse del frío en interiores la ola fue cinco veces más letal. Creo que deberíamos prepararnos para un largo confinamiento. Es una boca de lobo que da miedo», concluye

«No va a producirse una inmunidad de rebaño»

Eulogio Real, doctor en Metodología de las Ciencias del Comportamiento por la USC, cree que la conclusión más clara que se puede obtener del análisis de los datos registrados hasta el momento comparando las dos olas es que «no va a producirse una inmunidad de rebaño de forma rápida. Llevará años. No es ni deseable, ni posible, ni viable porque costaría demasiados muertos».

De hecho desde el punto de vista de Real, «podría haber varias olas sucesivas porque todavía hay mucha gente susceptible de contagiarse». «La incidencia varía mucho de un sitio a otro, pero seguirá creciendo», apunta mientras destaca que la amplitud de los muestreos actuales y la variabilidad del contexto complica la tarea de obtener conclusiones claras en esta segunda ola, para poder realizar predicciones.

«No se espera información novedosa en esta segunda ola, solo sabemos que es más grande que la primera, que tampoco tuvo la profundidad que se creía en un primer momento», asegura.