El fantasma de Lady Di revive tras las confesiones del príncipe Enrique y Meghan Markle

La Voz REDACCIÓN / AGENCIAS

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La duquesa de Sussex confiesa que pensó en el suicidio durante su primer embarazo. Diana de Gales, por su parte, reveló en 1995 en una entrevista en la BBC que se autolesionaba

08 mar 2021 . Actualizado a las 22:46 h.

Para toda una generación de británicos Diana de Gales es poco más que una foto, un icono pop o, si acaso, la pizpireta actriz de una serie televisiva. Esa generación recibe hoy conmocionada las revelaciones de Meghan Markle, que sin embargo suenan familiares a muchos.

En la convulsa historia reciente de la casa de los Windsor, pocos acontecimientos han causado mayores problemas de reputación que la entrevista que Lady Di concedió a la BBC en 1995. Y que más de veinte años después sigue rodeada de polémica, ya que recientemente Charles Spencer, hermano de Diana, pidió que se investigase a los periodistas que se la hicieron. El periodista Martin Bashir, que trabajaba entonces en un programa semanal de información, Panorama, habría logrado «la mayor exclusiva» en la historia centenaria de la BBC con métodos que ahora están en entredicho. Bashir ordenó a un diseñador gráfico de su equipo que crease falsos cheques para convencer a Diana de que estaba siendo investigada por medios de comunicación y agencias del Estado, que pagaban a personal a su servicio. Bashir se los mostró a Spencer, que recibió del periodista otras informaciones sobre escuchas de los servicios secretos o planes para eliminarla tanto a ella como a Camilla Parker. 

En esta entrevista, que el público eligió en el 2007 como la más memorable de la historia, Diana de Gales se abrió en canal para reconocer que en su matrimonio «había tres personas» (en alusión a Camilla Parker Bowles) y para confesar que se autolesionaba por pura desesperación. Ante todo, si aquella conversación evidenció algo fue la gelidez del Palacio de Buckingham, la imposibilidad de desarrollar en su interior unas relaciones afectivas «normales».

Desde ese punto de vista, ciertos extractos de las palabras de Meghan este domingo en la televisión estadounidense parecen un calco de las que pronunció Lady Di hace 26 años. «Ya no quería seguir viviendo, y eso era un pensamiento muy claro, real y constante, que daba miedo», dijo la duquesa de Sussex a una Oprah Winfrey que asistía con la boca abierta a sus revelaciones, según recoge Enrique Rubio para Efe. 

«Tienes tanto dolor dentro que intentas herirte por fuera, porque quieres ayuda, pero es una ayuda equivocada la que estás pidiendo», admitía Diana al periodista Martin Bashir en 1995.

Meghan: «Fui a una de las personas de mayor rango para buscar ayuda. (Pero) me dijeron que no podía, que no sería bueno para la institución». Diana: «Estaba pidiendo ayuda a gritos, pero daba las señales equivocadas, y la gente usó mi bulimia como excusa: decidieron que ése era mi problema, que era inestable».

Lady Di, que moriría menos de dos años después en un accidente en París cuando huía de los paparazzi junto a su novio Dodi al Fayed, protestaba porque la depresión posparto que sufrió tras dar a luz a Guillermo permitió a todo el mundo colocarle una «maravillosa etiqueta»: la de inestable y desequilibrada. Esa percepción, dijo entonces, la compartía hasta su marido, el príncipe Carlos.

Y es aquí donde los duques de Sussex, Enrique y Meghan, marcan el verdadero punto diferencial entre dos relatos que a veces se parecen como gotas de agua. Porque en el calvario de la antigua actriz estadounidense aparece en esta ocasión un esposo que, avisado por tanto sufrimiento, consigue ahorrar a su mujer el destino de su madre.

«Creo que él nos salvó a todos. En última instancia, tomó la decisión de buscar una salida para nosotros y para (su hijo) Archie», señaló Meghan, antes de girarse hacia Enrique para decirle: «Tomaste una decisión que ciertamente salvó mi vida. Y la de todos nosotros».

Por si hubiese dudas en esa búsqueda del contraste, el propio Enrique reconoce más tarde sentirse muy decepcionado con su padre «porque él pasó por algo similar».

A pocos les sorprenderá ahora constatar que Buckingham es un palacio de hielo. Diana de Gales lo dejó claro antes de morir, y ni siquiera quienes no habían nacido entonces albergaban muchas dudas.

Los cortesanos y la prensa partidaria de la reina Isabel II alegan que Meghan Markle no podía ignorar las restricciones que implica entrar en la Firma (como se conoce en el Reino Unido a la Casa Real) cuando decidió casarse con el príncipe. Y menos aún con el precedente sentado por Diana, quien, todo sea dicho, era mucho más popular y querida que Meghan.

Pero la realidad es que el palacio se enfrenta de nuevo a un seísmo, en unas condiciones quizá más precarias que en 1995. El príncipe Felipe, marido de la reina y su gran pilar emocional, se halla ingresado y a punto de cumplir cien años, la propia Isabel II, pese a gozar de buena salud, tiene ya 94 años, y su hijo y heredero, Carlos, no parece haber ganado mucha popularidad desde que su entonces esposa sacudió los cimientos de Buckingham. 

Todas las miradas puestas en la reacción de la reina Isabel II

La reina Isabel II no es una monarca que se mueva por impulsos, al menos en la esfera pública. Educada para ser reina, lleva siéndolo casi 70 años, desde junio de 1953, y se ha enfrentado a todo tipo de situaciones. Tiene claro que la corona es lo primero, y por ello se resistió a despedir a Diana de Gales con unos honores que ella consideraba que no merecía. Los primeros días protegió a sus dos nietos, Guillermo y Enrique, apenas unos niños, y los recluyó en Balmoral, pero la parálisis de la reina provocó que los británicos que despedían consternados a la princesa de pueblo, comenzasen a critircarla abiertamente. Finalmente, terminó visitando el inmenso altar de flores que numerosos ciudadanos habían depositado ante el palacio de Buckingham y se dirigió a la nación en un discurso en el que se mostró desolada, a su manera, por la gran pérdida de sus dos nietos, algo que finalmente calmó a los ciudanos. 

Eso sí, lo que no consiguieron frenar nunca fueron las teorías de la conspiración que durante años han circulado sobre si realmente la muerte de Diana fue un accidente o no. Al parecer desde palacio no veían con buenos ojos que la Lady Di saliese con Dodi Al-Fayed, un egipcio hijo del multimillonario fundador de los almacenes Harrods, MohamedAl-Fayed.

Ahora, todas las miradas están puestas en cómo reaccionará la casa real. Pese a que el príncipe Enrique asegura que la relación con su abuela es buena y hablan por Zoom, se supone que entre la familia no habrán sentado demasiado bien las acusaciones de racismo y los reproches dedicados por Meghan Markle y él al príncipe Carlos, el príncipe Guillermo y su mujer Catalina de Cambridge, entre otros.

Algunos medios británicos apuntaban ayer que la entrevista, de la que se llevan conociendo extractos varios días, no había sentado nada bien en la corte e Isabel II incluso estaría sopesando arrebatarles sus títulos nobiliarios a los duques de Sussex.