Nurettin Acar, el nómada que vendía alfombras, nuevo hombre fuerte de Ikea en España

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ABRALDES

Nacido en el seno de una familia nómada, formado en Suiza, el directivo de la multinacional sueca es un ejemplo de superación

17 oct 2021 . Actualizado a las 10:44 h.

La del personaje que hoy ocupa estas líneas es una de esas historias de superación que la dejan a una con la boca abierta. Ni siquiera se sabe a ciencia cierta cuándo vino al mundo. En la documentación que posee figura que fue en 1966, pero no es seguro. Y no lo es porque nació en el seno de una familia nómada, en Beytüssebap, un distrito montañoso al sudeste de Turquía, próximo a las fronteras de Irak, Siria e Irán. Los suyos «no sabían leer ni escribir. Así que cuando nacía alguien no se recordaba la fecha porque no era algo importante. Solo nos alegrábamos de incorporar un nuevo miembro a la familia y ya», resumía él mismo no hace mucho en una entrevista.

Se llama Nurettin Acar, y es el nuevo hombre fuerte de Ikea en España. Recién nombrado director general del gigante sueco en suelo español, ni que decir tiene que lo de llegar tan alto no ha sido cosa de coser y cantar. Ni mucho menos.

Trabajar, trabaja desde niño. Tanto, que a la temprana edad de 11 años ya vendía alfombras en una tienda en la ciudad de Van, al este de Turquía, donde había recalado con su numerosa familia (eran nueve hermanos: siete chicos y dos chicas, una de ellas ya fallecida). Lo suyo no era solo vender. Era más que eso. A los clientes se los ganaba contándoles historias de nómadas. Incluso les pedía que, cuando llegaran a sus casas y colocasen las alfombras, le enviasen fotos para ver cómo quedaban. Y lo hacían. Acompañadas, en muchos casos, de largas cartas, según ha relatado en más de una ocasión el ahora ejecutivo de Ikea.

El trabajo lo compaginaba con los estudios. Empezó como ayudante, pero pronto los dueños de la tienda lo dejaron volar solo. Nueve años después, a los 20, montó, junto a su padre, su propio negocio en Altalya (Turquía), a donde se habían mudado. Como no había mucho dinero, empezaron con 170 alfombras que les cedieron algunos conocidos. Y les fue bien. Fundamental en su carrera han resultado los idiomas: habla kurdo, turco, alemán, inglés y francés. Y ahora también está aprendiendo español. No para.

Después de lo de la tienda de Altalya vino el traslado a Ankara, donde empezó a estudiar Literatura en la universidad de la capital turca. No terminó. Le surgió la oportunidad de emigrar a Suiza, y no la dejó pasar. En el país helvético, donde empezó vendiendo alfombras en un supermercado, se licenció en Economía por la Universidad de Anatolia, en el marco de un programa internacional con la Escuela de Berna. Corría el año 1998.

En Ikea recaló en el 2001, en el equipo de ventas de la multinacional en Suiza. Ya en el 2015 volvió a Turquía como segundo de a bordo de la compañía sueca en el país, y dos años después tomó el timón como director de operaciones del equipo turco. A España llegó en el 2019. Tenía a su cargo las tiendas de Madrid, A Coruña, Asturias, Valladolid y Baracaldo y, ese mismo año, pasó a formar parte del comité de dirección, hasta que en septiembre pasado se hizo con las riendas de la multinacional en España. Cuenta que su origen nómada le hace sentirse como en casa nada más llegar a un sitio. De nuestro país, donde han nacido sus dos hijos, le encantan «la gente, el pulpo con patatas y el vino de Ribera».

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