El geólogo lucense David Calvo: «Probablemente no se haya visto al completo lo que puede suceder»

Santiago Garrido Rial
Santiago Garrido LA PALMA | ENVIADO ESPECIAL

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El geólogo lucense David Calvo, ayer junto a la colada de Todoque, en el municipio de Los Llanos.
El geólogo lucense David Calvo, ayer junto a la colada de Todoque, en el municipio de Los Llanos.

Explica que todo se remonta al año 2017, cuando comienza a haber enjambres de terremotos a 25 kilómetros de profundidad de la isla, y por tanto «se empieza a ver que algo sucede bajo La Palma»

26 sep 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

David Calvo Fernández es el portavoz del Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan), con base en La Laguna, Tenerife, y que estos días, como es evidente, centra su actividad de campo en La Palma. Este geólogo lucense de 45 años, lleva 18 en Tenerife trabajando en volcanes activos. Su primera erupción fue hace veinte años justos, en el 2001, en el Etna. Comenzaba un camino que lo ha llevado a ver erupciones en Italia, en Nicaragua, en Filipinas, en Estados Unidos… Y sobre todo la actual. Tiene, por tanto, una larga experiencia en sucesos de este tipo.

En cuanto a lo que pasa en el entorno del parque de Cumbre Vieja y el entorno de Cabeza de Vaca, entre El Paso y Los Llanos, señala que parece que ha pasado la fase explosiva que tuvo el otro día, «y que ahora está en una efusiva, emitiendo materiales de otro tipo», sobre todo mucha ceniza y coladas de lava que son bastante lentas y que avanzan con bastantes dificultades, «y eso que se abrió una segunda fisura, y esa fisura se ha vuelto a cerrar y no emite lava».

¿Era previsible? Responde categórico que sí: «Tres días antes, en las reuniones del Pevolca (el Plan Especial de Protección Civil y Atención de Emergencias por riesgo volcánico en la Comunidad Autónoma de Canarias) ya se señalaba que la erupción era inminente, y por tanto sí estaba en los planes y teníamos cambios muy importantes desde el 11 de septiembre».

Pero todo esto, explica, ya se remonta al año 2017, cuando comienza a haber enjambres profundos de terremotos a 25 kilómetros de profundidad de la isla, y por tanto «se empieza a ver que algo sucede bajo La Palma». Durante esos tres años, la sismicidad se ciñe a esos 25 kilómetros, y posteriormente hubo una transición silenciosa hacia la base de la isla, hasta que el 11 de este mes comenzó ese enjambre, ya a 10 kilómetros, que deriva en lo actual.

Desde el punto de vista personal, asegura que esta le «sobra» por el drama humano que supone. Ya había estado en muchas, y solo había visto daños a infraestructuras en el 2018, en Hawái, cuando la lava se llevó 60 o 70 casas, pero no con las dimensiones de la actual. «No era necesaria. Ha sido muy dañina, y todavía está en su fase inicial, con lo que probablemente no se haya visto al completo lo que puede suceder».