El joven que mató a un hombre que lo acosaba y fue absuelto gracias al apoyo de los vecinos

Carmela López
carmela lópez FERROL / LA VOZ

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Reconstrucción del crimen
Reconstrucción del crimen JOSE PARDO

Enrique Dovale Pernas murió en abril del 2001 en Ortigueira al ser golpeado con un paraguas cuya punta metálica le entró por las fosas nasales y le alcanzó el cerebro

05 abr 2021 . Actualizado a las 17:04 h.

Los vecinos de la parroquia de Couzadoiro, en el municipio de Ortigueira, se vieron sobresaltados la noche del 22 de abril del 2001 por un trágico suceso ocurrido en un terreno plantado de repollos al borde la carretera. Allí quedó tendido el cuerpo sin vida de Enrique Dovale Pernas, de 55 años, tras un forcejeo con otro vecino de la localidad, Salvador López Timiraos, de 22 años, que después acudió al bar en el que ambos habían coincidido para pedir una ambulancia.

El conocido como «crimen del paraguas» fue de una larga persecución y acoso del fallecido, al que los vecinos de Couzadoiro definían como «borrachín y pendenciero», hacia un chaval enfermo, al que llevaba años insultando y amedrentando cada vez que se encontraba con él y en una ocasión incluso trató de atropellarlo. En esa época, Salvador López Timiraos tenía incrustada en el cuerpo una bomba de morfina para calmar los fuertes dolores que le producía el cáncer.

Según declaró desde el primer momento ante la Guardia Civil el joven y después lo escenificó en la reconstrucción de los hechos, el día de autos regresaba a casa y Enrique Dovale Pernas lo estaba esperando, se interpuso en su camino y comenzó a agredirlo, por lo que, presa del miedo, él se defendió con el paraguas que llevaba en la mano, por temor a que lo golpease en la bomba del dolor. Salvador explicó que comenzó a dar bandazos con el paraguas para defenderse y la punta metálica alcanzó a Enrique Dovale en la cara.

La autopsia determinó que la muerte fue debida a una hemorragia, porque el extremo del paraguas penetró dos veces por las fosas nasales, llegando a alcanzarle el cerebro.

El joven, de una familia muy humilde, ingresó en prisión preventiva, pero estuvo menos de dos meses, porque los vecinos de la parroquia de Couzadoiro se volcaron en su ayuda, llegando a realizar una colecta para contratar su defensa al «mejor abogado», que logró que saliese en libertad condicional en base al mal estado de salud del joven y a los testimonios de los propios vecinos. Y es que la parroquia de Couzadoiro imitó a Fuenteovejuna, haciendo piña en torno a Salvador. Ocho vecinos acudieron al juicio celebrado en la Audiencia coruñesa, para alabar al joven y echar pestes contra el fallecido.

Inicialmente, la Fiscalía había calificado los hechos de homicidio, pero después la modificó, por considerar que había sido un asesinato y solicitaba 15 años de prisión para el acusado.

Salvador se sentó en el banquillo de la Audiencia de A Coruña a principios de noviembre del 2002 y un jurado popular aceptó la versión de la defensa, que mantuvo que se trataba de un caso claro de legítima protección y miedo insuperable, porque el fallecido lo perseguía e insultaba con frecuencia, por lo que el veredicto fue de no culpable y quedó absuelto.

Pero el Ministerio Fiscal recurrió esa sentencia, solicitando un año y medio de prisión por homicidio, con una eximente incompleta de legítima defensa y atenuantes de reparación del daño e inmediata confesión. Pero añadía que, en el caso de ser condenado, que se solicitase inmediatamente el indulto al Gobierno.

En base a ese recurso, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG), en abril del 2003, revocó parcialmente la sentencia absolutoria, por considerar que Salvador López Timiraos había cometido un delito de homicidio, pero confirmó la absolución al tener en cuenta las eximentes antes indicadas.

El veredicto del jurado popular atribuía la muerte de Enrique Dovale Pernas a un producto de la mala suerte o la mala fortuna, sin que el agresor pretendiese un resultado fatal. En la nueva sentencia, el TSXG llegó a la conclusión de que la agresión fue intencionada y con ánimo de matar, basándose en el informe de la autopsia que el jurado popular había obviado. Los forenses señalaban que los dos golpes se habían producido con cierta intensidad y el TSXG añadió que también «con cierta precisión», incompatible con el caso fortuito que refería el veredicto del jurado. Pero, no obstante, el alto tribunal gallego determinó su absolución, al estimar que el joven enfermo de cáncer actuó en legítima defensa y con un miedo insuperable.

En la actualidad, Salvador López Timiraos sigue viviendo en la parroquia de Couzadoiro, en el municipio de Ortigueira.