Adolfo Carretero, el juez «pata negra» que atiza sin perdón a los comisionistas

Mateo Balín MADRID / COLPISA

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El magistrado Adolfo Carretero camino del Juzgado de Instrucción 47, donde trabaja
El magistrado Adolfo Carretero camino del Juzgado de Instrucción 47, donde trabaja J. J. Guillén | EFE

El magistrado es el instructor del caso de los polémicos contratos sanitarios en Madrid

29 abr 2022 . Actualizado a las 20:39 h.

«Impulsivo, impaciente y un tanto intransigente». «Directo y excesivo en el tono, algo muy molesto para quienes declaran». «Lo tiene todo menos la templanza y no toma distancia cuando coge un caso con ganas». «En su juzgado hay que contestar a sus preguntas si quieres tener una opción de archivo». Adolfo Carretero es un magistrado que no deja indiferente a nadie. Tampoco a estos cuatro abogados consultados que han sufrido en sus carnes el carácter de este valenciano de raíces pero afincado en Madrid, que este mes cumplirá 64 años, de los cuales 29 los ha pasado en un juzgado de instrucción.

Protagonista del mediático 'caso mascarillas' por su áspero interrogatorio a Luis Medina y Alberto Luceño, no es casualidad que durante unos días se haya dejado de hablar de la millonaria comisión «'pa la saca'» que se llevaron por el contrato sanitario con el Ayuntamiento de Madrid para mover el foco hacia la figura de este peculiar togado. Porque Adolfo Carretero representa a esa cada vez más pequeña proporción de jueces -un 6,5 %, según el último informe del CGPJ- que cuenta con familiares dentro de la judicatura. En este caso su hermano Agustín, ex alto cargo del gobierno regional, que hoy ejerce en un juzgado de Alcorcón (Madrid). Pero antes, como fuente de inspiración, estuvo su padre, del mismo nombre, que fue magistrado del Tribunal Supremo y presidente del Tribunal Cuentas entre 1990 y noviembre de 1994, un mes antes de su fallecimiento a los 68 años. E incluso su abuelo también se dedicó a la judicatura. «Adolfo es un auténtico pata negra», describen. «Llevamos dentro de la familia un sentido de la justicia que nos permite plasmarlo perfectamente en esta profesión», explicaba Carretero hace unos años a una diario universitario para explicar esta vinculación familiar.

En su mesa del despacho del Juzgado de Instrucción número 47 de Madrid, donde ejerce desde hace 12 años, estaba -o sigue estando- la foto de su padre saludando al rey Juan Carlos junto a una pequeña estampa religiosa. Desde ese escritorio ha instruido otros casos que también saltaron a los medios. Procedió contra el cómico Dani Mateo por un delito de ultraje a la bandera tras admitir una denuncia de un sindicato policial (se sonó la nariz con la enseña nacional en un gag); investigó a la monja sor María Gómez por un caso de bebés robados; innovó en el caso del clan de las bosnia' dictando una orden de alejamiento del Metro para evitar los hurtos; y mantuvo un año imputada a la periodista Pilar Velasco por una información sobre la presunta corrupción del entonces vicepresidente madrileño Ignacio González. En este caso llegó a cuestionar el derecho al secreto profesional de las fuentes y un magistrado de la Audiencia de Madrid, en el auto de archivo, acusó a Carretero de poner en riesgo la «libertad de prensa».

«Hiriente y aberrante»

Del carácter del juez «del 47», como le conocen, también hace mención un compañero de toga. Recuerda las duras críticas que vertió contra él en un congreso de su asociación judicial, la moderada Francisco de Vitoria, cuando se presentó una ponencia sobre la necesidad de presentar vocales al Consejo General del Poder Judicial. «Me atacó en público con mala educación, de forma hiriente y aberrante», rememora.

Este juez recuerda incluso las menciones a que su padre fue vicepresidente del primer CGPJ para resaltar sus argumentos. Erudito en historia del derecho -su tesis doctoral, sobre las amenazas, obtuvo una calificación de Summa Cum Laude-, Carretero ha vuelto ahora al primer plano mediático con el 'caso mascarillas'. Un «asunto grave», de especial «repercusión pública», porque Luceño y Medina actuaron en lo peor de la pandemia, cuando había «miles de fallecidos diarios», avanzó en una providencia de mediados de abril. Toda una declaración de intenciones sobre el protagonismo del caso estrella «del 47», que congregó a tantos medios de comunicación el pasado lunes, durante las declaraciones de los investigados, que los más antiguos de los juzgados madrileños solo recuerdan un episodio similar tras los atentados del 11-M, con el llamado caso del ácido bórico. «Es absurdo decir que los medios y la sociedad no influyen para nada en los jueces. Sin embargo, puedo asegurar que estos juzgan en conciencia con independencia del clamor mediático. En ocasiones la ley coincidirá con los periódicos y otras veces no», respondía Carretero al diario universitario. El «pata negra» de la plaza Castilla está de vuelta.