Schröder pierde parte de sus privilegios como excanciller por sus vínculos con el Kremlin

Alejandra V. Lorenzo BERLÍN / E. LA VOZ

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Gerhard Schröder, en su oficina de Berlín en noviembre del 2018.
Gerhard Schröder, en su oficina de Berlín en noviembre del 2018. FABRIZIO BENSCH | REUTERS

La Eurocámara pide que sea incluido en la lista de sancionados

20 may 2022 . Actualizado a las 08:44 h.

El socialdemócrata Gerhard Schröder ha perdido una parte de sus privilegios como excanciller de Alemania por no romper sus vínculos con Vladimir Putin ni sus negocios con empresa gasísticas rusas. La Comisión Presupuestaria del Bundestag (Parlamento) decidió este jueves retirar los fondos que financian su oficina, su personal y su chófer, aunque resolvió no tocar su generosa pensión mensual y la protección de su equipo de seguridad como ex jefe del Gobierno.

El Ejecutivo alemán y sus contribuyentes se ahorrarán unos 420.000 euros al año de gastos corrientes con esta decisión, incluyendo los sueldos de los cinco asistentes del excanciller, que le corresponden por el cargo que ocupó durante siete años, desde 1998 hasta el 2005. Sin embargo, su salario anual de alrededor de 100.000 euros (unos 8.300 euros mensuales) se mantendrá intacto, entre otras cosas, porque retirarlo podría contravenir la legislación alemana sobre pensiones y suponer una violación de la Constitución, según el Gobierno.

La decisión fue tomada por amplia mayoría con los votos del tripartito gobernante de socialdemócratas (SPD), verdes y liberales (FDP), pero también la oposición conservadora, la CDU y sus socios bávaros (CSU), secundó la propuesta. La moción no hace mención a las conexiones de Schröder con el Kremlin ni su postura sobre la guerra de Ucrania, probablemente para evitar desafíos legales. En su lugar, se basa para quitarle privilegios en su falta de compromiso con el Estado, por la cual no necesita ni su oficina ni su personal.

El propio SPD, partido de Schröder y del actual canciller Olaf Scholz, pidió la retirada de los privilegios por sus vínculos con el Kremlin y las empresas rusas. El socialdemócrata todavía mantiene sus cargos de presidente en el consejo de control del consorcio energético Rosneft y de la sociedad que gestiona el paralizado gasoducto ruso-alemán Nord Stream. El excanciller también se ha negado a condenar Putin. «Me niego a entonar el mea culpa», comentaba en una entrevista a The New York Times en abril. «No es lo mío», insistía. 

Criticado por todos

Schröder tampoco se ha pronunciado sobre la invasión de Ucrania y ha llegado a cuestionar la responsabilidad de Rusia en la masacre de Bucha, lo que no le perdona ni la opinión pública ni los partidos, entre ellos el SPD, con muchos de sus miembros pidiendo su expulsión.

El castigo al excanciller se veía venir desde el comienzo de la guerra en Ucrania. A escasas semanas de su inicio, en marzo, los cuatro empleados que trabajaban en su despacho de lobista, casualmente muy cerca de la Embajada rusa en Berlín, ya habían dimitido por propia voluntad tras constatar que su líder no mostraba atisbo de abandonar sus cargos en Rosneft y Nord Stream.

Schröder no solo afronta en Alemania las consecuencias de sus acciones. El Parlamento Europeo pidió este jueves incluir al excanciller en la lista de sancionados. Según la Eurocámara, las sanciones deben extenderse «a miembros europeos de los consejos de administración de las principales empresas rusas y a los políticos que continúen recibiendo dinero ruso», una propuesta que, de ser aprobada, congelaría el patrimonio de Schröder en territorio de la UE.