Guerra interna entre los republicanos por el futuro de la dirección de la CIA

Héctor estepa JERSEY CITY / E. LA VOZ

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Gina Haspel, directora de la CIA
Gina Haspel, directora de la CIA LEAH MILLIS

Ex altos cargos de inteligencia y seguridad alertan del peligro que supone el retraso de Trump de la transición de poder

14 nov 2020 . Actualizado a las 10:24 h.

Estos días se libra una batalla interna en el Partido Republicano, con Gina Haspel, directora de la CIA, como protagonista. Tanto el presidente Donald Trump como algunos de sus más cercanos asesores apuestan por su destitución dentro de la purga en el Departamento de Defensa iniciada esta semana, mientras que otros líderes de la formación conservadora han defendido su continuidad.

Haspel alcanzó la dirección de la Agencia Central de Inteligencia hace dos años y medio, tras ser confirmada por el Senado por 54 votos a favor y 45 en contra, tras semanas de reticencias2001-2009).

Trump pasó de alabar su capacidad a distanciarse de ella cuando Haspel se negó a desclasificar documentos sobre la supuesta intervención de Rusia en las elecciones del 2016, citando motivos de seguridad nacional. El entorno del presidente critica también que no detuviese a tiempo la filtración que llevó al inicio del impeachment contra el presidente. 

Pero Harsel está siendo apoyada por prominentes políticos republicanos. «Si me preguntas mi opinión, creo que está haciendo un buen trabajo», dijo el republicano Marco Rubio, titular del Comité de Inteligencia del Senado. Afirmó que sería «bueno para la estabilidad de la agencia», que continuase en su puesto. «La inteligencia no debería ser partidista», añadió, por su parte, el senador republicano John Cornyn.

Ambos fueron criticados por un asesor de Donald Trump. «¿Por qué demonios hay senadores republicanos tratando de manipular a Trump para que mantenga a Haspel, que mina y subvierte continuamente la agenda del presidente?», señaló Arthur Schwartz. «Qué desgracia», dijo. 

Transición peligrosa

El demócrata Mark Warner, vicepresidente del Comité de Inteligencia, ha alertado, por su parte, de que una transición del poder inestable envalentonará a los rivales de EE.UU. Unos 150 antiguos altos cargos de inteligencia y seguridad nacional han alertado también de los riesgos para el país de que la Administración Trump mantenga, durante los próximos días, el bloqueo en el traspaso de poderes, a través de una misiva a la que tuvo acceso el portal Politico.

Los excargos reclaman que la Administración de Servicios Generales (GSA), que se encarga de la transición, nombre finalmente a Joe Biden y Kamala Harris como presidente y vicepresidenta electos, para que puedan acceder a información «necesaria para enfrentar los asuntos más inmediatos de seguridad nacional, como el informe diario de seguridad presidencial, y decisiones pendientes sobre el posible uso de fuerzas militares».

El GSA, dirigido por funcionarios nombrados por Trump, se ha negado, por ahora, a nombrar a Biden como vencedor de las elecciones bloqueando el acceso del demócrata a esos informes.

La tradición de compartir los documentos de inteligencia ha perdurado incluso en elecciones con recuentos ajustados y disputados, como en el 2000, cuando el entonces presidente saliente Bill Clinton permitió que el electo George W. Bush tuviese acceso a los informes, a pesar de que el Partido Demócrata había pedido el recuento en Florida y veía a su candidato, Al Gore, como posible ganador de los comicios.

Aunque los datos fueron compartidos hace 20 años, la tardanza de un mes en esas elecciones para nominar finalmente a un ganador provoco graves problemas de seguridad, según los firmantes de la misiva, entre los que se encuentran exdirectores de la CIA, contraterrorismo y de Seguridad Nacional, entre ellos algunos excargos de la Administración Trump.

Los analistas creen que, incluso pudo haber supuesto una menor preparación ante los atentados del 11S. «Por esa razón, y con el trasfondo de la disputada elección del 2000, la comisión recomienda que las transiciones deben ser ordenadas para minimizar lo más posible la perturbación del diseño de políticas de seguridad nacional», concluyen los firmantes de la misiva.