La Xunta permitirá tomar el sol sin mascarilla mientras no se aclare la ley estatal

María Hermida
María Hermida REDACCIÓN / LA VOZ

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CARMELA QUEIJEIRO

Numerosos científicos de primera línea consideran que la norma aprobada para toda España, que entró en vigor este miércoles y endurece el uso del cubrebocas al aire libre mientras deja lagunas en los interiores, es «un desastre»

01 abr 2021 . Actualizado a las 09:40 h.

La palabra esperpento se queda corta para definir lo ocurrido con la nueva ley estatal que regula el uso de las mascarillas y que obliga a llevarla al aire libre siempre, también cuando se toma el sol en la playa o se pasea por el monte. La norma entró en vigor este miércoles y, conforme lo hizo, los científicos mostraron su estupor al comprobar que la ley, en contra de lo que hace toda Europa, endurece el uso de la mascarilla en el exterior, pero no es contundente con los espacios cerrados, que es donde hay más peligro de contagio del virus. «¡Qué desastre!», dijo uno de los principales investigadores españoles sobre la transmisión del covid. Pero el tirón de orejas no vino solo de la ciencia. Las comunidades se mostraron airadas porque no se consensuó la norma. El clamor fue tal que Sanidad prometió cambiar la ley el mismo día que entró en vigor.

Para entender el desbarajuste con esta normativa hay que remontarse al mes de junio. Las prisas que imponía la desescalada hicieron que se regulase el uso de la mascarilla y otras muchas cuestiones relativas a la prevención del covid-19 mediante un decreto ley. En él se indicaba que la mascarilla era obligatoria al aire libre, siempre y cuando no se mantuviesen 1,5 metros de distancia interpersonal. Pero, cuando empeoró la situación epidémica, algunas comunidades, como Galicia, endurecieron por su cuenta el uso del cubrebocas. Y obligaron a llevarlo casi siempre, salvo algunas excepciones, como tomar el sol en la playa. Así era la norma hasta ahora. Pero el miércoles aquel viejo decreto estatal de junio entró en vigor reconvertido en ley y modificado. De tal forma que ahora obliga a usar mascarillas en el exterior siempre, haya o no distancias de seguridad y sin ninguna excepción.

A las comunidades, que ya se habían organizado con sus propias normas, les cayó como un jarro de agua fría esta nueva ley, sobre todo a aquellas donde el turismo de playa tiene un peso capital —Baleares, Canarias, Valencia o Andalucía—. Este miércoles, aprovechando la reunión interterritorial con la ministra Carolina Darias, le reprocharon que no se consensuara una normativa de esta envergadura con las regiones.

La reacción de las comunidades

La reunión entre Darias y las comunidades tuvo un tono amargo. Sanidad se comprometió a crear una mesa de trabajo técnica para ver cómo se puede interpretar y modificar esta norma y comprobar si hay encaje para hacer algunas excepciones al uso de la mascarilla en el exterior, como podría ser la de tomar el sol. Pero, mientras eso no ocurre, algunas comunidades ya han anunciado su postura. Las primeras en hacerlo fueron Baleares y Canarias, que indicaron que en sus territorios imperará la norma autonómica y no la estatal. Galicia va en la misma línea. Pero matiza que mantiene la normativa autonómica mientras no se aclara la estatal. Así, por ahora, se puede tomar el sol en los arenales gallegos sin la mascarilla, que hay que usar al pasear por la orilla.

La fórmula para cambiar la ley

La ministra Darias dijo que habrá que comprobar cuál es el margen que queda para cambiar la norma y aplicarla «de la forma más armonizada posible» y lo emplazó para la próxima semana, cuando vuelve a verse en la reunión interterritorial con las comunidades. ¿Cuál puede ser el trámite para cambiar una ley recién aprobada? Luis Míguez, catedrático de Derecho Constitucional, da dos opciones: modificarla mediante un decreto ley del Gobierno que refrende el Congreso o, una solución algo más estrafalaria, incluir el cambio como disposición final de otra ley que esté en trámite. Todo ello para remendar una norma recién salida del horno que a científicos de primera línea, desde investigadores del CSIC a médicos gallegos, les parece, directamente, «un disparate».

«¡Qué desastre!»: el estupor de los científicos con la nueva ley estatal de mascarillas 

Los científicos consideran que la norma llega a destiempo, que genera una enorme confusión y no solo reparan en el asunto de tener que llevar mascarilla al aire libre en cualquier circunstancia, sino que lo que más les preocupa es que deja grandes lagunas en cuanto al uso del cubrebocas en el interior, pese a que el conocimiento científico tiene claro que es ahí donde reside el mayor peligro frente al covid por la transmisión aérea, es decir, los famosos aerosoles

«¡Qué desastre!». Esa es la expresión que le salió del alma a José Luis Jiménez, científico español pero investigador en la universidad de Colorado y uno de los principales divulgadores del mundo sobre la transmisión aérea del covid-19, cuando tuvo conocimiento de que en España entraba en vigor una nueva ley que insiste en la mascarilla en exteriores y, sin embargo, cojea en cuanto a su uso en locales cerrados (la norma no dice nada de usar el cubrebocas cuando se está con no convivientes en domicilios, por ejemplo, y también flaquea al hablar del ámbito laboral, donde indica que en espacios no abiertos al público solo se requiere protección cuando no hay 1,5 metros de distancia entre trabajadores). Jiménez, que ya fue muy crítico en su día con los mensajes que daba el Gobierno español a través de Fernando Simón sobre la transmisión del covid, sigue considerando que el Ejecutivo se equivoca con esta norma. «España da un paso adelante y dos atrás», sentenció. Él, como decenas de científicos españoles, considera que la mascarilla en espacios interiores debería ser obligatoria siempre que no se esté con personas convivientes, haya o no distancia de seguridad y ventilación, porque hay evidencias de que los aerosoles (el aire que exhalamos al respirar, toser o hablar) en interiores  contagian más allá de ese 1,5 metros de distancia.

