Alba Alonso, escritora: «Hay familias de niños trans que viven hasta un duelo al enterarse»

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Oscar Vázquez

Esta profesora de Mos acaba de publicar un nuevo cuento infantil en favor del colectivo para que puedan entender lo que les pasa desde pequeños: «Si no tuviéramos tantos prejuicios, valoraríamos más la diversidad», dice

25 may 2022 . Actualizado a las 09:02 h.

Imagínate que un día descubres que tu hijo o hija es trans. Que no se siente identificado con el género que se le atribuye. Y los miedos te invaden. Pero piensa que mucho más miedo tendrá él o ella. Por eso, es importante que toda la familia inicie un viaje sin destino conocido. Hay cuentos que pueden ayudar a que entienda lo que le pasa. Uno de ellos es el que acaba de publicar Alba Alonso, Y tú... ¿quién eres? Esta profesora de inglés de Mos intenta poner su granito de arena en favor de la diversidad y en defensa de un colectivo que solo pide que lo acepten como es. Para ella, el primer paso empieza por limpiar la mirada y librarse de prejuicios.

—¿De dónde te viene esa preocupación por el colectivo trans?

—Empecé a ver que era un tema interesante. Hice una tesis sobre la masculinidad en la literatura infantil inglesa y ahí fue cuando conocí que en Estados Unidos empezaba a salir el tema de la transexualidad. Esto fue en el 2015. Tres años después publiqué Carla no es Carla, sino Carlos. Y, a partir de ahí, seguí aprendiendo. Vi que hay más opciones y que es un aprendizaje para todo el mundo. Incluso para las personas trans. Conocí que alguien puede ser una persona no binaria (que no se reconoce en la distinción tradicional entre hombre y mujer) y me preguntaba si yo tendría alumnado no binario. Me gustaría que este cuento llegue a cualquier menor que se sienta identificado y que diga: «Es que yo soy ese personaje». Pero también que sirva para que se sienta arropado por el resto del alumnado.

—¿Cómo reciben los alumnos las charlas que das?

—La verdad es que tampoco tienen mucho que entender porque la infancia es una maravilla. Los prejuicios los tenemos los adultos. Se lo cuentas y dicen: «¡Ah!, pues ya está». Y además lo suelen tener muy claro. Incluso antes de que se lo comentes, como que ya lo sabían. Cuando tienen prejuicios es porque vienen de casa muy encorsetados.

—Parece que siempre necesitamos poner etiquetas a todo...

—Sí, tendemos a meter todo en cajitas y mi proyecto lucha contra eso. Fuera cajas. Fuera ese mensaje que nos dicen de que tienes que encajar para no sufrir bullying: «Mejor que seas como todos». Pues no. Tienes que ser tú, auténtico. Si no tuviéramos tantos prejuicios e intentáramos tener la mirada más limpia, valoraríamos más la diversidad.

—Incides en el cuento en ese error común de dividir el mundo en el de niños y el de niñas.

—Sí, deberíamos educar a peques, a la infancia, no a niños y niñas. Es difícil porque tenemos tantos mensajes sobre el género que, al final, se nos escapa a todos. A mí también. Y tratamos de diferente manera a las niñas y a los niños. Hay un estudio que concluye que ya con los bebés utilizamos un tono diferente si sabemos si es una niña o un niño. Ya no te digo el vocabulario. ¡El tono! Y siempre estamos con esa idea de que las niñas son más dulces, más bonitas, más delicadas...

—Transexualidad y «bullying» van demasiadas veces juntos de la mano.

—Es un problema muy grave. De hecho, el bullying más frecuente es el de género. Que no solo afecta a las personas trans, sino que puede ser únicamente por la expresión de género. Por cómo se viste. Pero también por la identidad trans o por la orientación sexual. Y a veces, ni siquiera es por serlo, sino por parecerlo. Porque parece gay o parece afeminado. Y eso ya puede generar bullying. Para mí, la clave está en educar desde muy abajo. Cambiando el registro y educando la orientación afectivo-sexual para que valoren la diversidad. Somos únicos, somos diferentes y todas las maneras de ser son válidas. Todas las formas de vestirse, de hablar, de caminar, de expresarse. Lo que pasa es que eso tendría que ir unido con educar a la tribu. Por mucho que tengas un taller puntual en tu cole, si en casa, en la televisión, en las series y en lo que lees hay otros mensajes, es complicado. Tenemos que ser cada vez más los que apoyemos esta diversidad.

—Pero también es necesario el apoyo institucional.

—El profesorado tendría que tener más formación en esta temática, incluso ya en la carrera. Si no estudias nada relacionado con esto, luego no sabes cómo actuar cuando te tienes que enfrentar en clase a algún caso que se dé. Debería ser obligatorio dentro de tus estudios.

—¿Existe una carencia en el profesorado para afrontar la transexualidad y los problemas de «bullying»?

