Biden y Putin elevan las tensiones con un cruce de acusaciones personales

esperanza balaguer NUEVA YORK / E. LA VOZ

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VYACHESLAV PROKOFYEV | EFE

El líder ruso ironizó sobre la salud de su homólogo, que insistió en sus ataques

19 mar 2021 . Actualizado a las 08:46 h.

Los dardos envenenados planean de ida y vuelta entre Washington y Moscú. Con una media sonrisa, el presidente ruso, Vladimir Putin, recomendó ayer a su homólogo estadounidense, Joe Biden, que se «mantenga saludable» después de que este lo tachara de «asesino» en una entrevista en ABC News. «Le deseo buena salud», añadió el mandatario al canal Rusia-24 antes de asegurar que sus palabras hacia el inquilino de la Casa Blanca, de 78 años, no escondían ironía.

Los dos líderes parecen dispuestos a tensar sus relaciones mediante ataques personales. La refriega dialéctica no quedó ahí. Biden se lanzó poco después al contraataque, a través de la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, quien aseguró que el presidente no se arrepentía de sus palabras contra Putin. «Dio una respuesta directa a una pregunta directa», justificó Psaki, cuando se le preguntó sobre el asunto.

El miércoles, Biden respondió de forma afirmativa cuando el entrevistador le preguntó si consideraba al mandatario un asesino. Además, le advirtió que «pagaría un precio» por su intento de injerir en las elecciones presidenciales del 2020, destapado esta semana por las agencias de inteligencia estadounidenses. Estas declaraciones provocaron que el Kremlin tomara la decisión inédita desde 1998, de llamar a consultas a su embajador en Washington, Anatoli Antónov, para discutir el futuro de las relaciones entre los dos países. Antónov estará mañana de vuelta a Moscú.

Ambos líderes son viejos conocidos de la época en la que Biden fue vicepresidente de Barack Obama cuando el foco de tensión se situaba en la anexión rusa de Crimea y la guerra en Ucrania. Los problemas ahora vienen por los presuntos ataques cibernéticos de hackers rusos contra varias agencias del Gobierno de Estados Unidos, la injerencia en el proceso electoral, y el envenenamiento y posterior encarcelamiento del opositor ruso Alexéi Navalni, tras los que asoma la mano del Kremlin. Solo el tiempo dirá si este cruce de insultos van más dirigidos al consumo interno que a ensanchar la grieta en las relaciones entre ambos países.

Charla «franca y abierta»

El presidente ruso acompañó sus palabras con una invitación a Biden a mantener una conversación «franca y abierta» lo antes posible. Incluso, este mismo viernes o el próximo lunes, puntualizó. También hubo mensaje en la puesta en escena. Putin reapareció después de muchos meses recluido en su residencia de las afueras de la capital rusa, en un concierto multitudinario celebrado en el estadio Luzhniki de Moscú para conmemorar la anexión de Crimea.

Las instalaciones, con capacidad para 81.000 personas, se llenaron, supuestamente, con la mitad del aforo. Una reunión que no se ha visto todavía en suelo estadounidense en tiempos de pandemia. La Administración Biden quiere dejar atrás los coqueteos del expresidente Donald Trump con su homólogo ruso. «Seremos directos», avisó Psaki. Putin está dispuesto a recoger el guante.

EE.UU. y China se miden por primera vez tras la era Trump

La ciudad de Anchorage (Alaska) es el enclave donde comenzó ayer el primer encuentro diplomático entre Estados Unidos y China desde que Joe Biden llegó a la Casa Blanca. Las dos potencias mundiales miden sus fuerzas para definir su relación bilateral para los próximos cuatro años, después del dramático deterioro sufrido durante la presidencia de Donald Trump.

La cita de dos días empezó sin muchas expectativas por ambas partes. No se prevén acuerdos ni una declaración conjunta al término del encuentro. Ni siquiera se celebrarán las habituales cenas de cortesía entre reuniones. A un lado de la mesa de negociación se sientan los jefes de la diplomacia de Estados Unidos, Anthony Blinken y Jake Sullivan. Al otro, sus homólogos chinos Yanyg Jiechi y Wang Yien. Sobre el tapete, el dominio de la supremacía global después de la pandemia del coronavirus de la que el gigante asiático ha salido reforzado.

La Administración Biden llega con la intención de mostrar un giro de timón de la política de EE.UU. con China. La estrategia es contrarrestar la diplomacia coercitiva de Pekín con Japón, Corea del Sur, India y Australia como aliados, y reducir su dependencia del suministro de tecnologías estratégicas.

Evitar injerencias

Los enviados del presidente Xi Jinping buscan evitar cualquier intrusión de Washington en asuntos como su soberanía sobre Hong Kong o el trato dado a la minoría musulmana uigur en la región de Xinjiang, que Biden ha calificado de «genocidio». Todo ello bajo el trasfondo de la guerra comercial abierta por Trump por la que siguen vigentes los aranceles impuestos a los productos chinos.

La Casa Blanca busca utilizar la interdependencia económica para moderar la fortaleza militar de China o sus ambiciones territoriales, mientras Xi Jinping proclama la decadencia de Occidente y blinda su economía de dependencias exteriores.