Espadas, el sanchista encargado de salvar los muebles del PSOE

Luís Pousa Rodríguez
L. Pousa REDACCIÓN / LA VOZ

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Joaquin Corchero | EUROPAPRESS

Los socialistas se aferran a la segunda plaza, el objetivo es no bajar de los 33 diputados logrados en el 2018

19 jun 2022 . Actualizado a las 09:04 h.

Juan Espadas Cejas (Sevilla, 1966) bromea con que la vocación política le tocó con su varita nada más nacer. El candidato socialista vino al mundo en el que entonces era el Hospital de las Cinco Llagas de Sevilla y actualmente es la sede del Parlamento autonómico. Allí quiere volver ahora Espadas como líder del grupo mayoritario de la Cámara, título que el PSOE ha lucido de forma ininterrumpida en Andalucía desde 1982, con la única excepción de la victoria electoral del PP de Javier Arenas en el 2012 (aunque ni siquiera aquellos 50 escaños bastaron para sacar a los conservadores de la oposición).

Es la primera vez en cuatro décadas de autonomía que el cabeza de cartel socialista va a las urnas con la perspectiva de una derrota casi segura, por lo que la misión de Espadas este domingo es modesta: el objetivo es no bajar de los 33 diputados logrados en el 2018 por la entonces presidenta de la Junta, Susana Díaz, a la que derrotó en unas primarias alentadas desde Ferraz. Pedro Sánchez logró así desalojar definitivamente de la escena política a su antigua rival por el control del PSOE, a la que el presidente del Gobierno nunca perdonó sus maniobras cuando fue forzado por el comité federal a dimitir como secretario general. Díaz, como tantos antiguos dirigentes socialistas y populares, lleva ahora una plácida existencia fuera de los focos como senadora por designación autonómica.

La etiqueta de sanchista, cuando discurren las horas más bajas del inquilino de la Moncloa, es uno de los grandes lastres con los que concurre a esta cita Juan Espadas, al que sus contrincantes también afean que durante 21 años haya ocupado diferentes cargos —llegó a ser consejero de Vivienda— en los Gobiernos presididos por Manuel Chaves y José Antonio Griñán, condenados por el caso de los ERE, otra de las grandes rémoras del PSOE en estos comicios, a los que llega sin librarse de la larga sombra de los 680 millones de euros de fondos públicos dilapidados.

Aunque no reniega del legado de Chaves y Griñán, y se ha dejado arropar por Sánchez en varios actos de campaña, este licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla prefiere presumir de su experiencia en la política municipal, a la que llegó desde la Junta en el 2011 para tratar de recuperar para el PSOE el Ayuntamiento de Sevilla, entonces en manos del popular Juan Ignacio Zoido. Lo consiguió cuatro años más tarde y renovó en el 2019 al frente de la alcaldía, que solo dejó cuando el presidente del Gobierno le encargó que arrebatase el control del partido en Andalucía a la díscola Susana Díaz y, luego, que disputase a Juanma Moreno la presidencia andaluza. Espadas recalca que ser alcalde de Sevilla ha colmado sus expectativas políticas.

Abogado especializado en derecho medioambiental, casado y padre de dos hijos, se declara católico practicante y comparte con Moreno el cartel de hombre tranquilo y gestor moderado.

Ha protagonizado una campaña de perfil bajo, en la que se intuye que da por inevitable la segunda plaza. Una vez cerrado el escrutinio y repartidos los escaños, puede enfrentarse a otro dilema si, como todo apunta, el PP no obtiene mayoría absoluta, Cs queda borrado del mapa y Juanma Moreno le pide que se abstenga para no tener que formar un Gobierno de coalición con Vox. Con Sánchez en el retrovisor, la doctrina del «no es no» parece clara.