Hakai, la proteína de nombre japonés a batir por su papel en el cáncer de colon

Mila Méndez Otero
m. méndez A CORUÑA / LA VOZ

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La doctora Angélica Figueroa (izda.) y Andrea Rodríguez trabajan en el Inibic, un centro vinculado al Chuac, en fármacos innovadores para frenar alteraciones en el colon y otros tejidos
La doctora Angélica Figueroa (izda.) y Andrea Rodríguez trabajan en el Inibic, un centro vinculado al Chuac, en fármacos innovadores para frenar alteraciones en el colon y otros tejidos

Una investigación del Inibic de A Coruña estudia nuevos fármacos para frenar la metástasis

10 jul 2021 . Actualizado a las 10:14 h.

En japonés Hakai significa destrucción. Las proteínas se sintetizan y degradan constantemente, el problema es cuando se desregulan y esto se traslada a las células. El proceso, descubierto por los ganadores en el 2004 del Nobel de Química, supuso un antes y un después en la investigación contra el cáncer en laboratorios como en el que trabaja Andrea Rodríguez. La bióloga leonesa es una de las tres investigadoras becadas en Galicia por la Asociación Española contra el Cáncer para hacer su tesis. Su estudio, que realizará durante tres años en el Instituto de Investigación Biomédica de A Coruña (Inibic), se centra en una diana terapéutica concreta, Hakai.

«La metástasis es la responsable del 90 % de las muertes en el cáncer de colon, en el que me he centrado y uno de los más frecuentes. Este proceso se produce cuando las células, que estaban unidas, cambian de forma y adquieren nuevas capacidades para moverse y diseminarse por el resto del cuerpo, formando nuevos tumores. Hasta ahora, la investigación y los tratamientos se han centrado en cómo controlar el crecimiento del carcinoma, no tanto en comprender los mecanismos implicados en la metástasis y en la resistencia a los fármacos de estas células», explica la brillante investigadora de 24 años.

Es aquí donde aparece Hakai. «Todas las células eucariotas tienen esta proteína, es necesaria para el organismo. Pero, en ciertos carcinomas, los tumores que surgen en células epiteliales, y en concreto en el de colon, Hakai se encuentra en mayores niveles, sobreexpresada. Y no solo eso. Actúa destruyendo las uniones entre células, permitiendo que estas migren», detalla Andrea.

Estas células alteradas y que pueden llegar a otros órganos se vuelven muchas veces resistentes a los fármacos biológicos y a la quimioterapia, que se utilizan en el tratamiento del cáncer de colon. «Queremos conocer el mecanismo de acción de esta diana terapéutica para ver si podemos bloquearla con inhibidores Hakai en los estadios tempranos de la progresión tumoral, antes de que se produzca la metástasis», avanza la investigadora.

No solo para el colon

La directora de su grupo de investigación Plasticidad Epitelial y Metástasis del Inibic, la doctora Angélica Figueroa, lleva años estudiando la plasticidad tumoral. Lo hizo en su tesis, en Madrid, y en su posdoctorado en el Reino Unido. «En la metástasis, las células tienen la capacidad de adquirir nuevas características que las hacen más invasivas. No son estáticas, cambian y encuentran estrategias diferentes para evadir la acción de los fármacos. Actualmente, se buscan terapias combinadas que pretenden bloquear estas estrategias para que las células se sensibilicen y no sean resistentes a los tratamientos», apunta la doctora Figueroa.

En último término, el objetivo es dar una respuesta molecular a una pregunta clínica a la que se enfrentan los médicos. Un fármaco que elimine o frene la acción de esta proteína. Además, no solo sería aplicable al cáncer de colon, también al de pulmón, próstata u otros. «Es la medicina de precisión. No se trata a los pacientes por el lugar en el que está el tumor. La idea es enfocar el tratamiento en la diana o proceso molecular alterado. Si es el mismo en otro tejido, podríamos tratar con ese fármaco otros cánceres sólidos de origen epitelial», resume así Figueroa esta revolución en la oncología del siglo XXI.

La misma diana terapéutica puede afectar a varios órganos

Los israelíes Aaron Ciechanover y Avram Hershko y el estadounidense Irwin Rose ganaron el Nobel de Química 2004 por «el descubrimiento de la degradación proteínica mediada por la ubiquitina». Un mecanismo que participa en distintas acciones de las células, como su división o transformación en tumorales. Más de 15 años después, este proceso centra buena parte de las investigaciones en marcha sobre la metástasis. El objetivo es conocerlo mejor para frenarlo y evitar la expansión de las células cancerígenas a otros tejidos, así como eliminar su resistencia a los fármacos.