El Partygate desahucia a Boris Johnson

Juan Francisco Alonso LONDRES / E. LA VOZ

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Boris Johnson, en una imagen de archivo.
Boris Johnson, en una imagen de archivo. DYLAN MARTINEZ | REUTERS

La unidad del Gobierno británico se resquebraja tras filtrarse el último escándalo: la instauración en Downing Street del «vino de los viernes»

16 ene 2022 . Actualizado a las 12:56 h.

El escándalo de las fiestas ilegales celebradas en Downing Street durante la pandemia parece no tener fin. Los británicos desayunaron el sábado con la noticia de que en la sede de su Gobierno se programó que todos los viernes se celebrarán reuniones, con música y bebidas alcohólicas de por medio. Brindis a los que no faltaba Boris Johnson, que alentaba al personal a «desahogarse» a pesar de las restricciones para frenar el covid. La cita se hizo tan popular que los asistentes compraron una nevera con capacidad para 34 botellas donde mantener frío el vino blanco y las cervezas, y se turnaban para abastecerse en un supermercado.

«Los vinos de los viernes» estrecha más el cerco sobre Boris Johnson y provocó el reproche de uno de sus ministros, que abrre la primera fisura en su Gobierno. «Este comportamiento es inaceptable. Se ha disculpado, lo cual es lo correcto, pero tiene que cambiar su comportamiento en el futuro», declaró a la BBC el ministro de Pensiones, Guy Opperman. Sus palabras revisten importancia desde el punto de vista político y humano. La primera, y más obvia, porque es el primer miembro del Gabinete que no sale en defensa de su jefe, sino que, por el contrario, cuestiona su participación en el llamado Partygate. Y la segunda porque Opperman perdió a sus hijos gemelos por culpa del virus a mediados del 2020, justo por las fechas en las que se produjeron algunas de las fiestas, y no pudo visitarlos ni a ellos ni a su esposa en el hospital, debido a las restricciones impuestas.

Johnson cada vez pierde más apoyos dentro del Partido Conservador. «Necesitamos liderazgo. Lidere o échese a un lado», declaró el presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes, el diputado tory Tobias Ellwood.

Pero el más duro fue el parlamentario Andrew Bridgen, antiguo aliado del premier: «No necesito ver lo que dirá Sue Gray [la funcionaria que investiga el escándalo de las fiestas] para saber que, para mí, Boris Johnson ha perdido la autoridad moral para dirigir el país».

«Si hay otra emergencia y tiene que llamar al pueblo a hacer sacrificios ya no tendrá autoridad para ello», dijo. «No importa si estuvo presente o no [en las fiestas], ya que, en última instancia, él es responsable de lo que sucede en el Gobierno, es responsable de la cultura que hay en su despacho, y lo que estamos viendo es que hay unas reglas para ellos y otras para el resto de nosotros, y eso simplemente no es aceptable», agregó. 

Más cuesta arriba

La revelación del diario The Mirror de que el personal de Downing Street concluían su semana laboral con descorchando unas botellas de vino, en plena pandemia, amenaza con complicar la operación «Salvar al perro grande».

La maniobra buscaría poner fin al escándalo de las fiestas ofreciendo las cabezas de estrechos colaboradores de Johnson como su jefe de personal, Dan Rosenfield, y su secretario privado, Martin Reynolds, asegura The Independent. Reynolds fue el autor del correo electrónico donde se invitaba a unas cien personas a participar en una reunión en los jardines de Downing Street y en la que se pedía los invitados que llevarán «bebidas». 

La oposición laborista ha reiterado que solo esperan una renuncia: la de Johnson. «Estamos presenciando el espectáculo de un primer ministro sumido en el engaño y la decepción, incapaz de liderar», dijo el líder de la principal formación opositora, Keir Starmer. «Su dimisión es un asunto de interés nacional», zanjó.

«Mi nombre es Boris y esto es una reunión de trabajo»

Esta nueva polémica sale a la luz el mismo día en el que un centenar de británicos protestaron de una manera irónica por las calles de Londres disfrazados de Boris Johnson contra sus fiestas durante las restricciones de la pandemia.

Ataviados en traje, corbata, con pelucas rubias y portando caretas del primer ministro, bailaban al son de la música techno mientras bebían alcohol.

Los juerguistas brindaban con las botellas y coreaban «mi nombre es Boris» y «esto es un encuentro de trabajo», en referencia a la excusa que el líder conservador profirió el miércoles ante el Parlamento tras asegurar que asistió a una fiesta multitudinaria en el jardín de Downing Street «asumiendo implícitamente» que era un «evento de trabajo».