—Sí. Sí que la hay. La gente que se va un poco formando, lo hace de manera autodidacta, bien porque sale algún caso en el colegio o porque tiene vocación y sabe que tiene que hacerlo. Yo, por lo que voy comprobando, en todos los coles hacen cosas porque se va hablando más del tema y se va visibilizando.

—¿En todos los coles hay alguna persona trans?

—Sí.

—Entonces dependiendo del colegio y del profesor que te toque tendrás más comprensión o menos.

—Claro. Es que el profesorado es tan importante... Y se está dejando el futuro de una sociedad en unas personas que tienen que estar muy formadas. E igual que lo pueden hacer muy bien, lo pueden hacer muy mal. Todos hemos tenido profesores que nos han marcado en algo. Imagínate que a un niño le gusta vestirse de princesa y un profesor le hace un comentario que lo puede machacar o no lo apoya. Ese niño, que podría ser un niño libre y feliz, tiene una parte frustrada por culpa de que le han juzgado y no lo han acompañado. Yo creo que la clave es acompañar. No hay que forzar nada ni etiquetar. Acompáñalos, que fluyan y si necesitan algo, que sepan que estás ahí. Que es nuestra función.

—Otro problema de los menores trans es la falta de comprensión en casa.

—Ahí ya es la suerte un poco de dónde naces. Entiendo que como no soy madre de ningún menor trans es mucho más fácil contar toda esta teoría que vivirla. Algunas familias de peques trans viven hasta un duelo porque pensaban que tenían un niño y ahora tienen una niña... Fácil no tiene que ser. Y es más difícil aún cuando la sociedad no está concienciada. Ahora hay un protocolo en Galicia, que es el que tenemos en las escuelas, para que prevalezca el derecho de la infancia. Imagínate que mañana hay un niño trans que quiere que le tratemos en masculino. En ese protocolo hay una serie de reuniones con la familia. Pero si los padres se niegan, el derecho del menor, prevalece. Si quiere que le tratemos en masculino, nosotros podemos hacerlo. Porque ese protocolo avala que lo que importa es la voluntad del menor.

—Pero no le resuelve el problema en el ámbito familiar.

—No, para nada. En esos casos, hasta que son mayores de edad, poco pueden hacer. Porque no tienen derechos. Es complicado. En Galicia y en España hay asociaciones de menores trans que pueden ayudarles de muchas maneras. Pero sí, no siempre hay esa comprensión. La suerte es cuando la hay.

—Esa falta de comprensión y el conflicto interno que tienen, ¿les puede afectar a la salud mental?

—Mucha gente lo asocia con la propia transexualidad, cuando realmente es una consecuencia de cómo los trata la sociedad. Le están diciendo todo el día que tienen que encajar en ese binarismo: «Tú eres así, tienes que tener ese cuerpo y, además, te tienes que comportar de esa manera...». Son tantos conflictos.

—En esos talleres que impartes, ¿es normal que algún menor se acerque para comentarte su caso?

—No. Eso es algo que tiene un proceso, no es tan fácil. No le hace un clic en la cabeza y ya. Y si se lo hace, lo va a madurar. Es verdad que cuando a veces visitan algún taller relacionado con la transexualidad, el profesorado ya ha visto algo en algún alumno y esto puede ser una chispa. O que uno te comente algo del de al lado: «¡Ah! Es como Miguel, el de clase». O así. No salen del armario así, directamente. Ellos van dando sus pasitos. Y depende mucho de cómo hayan sido tratados en el aula, si se les ha permitido expresarse como quieren. Si a mí hace 15 años me viene un niño y me dice que es una niña, yo le habría dicho: «¿Pero tú no te has visto?, ¿cómo vas a ser una niña?, ¿has visto tu cuerpo?» Pues porque tenía este desconocimiento. No lo entendía. Ahora vamos formándonos todos un poco. Y si viene un caso así, le das validez a ese comentario y vas viendo cómo fluye. Si lo ha dicho porque se siente identificado con el hermano o si realmente se siente así. Y lo comentas con el profesorado: «Oye, me ha pasado esto en el taller, atentos a esta chica, porque lo está pasando mal». Cuando ves algo así, también lo comentas.

—¿Crees que se está avanzando en la integración del colectivo? ¿Eres optimista?

—Sí. Creo que en Galicia se está trabajando muy bien. Lo puedo constatar por los coles que hay interesados en esta temática. Muchos talleres se hacen gracias a inversiones de Igualdad, con lo cual desde la parte política también hay cierto interés y eso es importante. Luego, lo que nos quedan son los casos de homofobia que salen en la televisión, que antes igual no se conocían o esas realidades estaban tan escondidas que te callabas y ya está. Pero ahora, ya se ven a personas trans, bisexuales... y aún hay gente que no lo lleva bien, pero solo les queda ir aprendiendo y quitarse esa ignorancia porque al final es desconocimiento.