No solo José Luis Jiménez opina así. Destacados científicos del CSIC, como es el caso de María Cruz Minguillón, también lamentaron que la ley haya salido publicada en esos términos. Minguillón señala que los científicos están cansados de decir que en espacios cerrados la mascarilla tiene que ser siempre obligatoria con no convivientes y que esto supone una vuelta atrás. Además, también insiste en la confusión que se genera a la población. El doctor José Alcamí, coordinador del grupo de Análisis Científico de Coronavirus del Instituto Carlos III y otro de los grandes divulgadores de la pandemia también fue elocuente con respecto a esta nueva ley: «Esto no tiene sentido», enfatizó. Luego, explica que, en su opinión, «el uso de mascarillas en el exterior en ausencia de aglomeración de gente no me parece necesario. Sí debe llevarse cuando se está en una calle concurrida, pero no tiene sentido en paseos por el monte o en una playa si en ese momento no hay una aglomeración». Y aún es más tajante con el hecho de que esta ley, tan exigente con el uso de la mascarilla al aire libre, deje lagunas con respecto a llevarla en el interior, tanto en el ámbito laboral como en los domicilios cuando se reúnen no convivientes: «Es un disparate. Parece que no han entendido nada, que no tienen en cuenta la transmisión del coronavirus por aerosoles. Está demostrado que en un local cerrado con personas hablando el covid se transmite un 70 % aunque haya distancias de seguridad e incluso en la habitación de al lado se transmite un 25 %. Veo absurda esta normativa y no la entiendo en absoluto. Creo que deberían empezar obligar a instalar medidores de CO2 en los locales cerrados y llevar mascarilla en interiores y no aportar más confusión con normas así».

Desde Galicia, también llovieron críticas hacia esta norma. Adolfo Baloira, neumólogo del Chop, responsable del covid en este mismo hospital y uno de tantos médicos que lleva en primera línea toda la pandemia, mostraba así su estupor: «Es que esto es un disparate enorme. Están confundiendo tanto a la gente que al final no se cumplirán las normas. Yo no entiendo cómo se puede sacar una ley a estas alturas, que llega ya muy tarde, y encima insistir en usar la mascarilla en el exterior y no centrarse en los espacios cerrados, que es donde está realmente el problema. Debería aplicarse el sentido común. El año pasado no hubo contagios en las playas, el peligro está en otro sitio. Vamos a tener que convivir muchísimo tiempo con las mascarillas, es una realidad que tenemos que asumir, con el coste que eso supone para muchas familias, por lo tanto no se puede confundir así a la población, hay que optimizar las normas, hacerlas fáciles para que se cumplan». En esa misma línea, de enfado y cansancio con esta norma que nadie acaba de encajar, se expresaban en las redes sociales otros sanitarios que llevan meses informando sobre el covid en la Red y que cuentan con miles de seguidores. Ese el caso de Julio Armas, médico de urgencias, que indicaba: «Si seguimos exigiendo mascarillas al aire libre, incluso para tomar el sol, y no valoramos y tenemos en cuenta la calidad del aire que respiramos en espacios cerrados (colegios, oficinas y centros sanitarios) y la transmisión por aerosoles nos van venir tsunamis en vez de olas».

 Juan Gestal, epidemiólogo y exdecano de la Facultade de Medicina de Santiago de Compostela, también mostró su perplejidad por la normativa y lanzó una invitación al Gobierno: «Esto es un absurdo, está claro que la ley no está bien, porque donde hay que protegerse es en los espacios interiores, ponerse la mascarilla en casa siempre si viene alguien no conviviente y demás. Yo espero que esta norma se rectifique porque, lógicamente, no tiene ningún sentido que tengas que tomar el sol con mascarilla si estás en una playa con distancia, cosa que tampoco es muy difícil, al menos aquí en Galicia. Pocas veces no estás a ese 1,5 metros en un arenal». 

Antonio Figueras, vigués y científicos del CSIC, se pronunció también en una línea similar y, como numerosos científicos, pidió al Gobierno que no genere confusión con esta nueva ley: «Es todo un absurdo, están confundiendo a todo el mundo. Hace una semana que un grupo enorme de científicos pidieron que se centre la prevención del covid en los aerosoles, en protegernos en los interiores, y ahora vuelve a insistirse en la mascarilla al aire libre y no en los espacios cerrados. Yo me imagino a una persona que viva en una aldea donde lo que sobra es distancia pensando en qué sentido tiene esta norma. Y no, no tiene ninguno».