Amberes asume que el veto a la rusa Alrosa dañará su negocio de diamantes

J. Carballo BRUSELAS / E. LA VOZ

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Sergei Karpukhin | REUTERS

El gigante ruso abastece su mercado de piedras preciosas en más de un 30 %

09 abr 2022 . Actualizado a las 10:08 h.

Volodímir Zelenski pidió a los belgas, en su intervención en el Parlamento, que colaborasen con el veto a Rusia en uno de los negocios de mayor impacto: los diamantes. El primer paso lo acaba de dar EE.UU. al incluir a la empresa rusa Alrosa —la mayor productora de diamantes del mundo— en el paquete de nuevas sanciones impuestas al Kremlin por la guerra de Ucrania. Una medida que la UE se ha resistido a tomar por las repercusiones que el veto ocasionaría en la industria de Amberes, conocida como la capital mundial del diamante.

No es un asunto menor. Según los últimos datos publicados, Rusia es un socio vital para el comercio de diamantes en la ciudad belga. La importación y exportación de este caro mineral es una de las principales actividades económicas de Bélgica En el 2020, más de 1.000 millones de euros de piedras preciosas rusas pasaron por el puerto de Amberes, ciudad en la que están asentadas más de 1.800 empresas diamanteras y que movilizan a diario cientos de millones de euros con su actividad.

Tras la pandemia, el Centro Mundial del Diamante de Amberes renovó el acuerdo de colaboración con la compañía rusa, de cuyas minas extrae el 30 % de la explotación global.

El nuevo escenario no solo impacta sobre Alrosa (un tercio de su capital está participado por el Estado ruso), sino que las consecuencias pondrían en cuestión la propia supervivencia de la industria belga, por la que pasan el 86 % de los diamantes en bruto de todo el mundo para su transformación, superando incluso a Botsuana, en África. Los belgas son los grandes artesanos del cortado y pulido de estas piedras preciosas desde hace siglos. «El impacto debería hacer daño a Rusia, pero existe la posibilidad de que nos haga más daño a nosotros, porque los rusos pueden comerciar con sus diamantes en países que no pertenezcan a la UE», señalaron expertos como Tom Neys, portavoz del Centro Mundial de Diamantes.

De hecho, antes de que se conociese el veto de EE. UU. a la importación de productos de sectores emblemáticos de la economía rusa, como los diamantes, el caviar, el marisco o el vodka, Neys ya advertía de que Rusia seguiría vendiendo sus diamantes a la India y China, y que Amberes perdería casi un tercio de su negocio.

Sin embargo, fuentes del Barrio de los Diamantes belga añadían que, a pesar de la inquietud que esta situación genera para un sector que ya fue duramente golpeado por las restricciones derivadas de la pandemia, sería poco probable que los joyeros europeos eludiesen la norma si finalmente entrase en vigor porque «su imagen de marca suele valer mucho más que los diamantes rusos que se aventuren a vender» explicaban.

De manera coyuntural, el principal impacto en el mercado podría desembocar en la subida de precios de estas piedras preciosas, pero prescindir de todo el material que se produce en Rusia también podría beneficiar indirectamente a la empresa De Beers, con sede en Luxemburgo, el otro gigante de la industria mundial de los diamantes.

De la artesanía de Brujas a un pilar de la economía belga 

 

El negocio de la industria de diamantes sostiene una parte significativa de la economía de Bélgica. Con más de siete siglos de historia, la talla de esta piedra preciosa tuvo su origen en la ciudad de Brujas, que alberga uno de los museos más importantes del mundo.

La actividad no solo se ha mantenido en el tiempo sino que, hoy en día, los diamantes representan el 5 % de las exportaciones de Bélgica y el 70 % de su balanza comercial. Cerca de dos mil empresas internacionales están asentadas en suelo belga. El impacto del veto a Alrosa dañaría un tercio de la actividad belga, pues la compañía rusa obtuvo en el 2021 hasta 32 millones de quilates, valorados en unos 4.000 millones de euros, según informó The Business of Fashion. De esa cuantía, Amberes facturó más de 1.000 millones con el cortado y pulido de las piedras, una cifra que ningún otro lugar del planeta es capaz de mejorar.