¿Por qué se llaman Epi y Blas?

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Ya han cumplido los 50, pero esta famosa pareja sigue representando lo que se propusieron sus creadores: la posibilidad de permitirse amigos totalmente diferentes

10 dic 2020 . Actualizado a las 20:14 h.

Lo siento por aquellos que hayan sido niños en nuestro país antes de 1979. No serán niños de la infancia, como diría Manolito Gafotas, y se habrán perdido la suerte de crecer con Epi y Blas, con la rana Gustavo, con Triki, el monstruo de las galletas, o con Supercoco. No sé cómo habrán podido aprender a contar 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, turururu... sin esa musiquilla que se te metía en la cabeza y que aún hoy, tantas décadas después, vienen a la memoria para asomarnos una sonrisa. Pero los echamos de menos. Barrio Sésamo ha cumplido ya los 50, porque en Estados Unidos se emitió por primera vez en 1969 (aunque a España llegó diez años después) partiendo de una original idea del psicólogo Lloyd Morrissett, que veía asombrado cómo su hija de 3 años se quedaba pasmada viendo los anuncios de la televisión. Las marionetas de Jim Henson le dieron forma a ese mundo universal, lleno de viveza y colorido que él se propuso como objetivo para dibujar a los protagonistas que iban a guiar la enseñanza, además del entretenimiento, de todos los niños de entonces.

De ese brillo, de esa alegría y de mucha sabiduría partieron los guionistas que, por vez primera en la tele, idearon un programa infantil en el que los niños eran tratados con inteligencia para ponerlos en situaciones cotidianas en las que, además de aprender números, colores o formas geométricas, iban a experimentar la sensación de permitirse amigos muy diferentes. Tan opuestos como los protagonistas, Epi y Blas.

¿Pero por qué esos nombres? ¿De dónde viene su origen? Todo arranca de unas iniciales, E y B, porque en Estados Unidos estos dos amigos inseparables son Ernie y Bert, y en la adaptación española se decidió seguir las letras de sus nombres para ser fieles a los originales. En México, por ejemplo, sucede lo mismo, porque en América Latina son Enrique y Beto, de acuerdo al mismo esquema que plasmaban a Ernie y Bert como una suma de contrarios. Es curioso que esos dos nombres sean los mismos que aparecen en dos personajes secundarios de la película de Frank Capra ¡Qué bello es vivir! , pero nadie ha abierto luz suficiente a esta maravillosa ¿casualidad?

En cualquier caso, Ernie y Bert, Epi y Blas, representan el contraste de personalidades que guionistas, como Mark Saltzman, quisieron destacar. Epi, el bromista caótico, y Blas, el paciente y ordenado. Fue precisamente Saltzman el que reveló en una entrevista hace dos años que esta pareja única reflejaba la relación que él mantenía con el montador de cine Arnold Gassman, en lo que se presupuso como una salida del armario que Barrio Sésamo negó: «Epi y Blas no tienen orientación sexual». «¿Por qué esa pregunta? ¿Por qué la necesidad de definir a la gente solo como gais? Hay mucho más en un ser humano que solo la heterosexualidad u homosexualidad», indicó entonces Frank Oz, otro de los creadores.

Epi y Blas tenían como compañero a Triki, el monstruo de las galletas, que en otros países se conoce como Lucas, aunque en Estados Unidos no desveló su nombre hasta el 2004: Sid. Así se llamaba, claro, antes de probar su primera ¡galleta! Y monstruorizarse. A su lado, se superaba Supercoco, que por cierto en inglés se llamó Grover, y en América Latina, Archibaldo. Fue él quien, con su poder extraordinario, nos enseñó para siempre la diferencia entre estar lejos y estar cerca. Y así pegados a ellos, unidos como Epi y Blas, les seguiremos la pista al menos otros cincuenta años más.